Entre un 2 y un 13% de las embarazadas tienen asma. Son porcentajes que siguen la tendencia de la población general, donde un 5% de los adultos y un 10% de los niños también padecen esta enfermedad. A la hora de abordar la gestación hay que tener en cuenta una serie de aspectos importantes para garantizar la salud tanto de la madre como de su bebé.
La Dra. Marina Blanco, neumóloga y coordinadora del área de asma de SEPAR (Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica), nos cuenta todas las particularidades sobre asma y embarazo.
¿Mejora o empeora el asma durante el embarazo?
Hace un tiempo se creía que había un tercio de las embarazadas con asma que empeoraban de la enfermedad durante esos nueve meses, otro tercio que mejoraba y otro que se quedaba igual. Estudios recientes hablan de que las que van a peor durante la gestación son un 18-20%. Pero también hay un porcentaje considerable que mejora.
¿De qué depende? “No solo depende del embarazo en sí, sino del control previo antes del mismo y de cómo cumpla la mujer el tratamiento durante el embarazo, ya que algunas lo dejan por sí mismas y a otras se lo indican”, destaca la experta.
Las razones del empeoramiento son los cambios mecánicos que se suceden en el organismo de la madre en estos nueve meses. El diafragma es empujado hacia arriba, por lo que todas las embarazadas refieren dificultad respiratoria. Si hay un problema de este tipo anterior, todo se ve agravado.
El control del asma, clave en el embarazo
Si en todas las circunstancias tener un buen control del asma es fundamental, en el embarazo resulta clave. “Está demostrado que es mucho más nocivo para el feto y la madre tener un asma mal controlado que el riesgo de los tratamientos, que son generalmente por vía inhalatoria y quedan en la vía aérea, pasando muy poco a la sangre”, advierte la Dra. Blanco.
Cuando el asma no está controlado en el embarazo hay unos riesgos como el bajo peso, la prematuridad y un incremento de la mortalidad perinatal. Así, según subraya la neumóloga, “en el asma, el único objetivo en relación al embarazo es alcanzar el control del mismo”. Y eso se consigue cumpliendo correctamente el tratamiento pautado.
El asma no suele condicionar el tipo de parto. La mayoría de las embarazadas asmáticas pueden tener un parto natural, aunque si en la monitorización se observa algún problema se opta por una cesárea, pero no hay una contraindicación previa para el parto vaginal.
En el caso de que no haya un buen control del asma antes de intentar la gestación, es mejor esperar a que la enfermedad esté controlada y luego buscar el bebé.
Medicamentos para el asma y embarazo
Cuando hay asma el bronquio es más sensible, por lo que reacciona ante agentes irritantes como humos y alérgenos. El objetivo del tratamiento es que esos bronquios no reaccionen tanto y se asemejen a los de una persona sin asma.
“Un asma bien controlado permite hacer una vida normal, incluso para deportistas de élite”, comenta la portavoz de la SEPAR. Y ese control lo da la medicación, también durante los nueve meses de gestación. “No hay que interrumpir el tratamiento, ni siquiera en el primer trimestre. El objetivo es tener el asma bien controlado, no tener el mínimo tratamiento posible”, señala.
Sin embargo, las tasas de incumplimento del tratamiento son muy altas en los pacientes asmáticos, pues muchos lo dejan cuando se encuentran bien. El tratamiento (a base de corticoides inhalados y broncodilatadores) se puede subir y bajar en función del estado del paciente, pero no abandonar, ni siquiera en el embarazo. “Las mujeres asmáticas embarazadas nunca deben modificar, ni que nadie les modifique, ningún aspecto de su tratamiento sin consultar antes con su neumólogo”, concluye.
¿Qué pasa con el asma grave no controlado?
Hay algunos casos, afortundamente poco frecuentes, en que no se logra un control óptimo del asma. Se denomina asma grave no controlado y se manifiesta en forma de ingresos frecuentes donde la vida de la persona puede correr peligro.
No es habitual que se den, pero estos casos sí podrían suponer una contraindicación para el embarazo. No obstante, la Dra. Marina Blanco reseña una nueva línea terapéutica a través de fármacos biológicos (anticuerpos monoclonales) que sí podrían usarse en embarazadas con asma grave no controlado, pues algunos estudios han confirmado, tras 15 años de uso, que no tienen efectos nocivos sobre el feto.
En cualquier caso, sería un embarazo de alto riesgo con un seguimiento muy estrecho por parte de neumólogos y ginecólogos.
¿Cómo reaccionar ante un ataque de asma en el embarazo?
Aunque la embarazada tenga un buen control de la enfermedad, puede sufrir durante estos nueve meses un ataque de asma. ¿Qué debería hacer en ese caso?
“Hay que tratarla rápidamente, pero no en su casa, sino en el hospital; debería dirigirse a un centro médico. El objetivo es desinflamar el bronquio y abrirlo”, explica la neumóloga.
¿Tiene repercusiones para el bebé? “Si en la crisis asmática tuvo bajada de oxígeno, puede repercutir en el feto, pues es un momento de estrés para él, pero habitualmente no suele suceder nada ni para el desarrollo del embarazo ni para el feto”, tranquiliza.
¿De madres asmática, hijos asmáticos?
Hay una predisposición genética a tener asma, de tal forma que si la madre, el padre o ambos son asmáticos sus hijos tienen más probabilidades de presentar también la enfermedad. Pero no se trata de una herencia. “No se puede estimar cuántos hijos van a ser asmáticos y cuántos no”, comenta la Dra. Blanco.
Hay muchos factores que intervienen en la aparición del asma, además de esa predisposición genética. Son, entre otros:
- Contaminación atmosférica.
- Edad de la madre (a mayor edad, más riesgo).
- Obesidad de la madre en el momento del embarazo.
- Obesidad del niño.
- Alergia del niño.
- Menarquia precoz en niñas.
- Prematuridad.
Por su parte, hay también factores protectores frente al desarrollo del asma, como la lactancia materna.