Como en tantas otras circunstancias, la madre protege a su bebé en formación durante el embarazo si se contagia de COVID-19. Es una gran tranquilidad, pues muchas mujeres han decidido en este tiempo retrasar la maternidad por el miedo y la incertidumbre ante la pandemia.
La Dra. Mercedes Herrero Conde, ginecóloga de Gine4 en HM Hospitales, nos cuenta cómo se trata a las mujeres embarazadas contagiadas y la importancia de la vacunación en este periodo.
¿Cómo afecta la COVID a la embarazada?
La COVID-19 en embarazadas incrementa el riesgo de trombosis que, de por sí, ya está aumentado en la gestación “debido a los cambios físicos, la dificultades de retorno venoso por el crecimiento de la tripa y los cambios hormonales”, explica la experta. Así, el riesgo de trombosis será mayor conforme progese el embarazo y alcanzaría su máximo en el tercer trimestre.
“Además, los pulmones de las embarazadas se encuentran comprimidos, según avanza la gestación. Ventilan peor porque tienen menos espacio”, destaca la Dr. Herrero. Y eso conlleva que si hay una infección pulmonar, como en el caso de la COVID-19, puede tener mayor gravedad, especialmente al final de la gestación.
Ahora bien, ¿cómo repercute todo esto en el feto? “La infección no afecta al feto de manera directa. Es decir, aunque la madre se infecte, el virus no atraviesa la placenta produciendo infección en el feto. Tampoco se asocia a malformaciones”, tranquiliza la ginecóloga.
En el caso de que la madre sufra un proceso grave debido al virus, con disminución de su capacidad de oxigenación o trombosis, sí puede haber pérdida del bienestar fetal, ya que el bebé durante su estancia intrauterina se oxigena gracias a su madre a través de la placenta. Las consecuencias son que en muchos casos “esto ha motivado terminar embarazos de manera anticipada y urgente, con el riesgo fetal añadido de prematuridad”, advierte.
¿Cuándo se administra heparina a la gestante contagiada?
El riesgo de trombosis en embarazadas contagiadas llevó a recomendar en verano de 2020 la administración de heparina (un fármaco anticoagulante que actúa para prevenir los trombos), lo que mejoró la evolución y disminuyó el riesgo de complicaciones tanto para la madre como para el bebé.
Tras dos años de pandemia, los especialistas han confirmado el efecto positivo de las vacunas en las embarazadas, disminuyendo los casos graves, aunque desafortunadamente sigue habiendo complicaciones, incluso fatales, entre las no vacunadas.
Por ello, recientemente, y gracias a ese efecto protector de las vacunas, los protocolos han cambiado en caso de contagio. Así, ahora la heparina no está indicada para todas las gestantes contagiadas sino solo para algunas. Hay que administrarla a todas las que estén ingresadas por COVID o permanezcan en cama en sus domicilios.
En embarazadas en las que la COVID curse de forma leve, la heparina será necesaria cuando confluyan otros factores de riesgo, según detalla la especialista de Gine4 en HM Hospitales:
- No se han vacunado.
- Están en el tercer trimestre de embarazo.
- Son mayores de 35 años.
- Presentan obesidad.
- Tienen otras enfermedades como hipertensión, diabetes pre-gestacional, enfermedad cardiopulmonar, enfermedad renal, inmunosupresión (trasplante, infección VIH, tratamiento prolongado con corticoides...).
En el posparto, todas las mujeres contagiadas (incluso sin factores de riesgo) deben recibir heparina.
¿Cómo debe actuar una embarazada contagiada?
La embarazada que se contagie de COVID-19 en estos nueve meses ha de seguir las recomendaciones del resto de la población: comunicar el positivo y manterse aislada.
Además, “deberá seguir el tratamiento con heparina si está en los casos señalados. Es un medicamento que necesita receta y que tanto el médico de Atención Primaria como el ginecólogo le pueden prescribir”, añade la ginecóloga (@dra_herrero, en Instagram).
Es muy importante que la gestante preste atención a la dificultad respiratoria que pudiera presentarse. “Caminará a buen paso intentando hablar en voz alta. Si nota dificultad porque se fatiga, debería consultar en el hospital, sobre todo si la dificultad va en aumento”, recomienda.
Además, según la experta, hay algunos factores que pueden resultar protectores:
- Hidratación adecuada.
- Fomentar moverse y caminar dentro del domicilio.
- Hacer ejercicios de flexo-entensión (flexionando y extendiendo los músculos de las extremidades) y movimientos circulares con los pies varias veces al día.
- Evitar estancias prolongadas de pie o sentada y evitar cruzar las piernas.
- Realizar ejercicio suave, como pilates para embarazadas, o yoga.
¿Qué sucede en el parto y en la lactancia?
Cuando la mujer llega al momento del parto con la infección activa se van a contemplar una serie de protocolos para el nacimiento del bebé, pero “será atendida con el mismo cuidado y atención que si no lo fuera”, tranquiliza la Dra. Mercedes Herrero. Así, podrá estar acompañada por un conviviente y ambos deberán llevar mascarilla todo el tiempo.
Dará a luz en un paritorio o en un quirófano especial para pacientes COVID y los sanitarios vestirán con trajes de seguridad (EPI) para evitar la transmisión de la enfermedad. Luego, pasará a su habitación y “el recién nacido puede estar con ellos, pero se recomienda el uso de mascarilla por los adultos para protegerle y extremar las medidas de higiene siempre”.
No hay problema en dar lactancia materna, sino al contrario, porque la madre pasa sus anticuerpos al recién nacido para protegerlo. Eso sí, deberá dar las tomas con mascarilla y vigilará mucho la higiene de manos y superficies (también si opta por la lactancia artificial).
Una vez en casa, y aunque los padres sean negativos, hay que limitar mucho las visitas, por el elevado número de asintomáticos. “Sería prudente no recibir visitas en el domicilio”, aconseja.