Una de las primeras preguntas que hace el ginecólogo cuando se confirma un embarazo es cuál es la fecha de la última menstruación. ¿Por qué? Por que es la fecha a partir de la que se comienzan a contar las 40 semanas de gestación, la llamada fecha probable de parto. Estas 40 semanas son las consideradas idóneas para que el bebé se desarrolle dentro de la madre y todos los controles ginecológicos se basan en ellas. Sin embargo, puede haber variaciones y que el parto no suceda en ese día, algo que normalmente es lo que suele pasar, ya que esta fecha solo es una guía de la finalización del embarazo.
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Pero, ¿qué pasa cuando llegamos a esa fecha probable de parto y el niño todavía no ha nacido, ni tiene ademanes de hacerlo? Es entonces cuando hablamos de una gestación prolongada, es decir, “aquella que sobrepasa las 42 semanas de duración (294 días), situación que ocurre en aproximadamente el 10% de las gestaciones. La causa se desconoce, pero parece que ocurre con mayor frecuencia en mujeres que ya han tenido antecedente de una gestación prolongada, aquellas que presentan obesidad o aumento excesivo de peso durante la gestación, edad materna avanzada o cuando se trata del primer embarazo”, nos explica la Dra. Gala Melgar Hernández-Sampelayo ginecóloga en el Sistema Cántabro de Salud y Médicos sin Fronteras y Miembro fundador del proyecto docente www.aulaginecologia.com.
En estos casos, lo más probable es que el ginecólogo opte por una inducción al parto por varios motivos, y es que un embarazo más largo de lo deseado puede traer consecuencias: “La evidencia más reciente indica que la finalización mediante inducción del parto a partir de las 41 semanas se asocia a mejores resultados en la madre y en el bebé. La mayoría de los autores están de acuerdo en que se debe ofrecer finalización entre las semanas 41 y 42 de gestación”, explica la ginecóloga y añade que cuando la gestación se alarga más de la 41 semana: “Existen posibles complicaciones maternas y fetales, generalmente como resultado de un crecimiento fetal excesivo o de un funcionamiento insuficiente de la placenta. Se puede producir tanto macrosomía (cuando los bebés pesan más de 4 Kilos), lo cual aumenta las posibilidades de un parto complicado para la madre y para el bebé, como una nutrición inadecuada del bebé por la placenta envejecida o incluso muerte perinatal, sobre todo por encima de las 42 semanas”, detalla.
¿Qué es mejor inducir el parto o esperar a que sea natural?
Existe la creencia entre las mamás o las que están a punto de serlo que los partos vaginales naturales son la mejor opción para el bebé y la madre, y así es en la mayoría de los casos; pero a veces se idealiza este momento y puede que las expectativas de las madres sean muy diferentes a la realidad de su situación. Sea como fuere, siempre hay que ponerse en manos de los expertos y seguir las indicaciones del ginecólogo ya que será quien tome la mejor decisión: “Cuando el parto inicia espontáneamente, hay más posibilidades de que éste se desarrolle con normalidad que cuando el parto es inducido. Así que es prudente esperar a que inicie el parto hasta la semana 41. A partir de la semana 41 los controles se estrechan, y es conveniente seguir las recomendaciones de tu ginecólogo/a sobre el momento adecuado para inducir el parto, que va a ser probablemente antes de que se cumpla la semana 42. Cada mujer embarazada y sus circunstancias son distintas, por eso la recomendación de seguir el consejo de tu ginecólogo/a”, explica la doctora.
Y, ¿qué pasa entonces con el plan de parto? Muchas mamás se sienten mal cuando hay complicaciones en su embarazo o parto y no pueden cumplir con lo planeado, pero en estos casos la Dra. Melgar nos dice que: “En todo proceso obstétrico se debe contar con la opinión de la madre y de su pareja, puesto que no se realizará ninguna intervención sin su consentimiento. Para ello es necesario que la madre entienda muy bien los riesgos a los que se expone ella y su bebé en caso de no desear la inducción del parto por una gestación prolongada. El plan de parto en caso de un parto inducido, seguramente no se pueda seguir del mismo modo, y es importante compartir tus dudas con tu ginecólogo/a en caso de que vayas a enfrentar un parto inducido. Así podréis hablar sobre qué aspectos se deben adaptar al nuevo proceso”, aconseja.
Maniobra de Hamilton, ¿qué es?
Para estimular el parto de forma natural los expertos siempre recomiendan a la madre llevar una vida activa, pasear… Pero cuando el trabajo de parto tarda en llegar, aparecen otras alternativas. “La maniobra de Hamilton es una opción que se suele ofrecer a las 41 semanas. Se trata de separar las membranas del cuello uterino mediante un tacto vaginal, y para poder hacerla, el cuello uterino de la madre tiene que estar algo dilatado. De esta manera, el cuerpo libera una sustancia que puede ayudar a generar contracciones. Sin embargo, no es un método que funcione siempre, y en ocasiones puede ser incómodo o molesto, así que su realización es consensuada con la paciente”, revela la ginecóloga.
Además, existen “otros métodos como la acupuntura, preparaciones a base de hierbas, estimulación mamaria o relaciones sexuales para la inducción del parto, pero no han sido correctamente estudiados, por lo que no podemos recomendarlos para inducir el parto desde un enfoque basado en la evidencia”, asegura la doctora.