Cuando un bebé nace automáticamente entra en contacto con el mundo exterior. Comienza a escuchar más ruidos, a recibir más olores, a tocar, acariciar, saborear… y todo ello es lo que va a ir conformando tanto su personalidad como su desarrollo cognitivo y motor.
Los estímulos familiares, así como los que le presenta el propio mundo exterior son fundamentales y, además, tienen un impacto muy importante durante los 0 y los 12 meses. Para hablar sobre ello, contamos con la colaboración de Ana Hueso, fisioterapeuta, especialista en fisioterapia craneal en bebés, cólico del lactante, suelo pélvico y porteo, de Ana Hueso Fisioterapia en Alcalá de Guadaíra, Sevilla (@anahuesoporteybebes).
Estímulos desde los 0 meses
En primer lugar, la fisioterapeuta nos aclara que: “Me parece imprescindible destacar que quizás estimulación pueda dar lugar a error, me gusta más el término acompañamiento temprano del bebé. No es tan comercial a la hora de captar al lector, pero ese es el enfoque que quiero transmitir ya que hay que dar estímulos acordes a la edad para acompañar de una manera respetuosa todos los hitos del bebé”. La estimulación temprana está recomendada desde el nacimiento porque “realmente lo que hacemos es acompañar el desarrollo normal del bebé” con una serie de ejercicios para realizar con él.
Es importante saber que los estímulos deben realizarlos las personas de referencia del pequeño ya que “eso les va a transmitir confianza y bienestar”, dice Ana y añade que en las primeras semanas de vida son muy importantes los estímulos sensoriales:
- Hablarle o cantarle cerquita de la cara en voz tenue
- Ponerle la música que escuchaba en la barriga
- Masajes en la hora del baño para potenciar el vínculo táctil
- El porteo, “el balanceo provoca un mejor desarrollo del sistema de equilibrio del bebé. Es muy importante el portabebés sea ergonómico, y esto no sólo lo debe poner en la caja. Tenemos que usar el sentido común. Las piernas del bebé no deben ir colgando y el bebé nunca mirando al mundo, de esta forma los exponemos a muchos estímulos para los cuales no están preparados así que se pueden irritar mucho”, aconseja la experta.
- Ponerlos boca abajo unos minutos, los que el bebé aguante. “Siempre cuando estén despiertos (nunca dormirlos en esta postura porque aumenta el riesgo de muerte súbita). Esto ayuda al control cefálico y estimulamos un buen desarrollo de la cavidad orofacial”, nos cuenta Ana.
- Hacerle movimientos en las piernas tipo la bicicleta y círculos para seguir con el contacto piel con piel y favorecer la eliminación de gases y la movilidad del abdomen.
Su primera sonrisa
Cada bebé es un mundo, pero normalmente suelen comenzar a interactuar a partir de los 3/4 meses de vida. Es entonces cuando nos brindan sus primeras sonrisas, comienzan a seguirnos con la mirada... En esta época es cuando Ana recomienda realizar las siguientes actividades de estimulación:
- Tumbados boca arriba jugar con ellos con carantoñas o con algún móvil que sea neutro, sin colores estridentes.
- Ofrecerle diferentes texturas para que vaya experimentado tanto el sentido del tacto como la pinza para coger cosas.
- Hacerle muecas para que nos imiten y descubran la musculatura de la cara.
“Y desde siempre hablarles, siempre dirigirse a ellos con educación y tratarlos como un igual, no ridiculizarlo ni gritarle. Dar los estímulos adecuados al bebé y evitar aquellos estridentes o que le irriten mejora el desarrollo del bebé a todos los niveles, no sólo a nivel sensorial sino también cognitivo, de socialización , etc…”, asegura la experta.
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Sus papás, el mejor estímulo
Todas estos ejercicios o juegos de estimulación se pueden realizar en casa y no se necesita nada especial para realizarlos. “Lo más importante somos nosotros, los padres, somos el mejor estímulo para ellos, un sonajero se puede sustituir, nosotros no. El salir a la calle, que les de el sol, la brisa, el ruido de la naturaleza, también es importante para su desarrollo”, afirma Ana.
En el caso de que veamos algún signo de alarma o nos alertemos por algún comportamiento extraño del bebé: “Debemos acudir a un profesional cuando creamos que nuestro hijo está teniendo problemas a cualquier nivel. Generalmente los pediatras con sus controles regulares suelen detectar cualquier anomalía y derivan al profesional correspondiente. En mi campo, si el bebé tiene cólico del lactante, llantos de dolor, parto instrumentado o dificultades con la lactancia por un problema de apertura de la boca, pueden ser causas para acudir a nuestra consulta. También en los casos de plagiocefalia, porque pudiese haber una tortícolis congénita no detectada”, explica la fisioterapeuta.