Elegir un calzado adecuado para el niño en todas las etapas de su desarrollo es imprescindible para no causarle problemas. Hay que considerar una serie de aspectos básicos como el material, el tipo de suela, si ha de llevar contrafuertes o no y, entre ellos, también el modelo de puntera.
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La podóloga pediátrica Neus Moya (@neusmoya.podologa en Instagram) nos cuenta por qué hay que vigilar este aspecto y cómo decantarse por un buen modelo de calzado infantil.
Respetar el espacio de los dedos
Cuando hablamos de calzado infantil y de permitir que los dedos del niño ocupen el espacio que necesitan, descartamos los zapatos puntiagudos. Así, los más recomendables son los que acaban en puntera cuadrada. Pero la realidad es que no es tan fácil encontrar una variedad amplia de modelos. Así, podrían tener también una puntera redondeada, siempre que las dimensiones permitieran que no hubiera compresión entre los dedos, tal como explica la experta.
“La puntera debe ser lo suficientemente ancha para permitir la extensión natural de los dedos. La estructura de los pies es creada por el arco natural del pie con el dedo gordo estabilizando este arco. Cuando el dedo gordo del pie se desvía hacia el segundo dedo (un problema común, defecto de diseño en muchos zapatos que llega a un punto), esta estabilidad se ve comprometida. El pie produce una mayor fijación al suelo cuando los dedos están rectos y alineados con los metatarsianos”, detalla Neus Moya.
Cuando la puntera no respeta ese espacio, los dedos, especialmente el dedo gordo, se van a montar sobre los otros. ¿Qué consecuencias puede traer esto? Además de las ya mencionadas por la podóloga, el pequeño puede sufrir incomodidad, durezas y rozaduras y, en la edad adulta, los temidos juanetes.
¿Cómo saber si el pie encaja bien en la puntera?
Los zapatos de punta cuadrada respetan ese espacio porque todos los dedos cuentan con el mismo. En los de punta redondeada no se da en todos los casos. Para comprobarlo, la especialista recomienda quitar la plantilla interna y poner el pie del niño encima. Si este encaja bien y los dedos no se montan, el zapato es correcto.
En el caso de que no se pueda extraer la plantilla, habría que dibujar el contorno del piel del niño en una cartulina y luego meterla dentro del zapato para cerciorarse de que cumple este objetivo.
Además de los zapatos con puntera cuadrada, hay también calcetines con esta forma. Es difícil encontrarlos y son más caros, pero la podóloga los aconseja en niños que tienen desviaciones de dedos y siempre que sea posible permitírselos económicamente.
El problema de la falta de espacio en los bebés
Cuando el bebé nace, el segundo dedo del pie está doblado hacia arriba. “Es así por la posición fetal que ha mantenido, pero ese dedo tiene que bajar, aunque a veces no baja porque no le damos espacio”, advierte la podóloga, que en febrero publicará Zapatos Nuevos (Ed. Timunmas), su primer libro infantil.
“En la etapa preandante, el niño no debería llevar zapatos; lo mejor es que esté descalzo, pero si los lleva, la suela debe ser muy fina para permitir que ese segundo dedo flotante pueda bajar. Si no hay espacio, el dedo gordo se va hacia el lado, el segundo pisa al primero y cuando el niño se empuja para propulsarse con los dedos puede tener problemas”, indica.
Cómo elegir el zapato ideal infantil
Hay varias pautas a tener en cuenta a la hora de elegir el calzado en niños pequeños. Son las siguientes, según detalla Neus Moya:
- Suela igual. La suela debe ser igual por delante que por detrás, sin tacón. Es así para no provocar una sobrecarga. Incluso un tacón mínimo de pocos milímetros puede empujar el pie hacia adelante.
- Suela delgada. Es importante que la suela sea delgada para que el pequeño pueda sentir los estímulos. Además, debe ser flexible y hasta los tres o cuatro años, torsionable para permitir el desarrollo del sistema musculoesquelético.
- Sin cromo. El material del zapato ha de ser adecuado, de modo que cuando se quite el calzado el pie no esté húmedo porque ha podido transpirar bien. “El zapato tiene que estar libre de cromo, pues es el causante de la mayoría de alergias dermatológicas en niños”, alerta Neus Moya.
- Pala alta. La pala es la altura que adquiere la puntera. “Si la pala es muy baja, no sirve porque puede que el niño tenga espacio a lo ancho, pero por encima le roza. Por eso es importante que la pala sea alta”, destaca.
- ¿Puntera reforzada? El refuerzo en la punta se suele utilizar para que los niños no rompan los zapatos, pero si se pusiera dicho refuerzo este tiene que acabar en la punta de los dedos para que no se clave.
- ¿Talón reforzado? “No hay evidencia científica que aconseje reforzar el talón. A los tres o cuatro años, el niño debe poder dominar su pie. Si se le sujeta, no se permite ese movimiento que necesita para su desarrollo”, explica. En todo caso, si se pusiera un contrafuerte, este debería quedar por debajo del tobillo.
- Con sistema de regulación. El zapato infantil se debe poder regular con cordones o con velcro (mejor con este último si el niño es muy pequeño para favorcer su autonomía) porque los niños suelen tener el empeine muy grueso.