Estáis contemplando embelesados a vuestro bebé y, de repente, descubrís algo extraño al final de su espalda, como si la piel dejase de ser tersa para hundirse un poco. No queréis parecer los típicos padres que se preocupan por todo, pero ¿y si es algo importante? Ante la duda, lo mejor es consultar con el pediatra, especialmente si sois primerizos. Solo él puede observar y analizar lo que sucede y daros una respuesta.
La fosa sacra puede encontrarse hasta en un 4% de los recién nacidos. Así, algunos bebés presentan una especie de pequeña hendidura o depresión en la piel o bien en la zona lumbar o bien entre los glúteos. En la exploración, el pediatra analizará con detenimiento todas las características del niño, como esta. Su objetivo es detectar si es normal o puede indicar alguna patología.
La Dra. Alexandra Millán, del Servicio de Pediatría del Hospital Sanitas CIMA, de Barcelona, nos aclara cuándo la fosa sacra es normal y cuándo revela otros problemas.
Cuándo no hay que preocuparse
Afortunadamente, en la mayoría de las ocasiones la fosa sacra es lo que se conococe como una variante de la normalidad. Es decir, está ahí, pero no conlleva ninguna patología. El niño tendrá esa pequeña cavidad en la piel y no habrá que preocuparse. Es así, según detalla la Dra. Millán, en estos casos:
- Está en el pliegue entre los glúteos. La fosa sacra se localizaría en esa zona exactamente.
- Tamaño pequeño. Cuando la fosa sacra tiene unas dimensiones menores de 5 milímetros.
- No hay otras anomalías. Además de la hendidura en la piel no se observan otras alteraciones como mechones de pelo o manchas en la piel.
- Es superficial. La fosa sacra no tiene gran profundidad y se observa el fondo.
- Exploración neurológica normal. La exploración neurológica que el pediatra ha hecho al recién nacido es completamente normal.
Cuándo puede revelar otras anomalías
Sin embargo, la fosa sacra no siempre es una entidad benigna. “Se sospecha que pudiera ser patológica si no se cumple alguno de los criterios mencionados”, destaca la especialista.
Así, en este caso, “el pediatra solicitará estudio de imagen, siendo la ecografía lumbosacra el estudio de elección para ello, debido a su inocuidad en el recién nacido y su alta capacidad de diagnóstico”, detalla. Si la ecografía revelase alguna alteración, se recurriría para confirmar a una resonancia magnética.
La fosa sacra puede ser la manifestación de una espina bífida oculta. ¿En qué consiste? “La espina bífida oculta es la forma oculta más leve del defecto en la columna, encontrándose un pequeño agujero en la columna, pero sin abertura ni saco en la espalda”, explica la experta del Hospital Sanitas CIMA.
En la espina bífida oculta, tanto la médula espinal como los nervios pueden ser normales en el niño. Pero también se puede asociar a anomalías más graves de la médula y a otros problemas como infecciones si la fosa sacra comunica el interior con el exterior.
¿Cuáles son las causas de la fosa sacra?
Aunque no se sabe con exactitud cuáles son los causantes de este tipo de defecto, sí hay algunos factores que pueden predisponer a él. Son, tal como enumera la Dra. Millán, los siguientes:
- Uso de determinados fármacos.
- Malnutrición.
- Diabetes.
- Exposición a radiaciones previas al embarazo.
- Exposición a sustancias químicas.
- Obesidad materna.
Pero, sin duda, la más importante es la deficiencia de fólatos, de ácido fólico, tanto previo al embarazo como en el primer trimestre. “Es el causante principal en el 95% de los casos de espina bífida”, resalta.
¿Qué sucede si es una fosa sacra patológica?
Cuando, tras la exploración pediátrica, se descubre que el niño tiene fosa sacra, habrá que descartar que sea patológica. “Si se cumplen todos los signos clínicos ya mencionados, no se requiere realizar estudios de imagen”, comenta la Dra. Alexandra Millán.
Pero si el bebé no cumple con uno o más de los signos clínicos para ser una variante de la normalidad “solicitará una ecografía lumbosacra ante la sospecha clínica de espina bífida”.
Según el resultado de estas pruebas de imagen habrá que realizar un seguimiento más o menos estrecho de la evolución del pequeño, teniendo en cuenta de si se trata de una espina bífida oculta y la tipología de la misma. Si no es patológica, basta con el seguimiento habitual del pediatra.