Los puzles son un juego clásico que puede adaptarse, según la tipología y el número de piezas, a casi todas las edades. Tiene muchos beneficios para el niño, al margen de su aspecto puramente lúdico, pero es importate escogerlo bien para que el pequeño no se frustre si el resto es demasiado elevado a su nivel de desarrollo.
Cómo escoger el puzle adecuado
En todos los puzles, el fabricante suele indicar la edad recomendada. Se trata de una orientación, pues las diferencias en la madurez, especialmente en niños más pequeños pueden ser grandes. No obstante, es una primera referencia a tener en cuenta.
Además, a la hora de elegir hay que considerar si es un juego del gusto del niño o no, y si ha hecho antes otros. Cuanto más gusto y más destreza tenga el pequeño por los puzles, más alto puede ser el desafío, siempre dentro de las recomendaciones generales para su edad.
Cuando se elige un tipo de puzle muy complejo o que no está dentro de las capacidades actuales del pequeño, puede generarse una frustración que aleje definitivamente al niño de este tipo de juegos.
Psicomotricidad fina y coordinación ojo-mano, entre sus beneficios
Al margen de su aspecto puramente lúdico y divertido, los puzles tienen multitud de beneficios tanto para el niño como para los adultos.
Así, una de las más importantes a edades tempranas es ejercitar la psicomotricidad fina. El niño tiene que coger la pieza haciendo la pinza con los dedos y ha de colocarla en su lugar correspondiente. Todo ello exige una coordinación óculo-manual que también le ayuda en su desarrollo.
Así les ayudan a concentrarse y relajarse
Pero además de los beneficios anteriores, hay otros muy destacables como la concentración y la relajación. El niño tiene que centrarse en buscar la pieza correcta y en colocarla en el lugar adecuado, priorizando entre sí varias opciones. Es una actividad que requiere disciplina y esfuerzo y que al enfocarse en una dirección favorece la relajación.
Todo ello le lleva a hacer categorizaciones, a desarrollar su pensamiento lógico y a resolver el ‘problema’ de cómo acometer el puzle: por colores, colocando primero los bordes, buscando las figuras principales...
Puzles para bebés
Aproximadamente desde el año y medio (algunos niños desde los 12 meses), los bebés ya pueden hacer sus pinitos con los puzles. A esta edad no pueden tener más de dos o tres piezas y lo ideal es que tengan un asa grande para que el niño pueda coger la pieza con la mano.
Los más adecuados son los puzles encajables para que el pequeño pueda guiarse también por la silueta excavada. Suelen llamar más su atención los de colores vivos y de motivos de animales o de algunos otros objetos cotidianos de la vida del bebé.
Puzles para niños de 3-4 años
En esta franja de edad, el número de piezas es variable entre 10 y 30. Entre los dos y los tres años dan el salto de las 6-10 piezas, y a los tres, muchos están preparados para subir el nivel partiendo de 10 piezas, hasta llegar a las 30 ya más cerca de los cuatro años.
En la mayor o menor pericia del niño tendrá mucho peso si está habituado o no a hacer puzles y su visión espacial, que no es la misma en todas las personas. En todo caso, las piezas deben ser de tamaño grande y los motivos, familiares para el niño (el colegio, la casa, los animales, algún personaje de dibujos animados...). En la mayoría de los casos aún necesitan del apoyo o refuerzo de un adulto.
Puzles para niños entre 5 y 7 años
Entre los cinco y los siete años, pueden partir de puzles de 50 piezas, para ir acercándose progresivamente a los de 100 piezas. El tamaño de las mismas ya puede ir siendo más pequeño, a la vez que se aumenta la complejidad y el número de detalles.
Cuantas más piezas lleve el puzle, más conviene que el tema sea del agrado del pequeño para que se sienta motivado a resolverlo hasta el final. Si la complejidad ha aumentado y debe esforzarse más, pero la temática le resulta ajena, es probable que lo deje a la mitad. En este sentido, puzles de su serie o sus personajes favoritos pueden resultar una magnífica opción.
Puzles para niños de 8 a 12 años
A esta edad ya se van acercando a los puzles de adultos, pero aún tienen que madurar un poco para poder acometerlos. Lo aconsejable es que sean de 200 piezas en adelante, pero con el límite de 500 (a no ser que el niño sea un experto, y vaya más avanzado).
Son puzles ya con un nivel de detalle más profuso y que suelen hacer varios hermanos en común, lo que puede ayudar a mejorar la relación entre ellos. Para motivarlos a tope, se puede encargar un puzle con alguna escena propia (de las vacaciones, de su cumpleaños), que irán descubriendo a medida que resuelvan el puzle.
Puzles para mayores de 12 años
La frontera de los 12 años marca el paso a los que podrían denominarse puzles para adultos. Son los que tienen más de 500 piezas y la variedad es inmensa. Los hay de miles de piezas, que pueden tomarse como un reto familiar y hacer juntos.
Para adolescentes que tienen dificultades de concentración o que son reacios a compartir momentos de ocio en familia, puede ser muy buena opción.