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Educación

La ausencia de escolarización en edades tempranas, ¿qué consecuencias puede traer?

Según datos publicados por el Ministerio de Educación y Formación Profesional, en el curso 2020-2021 hubo más de 125.000 alumnos de educación infantil menos que en otros cursos. ¿Se trata de una consecuencia postpandemia?


13 de enero de 2022 - 19:14 CET

La pandemia ha supuesto un antes y un después en nuestras vidas, pero sobre todo en las de los pequeños y es que la ausencia de escolarización evidenció la importancia de la Escuela Infantil y de que nuestros hijos asistan a clase desde edades tempranas. Una falta prolongada a la escuela en sus primeros años de vida puede ralentizar su aprendizaje y no solo eso, ya que según el estudio The Future of Jobs, elaborado por la Universidad de Harvard, asegura que la mayor parte de los casos de éxito del ámbito laboral, en un 85% están relacionados con la educación y el desarrollo de habilidades interpersonales a una pronta edad.

A partir de aquí, los nuevos retos que se han presentado para el curso 2021-2022 son muchos y para tener más información de cómo los educadores los afrontan y cómo los están recibiendo los niños, hemos hablado con Carolina Vázquez Morocho, Coordinadora académica del área de Educación, Psicología y Nutrición de CEAC.

1. La gestión del ‘despego’ de los niños con los padres

Y es que si una cosa nos ha dejado la pandemia son muchas horas en las que los niños, sobre todo los más pequeños, han pasado más tiempo con sus padres, por lo que el apego, que ya existe en estas edades tan tempranas, más la situación especial que nos ha tocado vivir, ha dado lugar a los llamados ‘niños pandemia’, aquellos que no se quieren despegar de sus padres: “Es normal que el miedo a volver a la escuela aparezca tras un tiempo prolongado en el cual el niño o la niña han permanecido mucho tiempo en casa, o han estado muy apegados/as a un familiar (vacaciones de verano, fiestas de Navidad, confinamiento). También hay que tener en cuenta que es algo que se acentuará si están afrontando algún cambio importante en la vida: nueva casa, nuevo colegio, el fallecimiento de un ser querido, problemas en la escuela, etc.”, explica Carolina.

Según nos cuenta la experta, finalmente los pequeños acaban aceptando que aunque los padres se vayan, siempre vuelven; lo que les ayudará en el futuro a desarrollar habilidades de afrontamiento y a ser independientes. “Sin embargo, a veces la reacción es exagerada y, además, nos hace sentir fatal y las criaturas son esponjas en todos los sentidos, también reflejan nuestro malestar”, puntualiza. En estas ocasiones, ¿qué podemos hacer?

  • Practicar: es clave ir de menos a más, que conozca bien el colegio y el profesorado y que lo podamos ir dejando en periodos cortos para ir alargando cada vez más su estancia allí sin nosotros.
  • Tranquilidad y coherencia: es muy importante transmitir calma y confianza en el momento de la despedida, no estar de mal humor y repetir un mensaje firme y sencillo para que puedan entender cuándo volveréis. Debemos irnos y no volver aunque grite o llore, y debemos mantenernos firmes en esto (normalmente a los 10-15 minutos, se les ha pasado y si queremos calmar nuestra propia ansiedad podemos programar una llamada a los 20 minutos para comprobar que todo va bien). De la misma manera, hay que ser coherentes y cumplir lo que hemos prometido y volver cuando les hemos dicho.
  • Elegir el momento adecuado: ya sabemos que las crisis en la infancia suelen coincidir normalmente con momentos del día clave: cuando tienen hambre, sed, sueño, están cansados o nerviosos. Por ello, en la medida de lo posible, hay que intentar que, si estamos en periodo de adaptación, nos separemos de nuestros hijos cuando tengamos controladas estas variables.

2. La importancia de las rutinas

Con la pandemia las rutinas han cambiado y ahora el termómetro y el gel desinfectante son dos de los grandes compañeros de los niños. Pero, ¿por qué son tan importantes las rutinas desde que son tan pequeños, incluso bebés?A medio y largo plazo, disfrutar de una vida estructurada les proporciona un correcto desarrollo. “Las criaturas interiorizan la sucesión y el ritmo de las actividades que realizan siguiendo rutinas que les sirven de ayuda en la adquisición de hábitos de todo tipo. Además, establecer rutinas y hábitos a lo largo de un día, les ayuda a ser más receptivos y, en un futuro, en la adquisición de las normas de la sociedad. Les da estabilidad emocional y control sobre su propia autonomía, un concepto muy importante a trabajar en la infancia”, revela Carolina.

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3. El límite del uso de las TIC (Tecnologías de la Educación y la Información)

Evitarlas y limitarlas en edades tempranas es crucial. Su uso no se recomienda hasta que los niños cumplen 2 años porque durante este tiempo se considera que deben descubrir su entorno, socializar y relacionarse con el mundo, con otros niños y con personas adultas. “Esto es clave para el desarrollo de su lenguaje, su desarrollo motor y sus habilidades socioemocionales”, afirma la educadora.

Asimismo, “la Asociación Americana de Pediatría y la Organización Mundial de Salud han elaborado unas guías con recomendaciones de uso de estos dispositivos digitales en función de la edad de las criaturas”, nos cuenta Carolina. Los limites son estos:

  • Evitar el uso de pantallas digitales en menores de 18 a 24 meses (excepto videollamadas de forma puntual).
  • Seguir la regla 20-20-20: cada 20 minutos descansar al menos 20 segundos mirando un objeto lejano para descansar la vista.
  • De 2 a 5 años limitar el uso de las pantallas a 1 hora al día, y siempre con programa educativos de alta calidad y, a ser posible, acompañarles para explicarles el contenido.
  • Mantener los dormitorios, la hora de la comida y el tiempo de juego libre de este tipo de dispositivos.
  • No usar pantallas una hora antes de ir a dormir.
  • A partir de 6 años en adelante, establecer límites de tiempo claramente definidos y combinar siempre con tiempo activo diario entre 60 y180 minutos.

4. El riesgo de contagios

Sin duda uno de los grandes retos de este curso está siendo el enfrentarse al riesgo de contagios. Según datos del Ministerio de Educación y Formación Profesional: “Las estimaciones de contagios del rango de edad de 0 a 4 son de un 2,2% respecto al conjunto de la población y en el caso de infantes de 5 a 9 años es del 3%. Además, solo un 0,56% de los casos en el grupo de edad de 0-4 años; el 0,08% en los de 5-9 años”.

Hoy en día las reglas han cambiado y desde muy temprano debemos siempre recordar a los niños la importancia de las medidas de seguridad, llevar la mascarilla en el caso de que tenga edad para ello, explicarles bien cualquier duda que planteen y responder a todas sus preguntas. “Una vez tomadas las medidas de seguridad pertinentes, es importante que sigan viviendo y haciendo planes, que tengan vida social.. porque no es incompatible ser responsable y seguir viviendo”, confiesa Carolina.

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5. Educar en valores de igualdad

Formar a los niños desde edades tempranas en materia de educación emocional, evitando los estereotipos de género, puede evitar que se sufran episodios de violencia y si suceden, proporcionarles herramientas para que lo detecten y lo comuniquen. Además, Carolina señala   la importancia de lo que llama “coeducación”, que se trata de educar a partes iguales tanto en el hogar como en la escuela. La experta nos da una serie de consejos para trabajar estos valores desde casa: “Inconscientemente, a los niños se les estimula más a nivel de habilidades físicas y a las niñas en el desarrollo del lenguaje oral en casa. Los juguetes que se compran y ofrecen suelen ser estereotipados y, lo peor, es que niños y niñas observan como la mayoría de tareas domésticas recaen sobre la mujer”. ¿Qué podemos hacer?:

  • Juego libre y observar y reconducir o bien dirigir el juego a acciones concretas que se alejen de comportamientos estereotipados.
  • Comprar en jugueterías, tiendas de ropa y empresas libres de género y utilizar los catálogos sexistas para comentarlos con nuestros hijos.
  • Elegir comprar cuentos que rompan estereotipos y/o modificar los cuentos tradicionales.
  • Proponer juegos cooperativos en lugar de juegos competitivos.

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