El ballet es una disciplina de gran belleza que suele atraer mucho durante la infancia. Además de los ejercicios en sí, la ropa que hay que llevar, con el tutú, las zapatillas de punta, los calentadores... hacen que llame la atención de bastantes niñas que suelen escogerla en sus clases extraescolares.
Pero más allá de todo ello, hay unos beneficios sobre la salud que conviene conocer. Eva Cerrato Aguirre, titulada en Danza Clásica y directora y profesora de la Escuela de Ballet Eva, de Bilbao, nos detalla cuáles son.
¿Desde qué edad se puede empezar a practicar?
El ballet se puede empezar a practicar desde los tres años. Serían clases de pre ballet, pero que ya van iniciando a los más pequeños en esta disciplina.
A esa edad, la base de la enseñanza se pone en los juegos y se trabaja, principalmente, tal como indica la experta, “la expresión, el ritmo, el sentido del movimiento, la musicalidad, el sentido del equilibrio y la creatividad, entre otros”.
El objetivo es que desde muy pequeños comiencen a desarrollar el amor por la música y por la danza desde un entorno lúdico que les va a atraer mucho más a esa edad que una clase más reglada y formal.
¿Qué les aporta el ballet?
En la infancia, la práctica del ballet tiene ventajas tanto cuando se realiza a nivel individual, como cuando se ensaya una coreografía a nivel grupal.
Beneficios individuales
Si nos fijamos en los beneficios para el niño de forma individual, Eva Cerrato destaca los siguientes:
- Adquieren una postura correcta.
- Aumenta la elasticidad.
- Desarrollan la musculatura general del cuerpo.
- Se favorece su equilibrio.
- Ayuda a la pérdida de peso.
- Mejora la coordinación del movimiento del cuerpo (la psicomotricidad).
- Hay un crecimiento más armonioso.
- Liberación de endorfinas (cuando los niños bailan se liberan estas hormonas que producen bienestar).
Beneficios en grupo
Una parte del trabajo en ballet se desarrolla en grupo, preparando y ensayando coreografías y representaciones que luego se llevarán a cabo delante de público o de otros compañeros. Así les beneficia exponerse a ello:
- Fomenta el trabajo en equipo (cada uno debe dar lo mejor de sí mismo para que el grupo brille y ha de haber una gran coordinación para que la pieza luzca bien).
- Aumenta la concentración y la memoria (tienen que responsabilizarse de sus movimientos, coordinándose con el resto y para ello hay que estar muy concentrados).
- Potencia la creatividad.
- Mejora la disciplina (no importa tanto uno mismo como el grupo en su conjunto y hay que trabajar para todos).
- Ayuda a una buena autoestima (hay que enfrentarse a situaciones de estrés y nervios, que una vez superadas mejoran el autoconcepto del niño).
- Desarrollan la musicalidad.
Una mayoría femenina
El ballet no tiene género. Sin embargo, la mayoría de los menores que lo practican son niñas. Poco a poco se van viendo cada vez más chicos, pero, de momento, la proporción a favor de ellas es muy alta.
“Aunque cuesta que se incorporen los niños al ballet, a ellos también les gusta mucho bailar y les gusta el ballet. Poco a poco cada vez son más los niños que practican esta disciplina. Creo que en el futuro habrá más niños que practiquen ballet”, señala la directora de www.balleteva.com.
¿Cualquier niño puede hacer ballet?
Ya hemos visto todos los beneficios del ballet sobre la salud física y emocional del niño. Es un ejercicio muy completo que se puede adaptar a las posibilidades de cada menor. En este sentido, no es necesario contar con unas aptitudes físicas extraordinarias o sobresalientes. “El ballet puede aportar diferentes tipos de ejercicio e intensidad, adptándose a las características de cada niño”, aclara Eva Cerrato.
En este sentido apunta que cualquier niño podría practicarlo con ganas e ilusión. Eso sí, para dedicarse profesionalmente al ballet sí sería necesario contar con determinadas condiciones físicas, “pero el trabajo, el tesón y la pasión consiguen grandes cosas”, insiste.
¿Hay alguna contraindicación médica para hacer ballet?
El pre ballet, que se centra en la mejora de la psicomotricidad a través del juego, es una práctica adecuada para cualquier pequeño. A medida que el niño va cumpliendo años y que los ejercicios pueden ser más exigentes, si hay cualquier problema de salud conviene consultarlo con el pediatra o el especialista de referencia, siguiendo siempre sus indicaciones.
Así, tal como subraya, Eva Cerrato, “salvo que lo desaconseje el médico, por lo general, la enseñanza del ballet puede adaptarse a cada persona y ayudar a mejorar sus capacidades”.