En la gestación todo está pensado al más mínimo detalle para que el bebé que se está formando disfrute de las mejores condiciones durante esas 40 semanas. Hay distintos elementos que lo protegen del ruido, del frío e incluso del roce constante del líquido amniótico. Uno de ellos es el lanugo, un vello fino que lo recubre y con el que algunos bebés vienen al mundo, especialmente si nacen antes de tiempo.
¿Qué funciones tiene en la gestación el lanugo? ¿Por qué en algunos niños no desaparece hasta después del parto?
Desde la semana 13 de embarazo
El lanugo comienza a aparecer en el feto a partir de la semana 13 de gestación. Tal como cuenta el Dr. Stuart Campbell en su libro ¡Mira cómo crezco! (Ed. Planeta), el lanugo es una especie de pelo suave y extrafino que crece sobre la piel del bebé.
El lanugo sigue las líneas de la piel del niño en formación, que en ese momento es muy fina. De hecho, el Dr. Campbell la compara con el pergamino. Así, va cubriendo poco a poco el cuerpecito del feto, “creando dibujos que parecen huellas digitales”.
Hacia la mitad del embarazo, sobre la semana 20, el lanugo ya cubre todo el cuerpo del bebé, incluyendo el rostro.
¿Cuáles son sus funciones?
El lanugo tiene varias funciones durante el embarazo. Así, entre las que se conocen, están las siguientes:
- Protege su piel. El feto está flotando en líquido amniótico hasta el momento del parto. Si no constase con alguna protección, tal vez su delicada piel sufriría algún daño. Por este motivo, el bebé está cubierto de una sustancia de apariencia y consistencia gelatinosa, denominada vérnix caseosa. Se cree que el lanugo ayuda a fijar el vérnix a la piel del bebé para que esa protección no desparezca en ningún momento.
- Regula su temperatura. Al recubrir el cuerpo del bebé durante su periodo intraútero, el lanugo también contribuye a regular la temperatura corporal.
- Es parte del meconio. El lanugo se va desprendiendo en las últimas semanas de gestación. Este vello queda entonces suspendido en el líquido amniótico y el bebé lo traga junto con otras sustancias de desecho. Con todo este material se va elaborando el meconio, esa primera deposición que el bebé hará, si todo va bien, tras el parto y que pone a funcionar su sistema digestivo.
El lanugo en el recién nacido
Tres de cada diez niños nacidos a término tienen lanugo. A pesar de que en la mayoría de los casos el lanugo desaparece por completo, o casi por completo, antes del parto, en algunos bebés es visible en el momento del nacimiento.
Es más frecuente que esto ocurra en bebés prematuros; a menor edad gestacional, más probabilidad, ya que no les ha dado tiempo a completar dentro del útero el proceso por el cual el lanugo se va desprendiendo.
No obstante, también hay otros niños que nacen a término que tienen lanugo. Este puede cubrirles la espalda, los hombros y el rostro (especialmente, las orejitas).
Puede ser de distinta tonalidad, dependiendo de factores genéticos y del color de la piel del bebé. Así, hay algunos que tienen el lanugo muy oscuro y otros que lo tienen muy claro, prácticamente imperceptible.
En los bebés que llegan al mundo pasadas las 41 semanas de gestación es muy infrecuente que aparezca el lanugo, aunque sí pueden nacer con la piel más arrugada al haber desparecido este factor protector.
¿Qué se debe hacer con el lanugo?
El lanugo irá desapareciendo por sí solo para dar paso al vello. Los padres no tienen que hacer nada (ni quitarlo, ni darle importancia), ya que se irá desprendiendo solo sin necesidad de intervenir. Así, en los niños prematuros, cuantas más semanas extrauterinas vayan cumpliendo (acercándose a la que debería haber sido su fecha de parto), menos lanugo irá quedando.
Es cierto que en algunos casos, el exceso de vello en el cuerpo del bebé o del niño puede indicar la existencia de alguna enfermedad, pero son casos aislados y muy alarmantes que, con toda probabilidad, llamarán la atención del pediatra. En el resto de situaciones, el lanugo irá desapareciendo poco a poco, aunque ante la duda sobre cómo actuar siempre es mejor consultar con el médico.