La adolescencia es esa etapa de la vida en la que se pasa de niño a ‘joven’ y podríamos decir que es un periodo de adaptación a la vida adulta en todos los sentidos.
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Se caracteriza por una serie de cambios que se dan tanto a nivel físico como cognitivo, emocional y social en los pequeños. Para conocer más sobre la adolescencia hemos consultado a Laura Cerdán, psicóloga y psicopedagoga (@lcpsicologia). “El niño va a ir evolucionando poco a poco hasta convertirse en una persona adulta. Y para ello, hablamos de tres etapas dentro de la adolescencia. Los márgenes de edad que se establecen deben considerarse orientativos, pues si bien es verdad que se ajustan a los cambios del joven, cada adolescente es diferente y cada una de estas etapas puede acortarse o alargarse en cada caso distinto”, nos cuenta la experta.
Las tres etapas de la adolescencia: conoce cómo es su cambio
1. Adolescencia temprana
Se da entre los 10 y 13 años y se caracteriza por el inicio de la pubertad, que supone grandes cambios físicos y maduración sexual. Los cambios emocionales y sociales van a ser muy notables y es que sus emociones van a cambiar, pero no sus sentimientos. El que antes era un niño que abrazaba todo el rato, ahora puede que al llegar a casa solo diga un ‘hola’, pero eso no quiere decir que haya dejado de querer. Querrán seguir siendo niños para determinadas cosas y que les traten como adultos para otras. Mientras que a nivel cognitivo: “El adolescente utiliza pensamientos complejos centrados en la toma personal de decisiones y en sí mismo. Se vuelven, en este sentido, “egocéntricos”. El joven habla sobre sus propios pensamientos y opiniones, los cuales a veces van a resultar un tanto extremos, y va a empezar a cuestionar normas sociales y autoridad”, explica la psicopedagoga.
2. Adolescencia media
Comprende las edades entre los 14 y 17 años aproximadamente. Los cambios físicos continúan y por supuesto, los cognitivos. Reclaman más su independencia respecto de sus padres y gana peso cómo se ven y cómo quieren ser vistos por los demás: “La imagen personal es una preocupación frecuente y cambian las relaciones de amistad. La importancia dada a las amistades aumenta y se irán desarrollando otros intereses a medida que el sentido de identidad está más definido. Aumenta su preocupación por su futuro académico, son capaces de tomar decisiones más complejas, controlar sus impulsos y tener en cuenta el punto de vista del otro. A nivel emocional, aumenta el interés por el sexo y por las relaciones románticas. Las hormonas van a jugar un papel fundamental y en ocasiones, pueden sentirse confusos”, explica Laura.
3. Adolescencia tardía
Es la comprendida entre los 17 y los 19 años. Comienzan a sentirse más cómodos con su físico y aunque las amistades siguen siendo importantes, las relaciones de pareja ganan interés, se vuelven más estables, se peocupan por su futuro académico… “Demandan independencia física y emocional respecto a sus padres. Sin embargo, puede darse una redefinición de la relación con estos, y es que puede darse el caso de tener una relación más “adulta” en la que ya no vean a sus padres como figuras de autoridad, sino como personas en quienes confiar para tratar preocupaciones y problemas”, explica la experta. Además de comenzar a tener más valores propios, capacidad de compromiso y de establecer límites.
¿Cómo afrontar estos cambios como padres?
Normalmente la época de la adolescencia se ve con tintes negativos o problemáticos, cuando en realidad es un tiempo de redescubrimiento tanto para los jóvenes como para los padres. La psicóloga nos da su opinión al respecto y asegura que: “La adolescencia es una etapa necesaria que nos brinda, por un lado, a nosotros como padres y, por otro lado, a ellos como protagonistas de ésta, infinidad de oportunidades de seguir aprendiendo. Para abordar la adolescencia, creo que es fundamental haber empezado a trabajar en la relación con tu hijo en el mismo momento de su nacimiento. A veces, dentro del seno familiar, madre y padre nunca preguntan a su hijo de 5, 6, 7 años cómo le ha ido el día en el cole o cómo está y luego se sorprenden porque en la adolescencia su hijo no les cuenta nada”, asegura.
La adolescencia es una etapa de crisis vital y por supuesto, conlleva conflictos entre padres e hijos. Para llevar bien esta etapa la experta recomienda, sobre todo:
- La comunicación entre los distintos miembros de la familia
- Haber asentado previamente unas bases de confianza, cariño y respeto
- Dedicarle tiempo al joven, “aunque no lo parezca, el adolescente sigue necesitando a sus padres, sigue necesitando su orientación, su aprobación y su atención. Lo único que cambia es que ya no lo demanda de la misma manera que años atrás”, especifica.
- Respetar sus opiniones, aunque no las compartas
- Demostrarle afecto
- Valorar sus logros
“Cambiar nuestro enfoque de esta etapa de la vida es el primer paso para salir airosos de ésta. Es importante entender que la función de la adolescencia no es hacernos la convivencia insoportable, sino ayudar a nuestro hijo a llegar a la vida adulta y lo que ello implica: tomar decisiones, aprender de sus errores y ser autónomos y responsables”, aconseja Laura.