Tanto las consultas como las urgencias psiquiátricas infanto-juveniles han experimentado una gran presión asistencial en los últimos meses. Así, ha habido un aumento importante de casos, especialmente de adolescentes, con cuadros agravados de salud mental.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Hay patologías previas que han empeorado y otras que se han manifestado por primera vez, por la dureza de la situación, ante la que los adolescentes no pueden responder con las mismas habilidades emocionales que un adulto. ¿Cuáles son los factores que más peso han tenido en ello?
Un cúmulo de causas
La adolescencia es, de por sí, una época complicada. Si a esto le unimos las circunstancias del confinamiento del pasado año y las posteriores restricciones, hay una serie de consecuencias muy claras. ¿Qué es lo que más ha afectado a los jóvenes de esta edad?
Pérdida de mecanismos forjadores de su identidad
Los adolescentes están ‘en construcción’; por eso, necesitan de sus iguales para ir proyectando quiénes son. Esta interacción con otros como ellos es vital en estos años. Sin embargo, la situación sanitaria ha complicado mucho este tipo de encuentros.
“El confinamiento ha sido un factor muy importante que ha roto las relaciones sociales de los menores, incidiendo de forma muy directa en sus mecanismos forjadores de identidad, algo que ha tenido una especial incidencia sobre la población femenina”, aclara la Dra. Arantza Fernández Rivas, jefa de la Sección de Psiquiatría Infanto-Juvenil del Hospital de Basurto, en Vizcaya.
Sentimientos de culpa, ansiedad e incertidumbre
Los adolescentes fueron señalados como responsables en algún momento del aumento de contagios, lo que generó en ellos un gran sentimiento de culpabilidad, según explica la Dra. Fernández Rivas.
A esto se añaden el duelo por la pérdida de seres queridos y la ansiedad y la incertidumbre que aparecen debido a la falta de control sobre el fin de la pandemia.
Falta de metas e ilusiones
Ante el panorama mundial, muchos adolescentes han sentido falta de ilusión en el futuro. La ausencia de objetivos ha provocado una tendencia al aislamiento de este grupo de población, tal como ha explicado Pilar Cutando, psicóloga infanto-juvenil de la Asociación Aragonesa Pro Salud Mental (ASAMPE) en el Observatorio Covid-19 ANIS, sobre la huella de la pandemia en niños y adolescentes.
Para esta experta, que durante las semanas de confinamiento estricto estuvo atendiendo un teléfono dirigido a la salud mental de los menores, mientras que los niños sufrieron más cambios emocionales y rabietas, en los adolescentes se observó una tendencia muy marcada a encerrarse en sí mismos.
Cambio de rutinas
Entre los factores que han condionado el empeoramiento de la salud mental de los jóvenes está la modificación de los hábitos que tenían hasta antes de la pandemia. Así, han sufrido un cambio de horarios, muchos han dejado de practicar deporte o de hacer actividad física, han perdido relaciones sociales, han tenido una sobreexposición a pantallas y han convivido con la enfermedad y la muerte.
El papel de los padres
Los padres tienen una importancia clave en este momento para sostener a sus hijos adolescentes ante los problemas de salud mental que muchos están sufriendo a consecuencia de la pandemia.
Sin embargo, no siempre ellos mismos pasan por la mejor situación. “El estrés padecido por los padres repercute directamente en los hijos. La pérdida de empleo, los problemas económicos y laborales, e incluso en la pareja, padecidos muchos de ellos como consecuencia de la pandemia, han provocado que aflore la ansiedad entre los jóvenes”, subraya Olga Albaladejo Juárez, psicóloga y miembro de Top Doctors.
Lo aconsejable es que haya una expresión (no un ocultamiento) de las emociones por las que se está pasando, pero sin desbordamiento emocional para poder convertirse en un apoyo para los hijos.
¿Cómo pueden ayudar los centros educativos?
Un reciente informe de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado (CEAPA) ha revelado que un 58% de las familias han observado cambios de conducta en sus hijos durante el último año.
A pesar de ello, el 88% de los encuestados declaraba que en el centro educativo de sus hijos no se había implementado ninguna medida para el cuidado de la salud física o mental de los alumnos.
En el 11% de casos en que sí habían disfrutado de acciones en este sentido, se trataba de charlas, actividades de relajación, apoyo por parte del equipo de orientación e incluso ayuda psicológica.