El sueño es uno de los procesos más importantes que realiza el ser humano y es que si no descansamos bien muchas veces puede repercutir tanto en nuestra salud física como en el desarrollo psicológico. Esto trasladado a los bebés se convierte en algo crucial ya que el sueño es el momento en el que se consolidan los aprendizajes que realizan de forma tan rápida en su día a día. Pero, ¿qué es lo que suele pasarles a los bebés? Que muchos tienen dificultades a la hora de conciliar el sueño o bien, de volverse a dormir cuando se despiertan por la noche.
Los ciclos de sueño en los bebés
“El sueño es evolutivo y puede llegar a tardar hasta los 6 años en asentarse. Algunos niños lo hacen antes y otros más tarde. En los bebés tiene que ver en gran parte tener unos horarios establecidos, unas rutinas, respetar sus necesidades de sueño y otra gran parte es, cómo les hemos acostumbrado a dormir”, nos cuenta Ana Planelles, asesora de sueño infantil y Fundadora de Ducha, cena y a dormir (@duchacenayadormir).
En primer lugar hay que saber que existen los ciclos de sueño y que estos están formados por diferentes fases que ocurren mientras dormimos. Cuando estas se completan se considera que ha terminado un ciclo. La coach nos explica que: “En los adultos suele durar unos 90/110 minutos, mientras que en los niños es de unos 45/60 minutos. Cuando acaba el ciclo su cuerpo se despierta y es cuando el niño lo “engancha” con otro o no, y es entonces cuando no puede volverse a dormir por sí solo”.
La higiene del sueño, ¿cómo conseguirla?
“Esta noche no he pegado ojo, se ha despertado 4 veces” “Qué horror de noche, no paraba de llorar” Estas son algunas de las frases que más se repiten entre los padres más recientes y es que la típica expresión de “prepárate para no dormir” que se les dice a los primerizos no es en vano, aunque tampoco muy alentadora. Sin embargo, los patrones de sueño van cambiando según la edad del niño, y cada bebé tiene un comportamiento distinto por lo que es importante fijarse de forma individualizada en cada caso y detectar qué estamos haciendo mal. “Un niño que se ha dormido en brazos y después le hemos dejado en la cuna, cuando se despierta está en otro sitio y es entonces cuando muchos de ellos reclaman esa ayuda para volverse a dormir. En cambio, esto le pasa a otro niño, abre los ojos, los cierra y sigue durmiendo tan tranquilo. Esto quiere decir que no hay un motivo real de por qué unos se despiertan y otros no. ¿Puede ser suerte? Sí, pero los hábitos influyen muchísimo”, explica la coach.
La higiene del sueño, así lo llaman los expertos, son todos aquellos factores que rodean su descanso, como por ejemplo, entre otros:
- Las ventanas de sueño: es el tiempo que debería aguantar como máximo despierto o dormido durante el día
- Un ambiente adecuado
- El estado de cansancio del niño
Y por otro lado, hay que tener en cuenta cuáles son las condiciones optimas para que el niño duerma bien:
- Un horario adecuado para su edad (que duerma las horas necesarias)
- Que no haya pantallas, y si las hay que sean una hora o dos como mucho antes de ir a dormir
- Ser muy constantes
- Que la hora de antes de ir a dormir siempre sea igual y calmada
- Tener un ritual previo antes de dormir: hace que el niño se relaje mentalmente. El cuento, el beso a papá, lavarnos los dientes…
- El ritual previo también es aplicable a las siestas: nos ayuda a que el niño esté más predispuesto a irse a dormir.
- Luz siempre apagada, tranquilidad
- Temperatura adecuada…
El apego mal entendido a la hora de dormir
Uno de los procesos más importantes en la vida de un bebé desde su nacimiento es el apego. Se trata del vínculo afectivo que este realiza con la madre o con la persona que se encarga de su cuidado, para asegurar su desarrollo psicológico y el de su personalidad, y será aquello que le proporcione seguridad en los momentos que se sienta amenazado. “Muchas ocasiones se confunde el término de apego con que el bebé tiene que estar “pegado” a mamá o a papá sin embargo, es mucho más que eso. A la hora de dormir el apego no quiere decir que tenga que hacerlo contigo. De hecho lo ideal es que el tenga su espacio. Su propia cama, su cuna, o su cuna de colecho… pero en lo que insistimos es en que tenga su propio colchón. Su propio espacio”, recomienda la asesora.
¿Chupete para ayudarles a dormir sí o no?
Existen tantos adeptos como detractores del chupete pero lo que sí que es cierto es que se trata de una herramienta más para calmar al bebé. Los odontopediatras recomiendan quitarlo a partir de los 12 meses de edad aunque se puede alargar hasta los 18, siempre dependerá de las circunstancias que rodeen en ese momento al niño.
“Es importante saber que hasta los 8 o 10 meses los bebés no saben ponerse el chupete solos. Hasta ese tiempo si se despierta sin chupete hay que ir ponérselo, hacerle algún mimito e irnos. A partir de los 8 y 9 meses se puede empezar a practicar y ponerle en la cuna por ejemplo, hasta 10 chupetes. Es entonces cuando dejas de ponérselo tú y comienzas a enseñarle a ponérselo solito. Se lo dejas en la mano y se la llevas a la boca para que él entienda que si tiene un chupete en la mano tiene que hacer ese gesto. Con eso hay muchas posibilidades de que cuando se despierte en la cuna y de un manotazo, encuentre un chupete, se lo ponga y se calme solo. Porque al final lo que le calma es el chupete y le enseñamos a gestionarlo solo. Con esto se considera que duermen del tirón”, afirma Ana.
Y es que lo fundamental es que los padres “cambien el chip”, según nos dice. “Estamos acostumbrados a decir “lo voy a dormir”, cuando en realidad el niño tiene que aprender a dormirse solo. El papel de los padres es el de calmarle, apoyarle y acompañarle hasta que el niño se duerma”.
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Asesorías del sueño, ¿son efectivas?
Se considera que los bebés hasta los 6 meses de vida no tienen un patrón de sueño instaurado como para poder enseñarles a dormir. Las asesorías de Ana son a partir de esta edad y según ella “somos la última opción” y es que este tipo de recursos implican un gran desembolso de dinero que no todas familias se pueden permitir.
Además, “Nuestros clientes suelen pedirnos ayuda sobre todo con bebés de una media de unos 13 meses. Como no podemos dar garantías aseguradas, las familias dudan mucho por eso tardan tanto en decidirse. Nosotros trabajamos durante 3 semanas dentro de las cuales garantizamos una mejora. Cuando acaban y va todo bien los papás siempre dicen “hubiera pagado más”. Pero nosotros ofrecemos servicios para todos los bolsillos. Desde talleres, damos consejos… hasta consultas privadas, planes de sueño…”.