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alimentaci n infantil© GettyImages

Mi hijo no come bien, ¿debería preocuparme?

Te explicamos cómo mejorar la afición de los más pequeños por la comida


23 de noviembre de 2021 - 15:06 CET

Es una de las consultas más frecuentes en pediatría. El tema de la alimentación es, para la mayoría de los padres, de gran preocupación. Desde las primeras semanas de vida pretenden que el bebé coma lo máximo que pueda para que gane peso rápidamente, tenga mejor salud y no caiga enfermo. Y no saben que, si el niño come más de lo que debe, se van a presentar distintos problemas en su alimentación y en su salud, como los cólicos, la obesidad, las regurgitaciones, las alteraciones del sueño y muchos otros. Por estas razones, durante las primeras semanas y meses de vida, la relación con el pediatra debe ser continuada y mantenida, para estar correctamente asesoradas y no cometer errores.

Por qué comen mal

Estamos hablando de niños sanos. Aquellos con diferentes enfermedades o problemas de salud, como los adultos cuando están enfermos, comen peor o no comen. Por eso es importante diferenciar esta situación. Y estamos hablando de padres que piensan que sus niños no comen todo lo que deberían, según criterios propios, muchas veces, comparativos.

Muchos niños activos, nerviosos, intelectualmente despiertos y generalmente precoces, a partir de una determinada edad empiezan a tener poco interés por la comida. A medida que van teniendo relación con el entorno, difícilmente aguantan sentados y tranquilos toda la toma, y en cuanto notan que han comido suficiente para mitigar el hambre quieren dejar de comer y nunca terminan el plato.

Bien es verdad que muchos padres, en su creencia de que comiendo mucho estará más fuerte y más sano e influenciados por las tendencias estéticas de que un niño gordo y rollizo es más guapo y lucido que uno delgado, están permanentemente inclinados a sobrealimentar a sus hijos.

Alimentación infantil© GettyImages

La insistencia de los padres y su interés porque el niño coma todo lo que consideran necesario será percibida rápidamente por él, se dará cuenta de su poder y hará a sus padres un permanente chantaje, prolongando las comidas, exigiendo atenciones y negándose a seguir comiendo cuando se note mínimamente satisfecho. Y no digamos si se ha producido algún acontecimiento como la llegada de un nuevo hermano o se ha iniciado la guardería. Llamará la atención de los padres y cuidadores de forma continuada para obtener réditos, ventajas y máximas atenciones.

Esta situación en casos extremos da lugar casi siempre a un niño mal comedor, a unos padres angustiados y ansiosos y a un hogar donde la comida del hijo es el tema más importante para su bienestar y educación. Todo ello es un gran error.

Estos niños mejoran con la edad. Nunca serán grandes comedores, pero al crecer y desarrollarse se relajan, se hacen más maduros y, aunque no darán importancia a la comida, se nutrirán de forma adecuada y tendrán un crecimiento completamente normal.

Cómo mejorar su afición a la comida

  • Intentar que el momento de sentarse a la mesa y comenzar a comer sea agradable y relajado.
  • Alimentarse es un hecho biológico. No se debe dar tanta importancia a la comida, sobre todo delante del niño. Esta actitud familiar no es precisamente un acierto educativo.
  • Ofrecerle siempre que se pueda los alimentos que más le gusten y prepararlos como más apetecibles le resulten.
  • No prolongar las comidas en exceso. Hay que tratar de no estar más de 10 minutos por plato.
  • No cambiar el menú por exigencias del niño.
  • Si no termina su comida a pesar de recomendaciones y distracciones, no demostréis enfado o disgusto. Retirarle el plato sin regañarle. Demostrarle que no os afecta.
  • No le castiguéis por no haber comido. No hagáis comparaciones con otros hermanos. Estas recomendaciones pueden aplicarse en niños sanos que están utilizando el no comer -o comer poco- como elemento de presión y de chantaje en el ambiente familiar para recibir más atenciones.