Suave y muy delicada, la piel de los niños está más expuesta a las agresiones externas y es más inmadura y más vulnerable que la piel del adulto. Además, muchas de sus lesiones están ocasionadas por reacciones alérgicas o inmunes del organismo infantil. La frecuencia, la localización y las causas de las dermatitis infantiles tienen una evolución paralela a las alteraciones de condición alérgica. Las dermatitis del pañal, las atópicas, las rosáceas y las urticarias son claros ejemplos de ello.
Dermatitis del pañal
También conocida como “eritema del pañal”, es una dermatitis que se presenta en la época de la vida del niño en la que usa pañales. La sensible piel del bebé y el ambiente cerrado del pañal -con humedad extrema, heces y orina y ausencia de transpiración por periodos prolongados de tiempo- hacen que se presenten signos en la piel de irritación, inflamación, descamación y erosión que dan lugar a la dermatitis.
En niños con piel normal, la aparición de este eritema suele tener relación con fallos en la higiene y en la tardanza en los cambios del pañal. Su aparición suele ser esporádica y su evolución hacia la curación, rápida. Por el contrario, los niños atópicos de piel clara y f ina suelen padecer esta dermatitis de forma más persistente, con evolución más tórpida y curaciones más difíciles y tardías.
La prevención es fundamental, con medidas de higiene básicas, con cambios frecuentes, lavados con jabones de pH ácido, uso de cremas barrera y aplicación de sustancias quelantes y antisépticas para prevenir la sobreinfección por hongos o bacterias.
Dermatitis atópica
Es de naturaleza crónica y recurrente, y de alta incidencia en la infancia, pues más de un 20 % de los niños tienen algún síntoma de atopía a lo largo de los primeros años de vida. Cursa en forma de brotes y, en su origen, tienen una íntima relación las enfermedades alérgicas, ya que la mayoría de los casos se presentan asociados a alergias estacionales, rinitis, alergias respiratorias, asma o incluso alergias alimenticias. Los síntomas clásicos de la piel atópica son la sequedad, el picor, la descamación y la dermatitis. Las lesiones cutáneas tienen diferente clínica y morfología en un mismo paciente y van desde el simple enrojecimiento al eritema, las máculas, la irritación, el eczema o las vesículas, siempre con abundantes lesiones de rascado. Estas se localizan en cara, cuello, pliegues retroauriculares, inguinales, pliegue antecubital y pliegues del hueco poplíteo.
Es una dermatitis que se ve muy influida por el clima. Empeora en los climas secos y fríos y mejora los cálidos y húmedos. El tratamiento de la atopía se basa en controlar el picor y en la hidratación intensa de la piel con cremas y pomadas. En ocasiones, mejora con cremas con corticoides y, recientemente, los tratamientos tópicos con inmunomoduladores.
Rosácea
Es una enfermedad de la piel de origen desconocido, pero con un gran componente hereditario. Las lesiones se presentan en la cara, en forma de chapetas malares con enrojecimiento intenso, comedones y engrosamiento de la piel en la frente, la barbilla, la nariz y las mejillas. Es poco frecuente en la edad infantil y afecta más a mujeres en edad media de la vida. De evolución crónica, se manifiesta más en forma de brotes.
Urticaria
Es un tipo de dermatitis muy frecuente en los niños. Se caracteriza por lesiones cutáneas en forma de habones y de ronchas de color rojo, que hacen discreto relieve y de variada morfología y extensión. Aparece de forma súbita, se presenta más en zonas cutáneas de roce y aumenta en contacto con el calor.
Las causas más frecuentes de urticaria en el niño son la ingestión de alimentos como frutos secos o mariscos, la toma de medicamentos, la inhalación de sustancias, el contacto con animales, los baños en agua muy fría o muy caliente y la exposición a la luz solar. El tratamiento, en primer lugar, consiste en prevenir la causa que la genera; y si se presenta, en la administración de antihistamínicos para controlar la inflamación y el picor.