Los primeros dientes de leche salen en torno a los 6 meses de vida . Sin embargo, como en todos los hitos del desarrollo de un niño hay excepciones. Tantas que, algunos de ellos, nacen incluso con dientes -son los que se conocen como dientes neonatales-; otros, por su parte, llegan a su primer año sin ninguno. El primer caso es bastante raro, pero el segundo, no tanto. Según nos dicen los expertos, es muy posible que la salida de los primeros dientes se retrase, incluso, hasta los 18 meses. Pero, entonces, ¿cuándo debo preocuparme? Precisamente a partir de ese año y medio de vida, siendo necesario un estudio individualizado.
Así nos lo aconseja la Dra. Rosario Galindo Muñoz, ortodoncista y odontopediatra, además de portavoz de Fluocaril y directora médica de Tänder Clínica Dental Especializada, con quien hemos querido hablar para resolver todas tus dudas en cuanto a la salida de los primeros dientes y la importancia de la salud bucodental de los más pequeños.
Salida de los primeros dientes, ¿es dolorosa?
La evidencia científica nos dice que la salida de los dientes puede generar síntomas semejantes a una inflamación localizada y totalmente transitoria, además de una posible ligera subida de la temperatura -que nunca llega a convertirse en fiebre -, enrojecimiento de las encías y molestias o dolores. Todo ello, como muchos padres ya saben, se traduce en cierta irritabilidad, que puede ser más o menos intensa dependiendo, como siempre, de cada niño.
Para aliviar estos síntomas, podemos:
- Aplicar frío en la zona, ofrecer mordedores, polos de leche materna o de fórmula al bebé.
- Darles, por supuesto, mucho cariño durante estos días.
- No se recomienda el uso de cremas con anestésico u otros fármacos, aunque sean productos homeopáticos, aplicados a las encías, pues pueden no ser seguros para un bebé.
- Y los famosos collares de ámbar no han demostrado su eficacia, pero sí que pueden suponer un riesgo de asfixia importante, por lo que también están desaconsejados.
Si es tarde y no hay dientes, ¿tengo que hacer algo?
Como hemos dicho al principio, nos dice la experta, “el proceso de la erupción de la dentición temporal (no la permanente) comienza, generalmente, entre el sexto y octavo mes de vida, finalizando a los tres años”. Pero las excepciones están ahí. Por eso, si llegados esos tres años, esto no ocurriese, “se debe acudir a un odontopediatra que realice una exploración individualizada y valore cada caso”. Sus consejos y asesoramiento temprano son fundamentales.
Sin embargo, nos dice, no podemos olvidar que, “aunque es poco frecuente, puede que alguna pieza dental no aparezca por razones de tipo congénito (es lo que llamamos agenesia dental) y deberse a posibles alteraciones que se produjeron durante el embarazo en la lámina dentaria, produciendo más o menos gérmenes diarios; además de todo lo contrario, dientes supernumerarios”. En ningún caso debemos asustarnos.
¿Con un primer diente, ya puedo cepillar la boca de un bebé?
La respuesta es “no, mucho antes”. La higiene dental en niños debe empezar antes de la erupción del primer diente de leche (que, por orden de erupción suele ser un incisivo inferior), porque en su boca quedan restos de leche o papilla y éstos deben ser eliminados. La doctora nos explica cómo hacerlo.
Higiene dental antes del primer diente
Para la limpieza de la boca del bebé sin dientes, hay que masajear las encías con una gasa o con un paño limpio humedecido en agua. Si no, también podemos hacernos con un cepillo de dedo de silicona para masajear y limpiar las encías. Esta rutina deberíamos hacerla dos veces por día, después del desayuno y, muy importante, antes de dormir.
Higiene dental a partir del primer diente
A partir de la erupción del primer diente de leche, debemos evitar el biberón nocturno pero, de no hacerlo, es importante realizar una limpieza bucal antes de que el bebé se duerma. A partir de ahora, debemos elegir un cepillo de cabezal pequeño que se adapte a la boca del niño, con cerdas suaves y utilizar pastas con flúor, muy importante, de 1000ppm (partes por millón de flúor, algo que puedes comprobar en la propio tubo de pasta dental). La cantidad de pasta a utilizar no debe tener nunca un volumen mayor a un grano de arroz, al menos, hasta que nuestro hijo cumpla los 3 años.
A partir de aquí y hasta los 5 años, se puede aplicar una mayor cantidad (aproximadamente, el tamaño de un guisante) y una concentración mayor de flúor, 1450ppm. Y, por último, algo que nos recalca la experta, “los padres de niños menores de 8 años deben repasar el cepillado realizado por sus hijos, sobre todo, en los dientes posteriores, pues aún no se han adquirido las habilidades suficientes para realizar una buena higiene bucal”.