Si estás embarazada, inmersa en el tercer trimestre y se acerca la fecha prevista para tu parto , seguramente ya te han comentado que tienes que “comenzar a ir a monitores”. Tú no tienes ni idea de lo que es ni de qué vas a ver en ellos, pero la realidad es que la monitorización fetal antes del parto es fundamental. No te preocupes, es una prueba prenatal indolora que se realiza para saber que tu bebé está bien. Es la manera que tienen los médicos de controlar el bienestar del bebé al final de la gestación , cuando ya es más grande y tiene cada vez menos líquido amniótico. Es decir, se comprueba la vitalidad fetal, la oxigenación y las contracciones uterinas de la madre. Pero si quieres ir más tranquila a tu primera consulta de monitores, te explicamos más detalladamente en qué consisten y resolvemos algunas de las preguntas más frecuentes.
¿Qué se hace en una consulta de monitorización fetal?
La monitorización fetal, comúnmente llamada ir a monitores o a correas, nos explica Saray Saray Losarcos, enfermera, matrona y experta en lactancia materna y postparto, especializada además en movimiento físico durante el embarazo y parto, cofundadora de Mis Matronas , es un “método para evaluar el estado de salud fetal durante el embarazo y el parto. Se basa en el estudio de las características de la frecuencia cardiaca fetal”. Por ello, para su realización, se utiliza un aparato llamado cardiotocógrafo que registra la frecuencia cardíaca fetal y la presencia, intensidad y duración de la dinámica uterina; “esto es, las contracciones”.
Así pues, es una monitorización gráfica en la que se ve el latido cardiaco del bebé y también la actividad uterina de la embarazada, recopilando todos los movimientos fetales para comprobar que el bebé está bien. Se comprueba el funcionamiento placentario, la adecuada oxigenación fetal y, en algunas ocasiones, se aprovecha para realizar una ecografía y un examen de la madurez del cuello uterino.
Tipos de monitorización fetal, ¿antes o durante el parto?
Según nos explica la matrona, “antes del parto, y si no hay otra justificación, en la Sanidad Pública de nuestro país la monitorización fetal se realiza a partir de la semana 40”. Pero existen otras circunstancias en las que se puede realizar de forma previa y estas serían:
- Sospecha de parto prematuro . Cuando una mujer embarazada acude a Urgencias por sensación de dinámica uterina antes de la semana 37 de gestación, se realiza un registro para valorar la duración, frecuencia e intensidad de estas contracciones.
- Disminución del movimiento fetal intrauterino . Así, nos explica la matrona, “un signo de bienestar fetal es la presencia de movimientos fetales intrauterinos”. A lo largo de la gestación es común que el tipo de movimiento del bebé varíe, percibiéndose de diferentes modos, “pero siempre debe estar presente”. Ante la duda, se debe acudir a un centro médico, pues “la presencia de movimientos fetales (que suelen comenzar a sentirse entre las semanas 18 y 22 de gestación, aunque es muy variable), son un signo de bienestar y su disminución o ausencia, un signo de alarma que requiere evaluación médica”.
Por ello, cuándo es aconsejable empezar o no la monitorización, depende. La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) recomienda, “en un embarazo normal de bajo riesgo obstétrico que, de manera opcional, se realice un registro cardiotocográfico para evaluar el estado de bienestar fetal a partir de esa semana 40”, nos dice la matrona. En algunos casos, se puede adelantar, por alguna de las razones vistas, un par de semanas.
¿Cómo se realiza una consulta de monitorización fetal antes del parto? ¿Hay que ir preparada?
En primer lugar, es una consulta totalmente indolora y su duración mínima, “para un correcto registro cardiotocográfico es de 20 minutos”. Si transcurrido este periodo, el registro cumple con las características exigidas, finalizará la prueba. Si, por el contrario, no se produce este cumplimiento, se procede a estimular al bebé a través del tacto o tomando una bebida con algo de glucosa. Para que los padres estén tranquilos, es interesante conocer, nos dice la matrona, “que los bebés tienen periodos de sueño y vigilia, por lo tanto, la necesidad de alargar la duración de la prueba no es significativo de que nuestro bebé no se encuentre bien, simplemente puede ser que esté dormido”.
La prueba se realiza a través de dos transductores, el primero para controlar el latido del feto y el segundo para analizar la actividad uterina, que se colocan en la tripa de la madre a través de unas correas (de ahí, que se le conozca por este nombre) y se va grabando un gráfico con los datos que transmiten estos transductores a los monitores.
Por otro lado, “no es necesario realizar una preparación previa”, pero para que la técnica sea correcta, sí que es importante tener en cuenta algunas cuestiones que la matrona nos detalla:
- La mamá debe colocarse semisentada o en posición lateral, evitando estar totalmente tumbada.
- Se recomienda no acudir en ayunas, ya que se ha demostrado que los movimientos fetales son más frecuentes tras la ingesta, sobre todo, de glucosa, por lo que es recomendable comer algo antes.
- Además, como recomendación general está el no fumar , pero, si lo hace, debe transcurrir más de una hora entre la prueba y el último cigarrillo consumido.
- Por otro lado, si la embarazada consume otro tipo de medicamentos o sustancias, debe comunicarlo a la matrona de forma previa.
Por último, nos recalca la matrona, “la realización de esta prueba es sencilla de realizar, rápida, cómoda y no invasiva; además de que su interpretación es fácil y no tiene ningún efecto secundario ni contraindicaciones para la embarazada o el bebé”. Una vez ha finalizado, sí que deberíamos controlar que el bebé se mueve, quizás con menos frecuencia que en semanas anteriores (por el poco espacio que ya le queda), pero sí debe existir tal movimiento.
Monitorización fetal durante el parto, ¿cómo nos ayuda?
El registro cardiotocográfico, nos explica la matrona, “es una de las herramientas más útiles durante el trabajo de parto, ya que nos permite valorar el bienestar fetal en todo momento”. Además, para nosotras las matronas, “es una herramienta que determina cómo proceder: nos permite valorar la adaptación progresiva a la cual se somete el bebé durante el trabajo de parto, prediciendo situaciones como la falta de oxígeno fetal intraparto”.
Sin embargo, sí que es cierto, nos dice la matrona, que “está demostrado que la monitorización continua no necesaria aumenta la tasa de cesáreas y partos instrumentales”. Por ello, además de este método, durante el parto, existe también la opción de realizar una auscultación fetal intermitente (en los partos de bajo riesgo) o continua que “consiste en la escucha del latido fetal mediante un dispositivo durante unos periodos de tiempo previamente establecidos”. La elección de uno u otro depende del tipo de parto, de su progreso, de las intervenciones realizadas y es siempre responsabilidad de la matrona o profesional que acompaña a la mujer seleccionar el más adecuado.