Las cifras relativas al uso de las redes sociales que oímos por televisión son desalentadoras. Una de ellas, por ejemplo, asegura que cerca de un 32% de las mujeres que usan Instagram se sienten peor con sus cuerpos. Es una de las conclusiones a las que llegó el propio Facebook y que se filtraron a la prensa sobre su aplicación estrella: Instagram . Un impacto sin duda negativo que esta red social genera entre el público, especialmente, adolescente. Así, son cada vez más los casos que se recogen sobre chicas jóvenes que se sienten amenazadas o sufren abusos a través de esta red social .
“Cada vez hay más estudios que alertan de que Instagram puede afectar de manera muy negativa a la salud mental de los usuarios, particularmente de las adolescentes”, nos dice Ferran Lalueza, profesor e investigador de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). El hecho de que haya sido la propia empresa quien lo haya constatado y documentado no nos deja ya lugar a dudas. Por tanto, podemos decir que Instagram se puede convertir en una herramienta tóxica para los adolescentes . ¿El problema? Que todos ellos quieren estar en ella, porque si no lo hacen, no están en el mundo. Es una red que, actualmente, tiene más de mil millones de usuarios en todo el mundo y es la que más crece, siendo la preferida de los millennials. Su incidencia está más que constatada.
Pero, ¿por qué han llegado a esta conclusión desde la propia red social? Tanto Ferran Lalueza como José Ramón Ubieto, profesor colaborador de los Estudios de Psicología de la UOC, nos lo explican en cinco puntos claves que nos ayudarán a entender por qué es tan importante la vigilancia por parte de los padres.
El físico como presentación
En una red social que se basa en la imagen, ésta se convierte en el único rasgo de presentación, porque nadie se lee (o suele leerse) el texto que acompaña a la fotografía. Esto hace, como nos cuenta José Ramón Ubieto, “que todo el valor recaiga sobre el estado de esa instantánea y se reduzca la presentación formal”. Un hecho que nos lleva a todos (y más a los adolescentes) a compararse con miles de fotos , “lo que puede llevarles a que habitar su propio cuerpo sea muy complicado, a que aumenten las vacilaciones sobre si tu cuerpo está bien o no”.
Esto produce, junto con las demás razones que veremos a continuación, que se produzca “una constante comparación social negativa”, nos dice el experto. Los usuarios acaban valorando basándose en el atractivo, la riqueza y el éxito, despreciando otros aspectos. “Se crea un mundo irreal, un físico atractivo que se presenta como la única puerta de entrada hacia el éxito y la aceptación social. Este mensaje puede ser excluyente y distorsionador, haciendo que a nadie le guste su propio cuerpo”, nos explica más en detalle.
Se crea una realidad falsa, pero siempre perfecta
La tan deseada y buscada perfección también está presente en esta red social. Y es que el mundo que se exhibe y que nos encontramos en Instagram es irreal, es fruto “de una selección sesgada en el que mostramos lo mejor y obviamos lo peor, con filtros que, además, lo embellecen todo”, nos dice Ferran Lalueza. Si no somos conscientes de que este mundo es completamente ficticio y nos comparamos con él, “veremos que nuestra realidad es bastante deprimente”. Y, lo peor de todo, nos lo creeremos.
El público objetivo de Instagram es muy sensible
La gran mayoría de los estudios que se realizan sobre la salud emocional de los adolescentes dan como resultado que “son un colectivo de alta sensibilidad emocional, en medio de un proceso reflexivo prolongado y un control cognitivo para formar su personalidad, mientras que intentan aprender a aceptarse tal como son”. En este caso, el contraste de este mundo en el que viven y el que ven en Instagram puede resultar “demoledor” para la formación de ese carácter.
Una gran inversión de tiempo
Otra de las razones por las que, en el caso de los adolescentes, Instagram puede resultar realmente tóxico, nos dice el psicólogo, “es que es muy difícil cerrar la sesión”. Es decir, esta red social “tiene tal capacidad de absorción de interés, tiempo y dedicación, que priva a los más jóvenes de realizar otro tipo de actividades capaces de hacernos desconectar ”. Es más, “están diseñadas para que nos enganchemos, para que les dediquemos cada vez más tiempo”. Conseguir desconectar se puede volver muy difícil para un joven y, no nos olvidemos, es una realidad que no existe.
Funciona como una ‘cámara de eco’
Para José Ramón Ubieto, esta red social funciona como una cámara de eco, pero ¿qué quiere decir? “Si tú comunicas un deseo o una idea, por ejemplo, el sucidio , esta red te multiplica las opciones; se produce un eco que refuerza tu propia idea” y hay ideas muy tóxicas en todas estas redes sociales.
Y no solo nos deberían preocupar estas ideas, sino la propia sensación de FOMO, es decir, el miedo a quedarse fuera del mundo en línea, el acoso que se produce en este tipo de plataformas, los problemas para dormir derivados de la inquietud que les genera todo esto a los más jóvenes “son otros efectos negativos que se han recopilado en los últimos informes presentados sobre el análisis de Instagram”.
Por último, en su día, la propia plataforma de Facebook llevó a proponer la creación de Instagram Kids, pero ellos mismos concluyeron que no serviría de nada, pues las personas adolescentes se sienten atraídas por sus ídolos que, en muchos casos, son adultos y por las propias marcas. Y ellos quieren estar ahí e interactuar. Por ello, no nos dejan de advertir ambos expertos, que “la mejor aplicación móvil de control parental para evitar todos estos problemas son los propios padres, que deben acompañar en la construcción y desarrollo de la personalidad de los adolescentes”.