Susanna Isern es psicóloga y escritora infantil, ámbito en el que tiene medio millón de lectores en todo el mundo. Acaba de publicar Mapa para educar niños felices (Ed. Vergara), donde facilita a los padres una guía para orientarse en su educación.
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A través de un plano de metro, el libro va avanzando por ocho líneas figuradas, que recorren los aspectos más importantes de la crianza y la convivencia con los hijos. Además, aporta ideas para que cada familia encuentre su propio camino. Hemos charlado con ella.
¿Cuál es el punto de partida para educar niños felices?
Estar abierto a diferentes opciones, ideas, propuestas… Conocerse a sí mismos y a sus hijos y a partir de ahí comenzar a trazar el camino que les conducirá a una crianza feliz.
Se habla mucho de que los niños llegan al mundo sin instrucciones, ¿en qué consiste ese mapa para educar niños felices?
Se trata de una guía, un mapa de metro con ocho líneas. Cada línea corresponde a un aspecto importante en la educación de los hijos: la comunicación,la autoestima, las emociones, el pensamiento positivo, la conducta… Y en el centro se encuentra el conector del amor. La idea es que a partir de este mapa cada uno confeccione un viaje a su medida siempre desde el respeto y el sentido común.
Dentro de esas ocho líneas que ayudarán a los padres en su tarea de educar hijos felices, ¿hay alguna más importante que otra?
Todas son importantes, pero quizá debamos ser conscientes de que las líneas se conectan entre sí y que si nos esforzamos para comunicarnos con nuestros hijos de una forma asertiva, empática, fluida y bidireccional eso a su vez nos ayudará a potenciar su autoestima, a conseguir que sean más inteligentes emocionalmente y a que su conducta sea adecuada.
«Educar la conducta» por ejemplo se sitúa en la línea 5 del mapa, esto es así porque si bien el comportamiento es una de las cosas que más preocupa a los padres debido a que es lo que más se percibe, debemos tener en cuenta que detrás de toda conducta existe un sentir y un pensar; es en eso en lo que deberemos fijarnos, corregir una conducta de forma aislada no sirve para nada.
¿De qué debe estar compuesta una “buena caja de herramientas de crianza”, como se apunta en el libro?
En el libro hablo de mis herramientas favoritas: el cuento, el cine, el juego y la creatividad; de las cuales mi favorita es el cuento. Todas ellas son herramientas lúdicas que aportan tiempo de calidad a nuestros hijos a la vez que diversión. Educar con este tipo de estrategias siempre nos acercará más a ellos y hará que el mensaje cale más rápido y permanezca en el tiempo.
¿Se puede transmitir felicidad a los hijos cuando los padres pasan por una etapa vital complicada: pérdida de trabajo, divorcio, enfermedad…?
Absolutamente, y precisamente ahí es donde residirá el mayor aprendizaje que les podemos transmitir a nuestros hijos: reponerse, encajar los golpes, ser feliz a pesar de las circunstancias. Si ellos observan cómo superamos los obstáculos, aprenderán a hacerlo también cuando la vida les traiga situaciones complicadas.
Cuando los padres cometen errores, hablas en el libro del “conector del amor”, ¿cómo funciona?
El amor será aquella brújula que nos guiará en el camino. Será aquello que nos ayudará a reencontrarnos cuando nos sintamos más perdidos. Es importante que nuestros hijos sientan que nuestro amor es incondicional pase lo que pase y hagan lo que hagan.
¿Por qué la meta de la felicidad es importante en la infancia?
Creo que más que una meta, la felicidad debe ser un estado, una sensación, un percibir que estamos satisfechos con lo que somos y tenemos. Disfrutar cada día de las pequeñas cosas, ser amables y personas con valores. Entender que en la felicidad también cabe la tristeza, el enfado, la frustración e incluso los altibajos. Es bueno que los niños traten de ser felices hoy y mañana.
En los niños, ¿una buena regulación emocional está ligada a la felicidad?
Sí, además estudios recientes así lo han demostrado. Las personas más inteligentes emocionalmente son las más felices. Durante muchos años, en general, los padres se han centrado en potenciar más el coeficiente intelectual y procurar a los hijos el éxito académico y laboral. Hoy en día sabemos que esto no se relaciona directamente con la felicidad. Cuando un niños es capaz de regular el enfado, abrazar a la tristeza para más tarde despedirse de ella, entender que el miedo es natural e incluso bueno y esforzarse por superarse, aprender a disfrutar de la alegría… sin duda será más feliz.
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