El suicido se ha convertido en la primera causa de muerte, por delante de los accidentes de tráfico y del cáncer, en el grupo de población de 15 a 29 años. Estas alarmantes cifras, y la situación que se vive en muchos hospitales, donde los especialistas se confiesan desborbados para atender los casos de salud mental en menores, ha hecho que en los últimos días se ponga el foco mediático en un problema de consecuencias tan trágicas.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
49€ al año
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
¿Qué se puede hacer desde la familia para evitar el riesgo de suicidio? ¿Cuáles son los síntomas que pueden mostrar los menores con ideación suicida? ¿Cómo detectarlos a tiempo?
Unas cifras trágicas
El último informe que ha alertado de las cifras tan altas de suicidios en el mundo entre los menores ha sido el del Estado Mundial de la Infancia 2021 de UNICEF, donde se recoge que cada año se suicidan 45.800 adolescentes en todo el mundo.
En España, según los últimos datos de que se dispone (del Instituto Nacional de Estadística), en el año 2019 hubo 309 suicidios de jóvenes de entre 15 y 29 años y 7 suicidios de menores de 15 años.
Estas cifras, no obstante, podrían ser mucho más altas, pues están infradotadas, según Luis Fernando López Martínez, psicólogo, codirector del proyecto ISNISS y coordinador del programa Hablemos de suicidio, del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.
“Muchas de estas muertes son catalogadas como ahogamientos, intoxicaciones, accidentes... y no se determina qué ha ocurrido realmente. Por eso la realidad puede duplicar o triplicar las cifras oficiales de muerte por suicidio”, explica.
Pandemia y salud mental en adolescentes
Muchas voces destacaron la gran fortaleza mental de los adolescentes durante el confinamiento por el COVID-19 , pero la realidad de cómo les estaba afectando la situación era bien distinta.
El informe anual 2020 de la Fundación ANAR destaca el gran incremento de las secuelas psicológicas en los menores. Así, durante el confinamiento estricto hubo un incremento de la ideación suicida de un 244,1% en este grupo de edad.
“Se ha enarbolado la fortaleza de los pequeños para mantener el dolor y la incertidumbre, pero desde las consultas hemos observado todo lo contrario: serias dificultades en la salud mental infanto-juvenil, con depresión, ansiedad, adicciones, trastornos de la conducta alimentaria... que han quedado en la esfera mas íntima y que no se han comunicado ni siquiera a los padres, aunque en las redes sí mostraban su sufrimiento y su dolor”, recalca el experto del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.
Autolesiones y otras señales de alarma ante el suicidio
Tanto la ideación suicida como las conductas para autolesionarse van en aumento en los últimos años entre los menores.
“Hay que diferenciar las autolesiones sin intencionalidad suicida con aquellas que se hacen con la intención de morir”, aclara el psicólogo. Las primeras se llevan a cabo ante la necesidad de regular su estado emocional cuando no hay herramientas para conseguirlo de otro modo. Favorecen el dolor físico para disminuir el dolor psíquico”, destaca.
En este punto es necesario hacer una diferenciación por géneros, pues chicos y chicas no se comportan igual. Mientras que ellas recurren a los cortes, los varones se embarcan en selfies extremos, golpes así mismos o a otros, y otra serie de riesgos. El resultado es que estas prácticas para disminuir un sufrimiento que no saben manejar pueden ocasionar graves lesiones e incluso la muerte.
Factores de protección y de riesgo frente al suicidio adolescente
Hay una serie de factores que influyen tanto positivamente como negativamente en el comportamiento suicida en menores.
Los factores de riesgo son los siguientes, según detalla Luis Fernando López:
- Abuso sexual.
- Acoso escolar o ciberacoso.
- Trastorno de salud mental.
- Trastorno de la conducta alimentaria.
- Trastorno de la personalidad.
- Alta desestructuración familiar.
- Problemas ligados a la identidad sexual.
Con respecto a los factores protectores serían:
- Contar con apoyo familiar y escolar.
- Disfrutar de una buena educación digital.
- Tener buena regulación emocional.
- Disponer de un grupo de iguales empáticos y en los que pueda confiar.
Señales verbales de alerta ante el suicidio adolescente
Las señales de alerta ante el suicidio que puede ofrecer un menor tienen varias dimensiones. Unas son verbales y otras son no verbales.
Pueden darse ambas o solo una de las dos, pero son más probables las no verbales porque “los adolescentes viven sus estados emocionales de forma interiorizada; les cuesta mucho poder reconocer su emocionalidad y lo hacen a través de mundos simbólicos no verbales”, destaca el psicólogo.
No obstante, hay que tener en cuenta que “en los jóvenes con ideación suicida hay un sentimiento de desesperanza que puede expresarse en frases como ‘la vida no tiene sentido’, ‘voy a dejar de ser un problema pronto’, ‘estoy cansada’...”, advierte.
Insomnio y otras señales de alarma no verbales
Muchos adolescentes no comentan su malestar emocional con nadie, por lo que hay que estar atentos a cambios en su comportamiento o en su día a día que puedan ser señales de una ideación suicida.
Estos son los que destaca Luis Fernando López Martínez:
- Bajo rendimiento académico.
- Aislamiento de su grupo de iguales.
- Pasa cada vez más tiempo en las redes sociales.
- Insomnio y otros problemas de sueño.
- Depresión.
- Trastornos de la conducta (actitud desafiante, enfado permanente...).
- Conducta sexual de riesgo.
- Abuso de drogas y alcohol.
Cómo expresan en las redes lo que les pasa
Los adolescentes no se comportan como los adultos en la ideación suicida. Una de las características propias de los menores es que hacen uso del entorno digital para despedirse.
Por ejemplo, dejan notas de despedida en sus perfiles públicos, cierran sus redes o regalan a otros un símbolo o premio que les ha costado mucho conseguir en algún videojuego. También hay que fijarse en el tipo de música que comparten.
Por este motivo, son los amigos en sus redes sociales los que pueden dar la voz de alarma ante este riesgo, pero, lamentablemente, falta formación para ello. “Sus iguales son los primeros testigos de lo que pasa, por lo que habría que enseñarles a distinguir estas señales de alarma. El suicidio no es solo algo propio del ámbito sanitario; la prevención se basa en la educación”, insiste el terapeuta.
Salud mental y suicidio adolescente
Suicidio y trastorno mental no van necesariamente unidos. Puede ser que alguna alteración en la salud mental, como la depresión, junto a otras causas, sea un factor de riesgo ante el suicidio adolescente, pero, como tal, el suicidio no puede ser tratado como un problema de salud mental.
“El suicidio es una conducta que puede venir por muchas variables: biológicas, sociales, digitales, de personalidad... Cuando la asociamos a enfermedad mental la relegamos al ámbito clínico, pero el suicidio debe ser abordado desde distintos ejes”, recalca el experto. Por eso su petición es que se ponga en marcha un Plan Nacional de Prevención del Suicidio.
“Es demoledor y devastador para la sociedad que un menor tenga que morir para silenciar el dolor que siente”, subraya.
El mayor predictor de una conducta suicida es haber tenido una tentativa previa, por lo que no se puede hablar nunca de “llamada de atención”.
La inestabilidad de la adolescencia
Durante la adolescencia, los cambios hormonales hacen que se viva en un carrusel de emociones, muchas de ella tristes. ¿Cómo diferenciar lo que es propio de esta etapa de una señal de alarma en el caso del suicidio?
“La clave es el cambio. Cualquier padre sabe cuando hay algo que ha cambiado en su hijo; esa intuición de que sucede algo”, asegura Luis Fernando López.
Si hay esa intuición, es el momento de sentarse con él y de ir sacando sus emociones a modo de espejo: “Hoy pareces triste, ¿te gustaría que hablásemos? A mí también me cuesta hablar...”.
Cuando verbalizan frases sobre la muerte o de gran desesperanza, la recomendación del experto es actuar comentándoles: “¿Has pensado en la muerte?”. Si dice que sí: “¿Piensas en tu muerte?”, y posteriormente indagar cómo, dónde y cuándo ha fantaseado con ella.
No obstante, conviene saber que la mayoría de los adolescentes piensan en la muerte, pero es una ideación pasiva de la misma, que es muy diferente a la ideación activa (planificación) de cómo acabar con la propia vida.
Proteger a los hijos frente al suicidio
El adolescente con ideación suicida necesita tener a sus padres de su lado y sintiendo su apoyo.
Si manifiesta su intención de desaparecer, no hay que recriminarle para que no lo vuelva a decir ni silenciar su dolor. “Hay que sostener ese miedo que provocan sus palabras y mostrarle la preocupación como padres, a la vez que se les pregunta cómo pueden ayudarlo. El siguiente paso es comunicarle que buscarán ayuda juntos y que permanecerán a su lado. Deben sentir que no están solos, que se entiende y valida su dolor”, aconseja el especialista del programa Hablemos de Suicidio.
Ante esta situación, hay que buscar ayuda profesional cuanto antes para que el menor sea evaluado, con objeto de conocer el nivel de riesgo de una conducta suicida.
Además de este acompañamiento, hay una serie de actitudes de los padres que pueden proteger a los hijos. Son las siguientes, tal como destaca Luis Fernando López:
- Fortalecer su actitud ante la vida, para que puedan tolerar la frustración y la incertidumbre.
- Fortalecer su regulación emocional, para que puedan sostener los distintos vaivenes de la vida.
- Dotarlos de buenas habilidades sociales para que sepan canalizar y expresar su dolor.