La visualización creativa es una técnica muy utilizada hoy en día por grandes psicólogos y recomendada por médicos de todo el mundo. Muchos deportistas de élite profesionales del mundo empresarial la practican y, actualmente, también ha llegado al ámbito educativo, siendo los niños y adolescentes los que encuentran grandes beneficios . Se emplea, sobre todo, en terapia psicológica para reducir el estrés y la ansiedad, consiguiendo llevar la mente a un estado profundo de relajación cambiando los pensamientos negativos por otros en positivo. Su práctica es tan sencilla, que puede realizarse en casa.
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Constituyen, nos dicen los expertos como la psicóloga Mª Jesús Pavón, “en una herramienta muy útil para conseguir un mayor control de la mente, de las emociones y del cuerpo”. Y es muy sencilla, solo necesitas tu mente, aunque la práctica suele complementarse con una “tarea verbal, escrita o artística para ejercitar el cerebro al completo”. Todo esto ayuda a trabajar con los niños a nivel psicológico y conductual, aumentando la eficacia de sus actividades diarias, su seguridad y confianza, además de fomentar otros beneficios como una rutina de sueño adecuada.
¿En qué consiste la visualización?
Es una técnica con la que básicamente creamos escenas mentales imaginadas. Es decir, lo que todos hacemos de manera constante cuando pensamos, por ejemplo, en nuestro futuro o nos anticipamos a una situación que hemos planeado para unos días después. Los niños, en este caso y debido a su gran capacidad creativa, tienen una gran facilidad para imaginar este tipo de escenarios . Hasta aquí, bien. El problema llega cuando estas imágenes que creamos son negativas, pues nos genera preocupación, ansiedad y malestar.
En este caso, podemos utilizar una técnica de visualización que, en vez de imaginarnos esas escenas sin darnos cuenta, lo hacemos de manera deliberada, formando en nuestra mente escenarios agradables y positivos. Así, cambiamos ese malestar por alegría, satisfacción y tranquilidad. Hacerlo involuntariamente es sencillo, de forma voluntaria, no tanto. De ahí que sea una técnica que se entrena y, en el caso de los niños, se debe guíar por parte de los padres.
Beneficios de las técnicas de visualización
El beneficio más importante de las técnicas de visualización, nos dice la experta, “es la de crear una autoimagen positiva y valiosa del niño en su interior, para que desarrolle un autoconcepto sano y una autoestima que se refleje en su comportamiento y bienestar ”. Además, con este tipo de ejercicios, podemos:
- Ayudarles a controlar el dolor, en el caso de alguna enfermedad, patología o en molestias como las migrañas.
- En el deporte de alto rendimiento, se utiliza mucho para la consecución de objetivos. Es una forma de incrementar la autoestima de los niños.
- Afrontar los estados emocionales negativos, como son la ansiedad frente a un evento o el estrés.
- Favorece la relajación de su cuerpo, liberando tensiones o agitaciones del día.
- También favorece la conciliación del sueño, porque al relajarse y guiar su mente hacia pensamientos positivos y agradables, se quedan fuera los miedos y preocupaciones.
Todos estos beneficios dependen, eso sí, del tipo de ejercicio de visualización que se proponga, del entrenamiento que realice y de su imaginación. Una habilidad que, por cierto, “también se potencia con esta técnica”. Hay niños que tienen una gran facilidad para fantasear, pero hay otros que no. A través de imágenes sencillas y una buena práctica, todos pueden llegar a imaginar perfectamente.
Cinco prácticas de visualización para hacer en casa
En primer lugar, debemos implicar a los cinco sentidos, aún a pesar de que cerremos los ojos, nos tumbemos o sentemos en un lugar tranquilo. La luz debe ser preferiblemente tenue y, si quieres, puedes poner un poco de música relajante. A continuación, debemos conducir a nuestro hijo a través de una pequeña historia que le iremos narrando, como si la estuviese viviendo en primera persona, siempre en positivo. Sumérgele en la escena, explicándole todos los detalles que contiene. Con el tiempo, él mismo aprenderá a hacerlo.
Ejercicio 1. Visualizar una fruta
Uno de los ejercicios más sencillos es el de visualizar una fruta, como puede ser una naranja o un limón, pidiéndole a tu hijo que implique todos sus sentidos:
- La vista: pidiéndole que piense en su apariencia externa, su color y su tamaño.
- El oído: ¿cómo suena al separar los gajos?
- El olfato: evoca el aroma que tienes de su recuerdo, de cuando es pelada.
- El gusto: trae a tu cabeza ese sabor ácido e intenso que sabes que la fruta tiene.
- El tacto: piensa en tocar la fruta, en la diferencia entre su interior y su exterior.
Hay que detenerse bien en cada uno de los sentidos y sensaciones que nos provoca. Los siguientes ejercicios requieren un poco más que este primero, pero el proceder y el fin son los mismos.
Ejercicio 2. Describir un lugar especial para tu hijo
De la misma forma que en el caso contrario, en un lugar tranquilo y un ambiente adecuado, debes pedirle a tu pequeño que visualice un lugar que le guste, que sea especialmente significativo para él. Pregúntale por él, por cómo es, los c
olores que puede ver, si hace frío o calor, si puede notar si hace viento o es un lugar muy iluminado, etc. Se trata de que
él mismo realice una narración de lo que ve y experimen
ta (a través de su mente) y describir con todo detalle e
se rincón especial. Debe tocar los elementos que contiene, describirlos y contarte qué sensaciones le producen.
Ejercicio 3. Aliviar una tensión
Como ya hemos visto, esta técnica se puede utilizar para aliviar tensiones del niño. En este caso, podemos pedirle que, en una posición cómoda, ponga el foco en la tensión o dolor que sienta, que se imagine la forma que tiene, que lo asocie a una imagen (por ejemplo, un nudo muy fuerte) y que piense cómo aumenta. A continuación, pídele que la afloje y que la deje fluir por su cuerpo, notando cómo se tensiona poco a poco. Finalmente, pídele que la libere y que vea cómo le inunda una sensación de bienestar.
Ejercicio 4. Relajar la mente
Al igual que podemos relajar el cuerpo, también podemos trabajar para la mente. En esta ocasión, le colocamos dos puertas o ventanas al cuerpo y le pedimos al niño que se centre en sus preocupaciones, en esos pensamientos que le causan ansiedad o malestar. Tiene que visualizar cómo estos pensamientos salen por esas puertas o ventanas y que, tras cerrarlas, no vuelven a entrar, quedándose su mente y, por tanto, su cuerpo, totalmente relajado.
Ejercicio 5. Sentir los colores
Por último, de entre la gran cantidad de ejercicios que se pueden realizar, uno de los más sencillos es utilizar la gama cromática y centrarnos con nuestros hijos en saber cómo los percibimos y qué sensaciones nos provocan. Para ello, podemos pedirle que imagine que su cuerpo está repleto de luz. Una luz que va cambiando de color y en la que nos vamos deteniendo con cada uno. ¿Qué sensaciones físicas experimentamos en cada uno? El último de ellos será aquél que nos haga sentir plena armonía y bienestar.