La vuelta al colegio ya es un hecho y el regreso a las aulas se ha realizado en la gran mayoría de los centros escolares con una normalidad casi completa. Nos olvidamos ya de l as clases virtuales, de los ordenadores y plataformas digitales para acceder a los deberes y entregarlos o a las clases de gimnasia grabadas en vídeo para realizarlas en el salón de casa. Un retorno que vuelve a plantearnos el día a día como hace un par de años, pero que, si escuchamos a los alumnos, observamos que algo ha cambiado . Así nos lo confirma la última investigación realizada con estudiantes de colegios e institutos de toda España de enseñanza pública, concertada y privada que ha realizado Fnac con motivo de la campaña Back To School.
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Según este estudio, la escuela de los próximos años se visualiza como un lugar mucho más interactivo, con métodos apoyados en las nuevas tecnologías y un aprendizaje más práctico y divertido . Esto es lo que, tras el atípico curso pasado, demanda el propio alumnado. Ellos hablan de una “formación útil”. Un auténtico reto para la educación que quizás deba cambiar su modelo de enseñanza en las propias aulas . Porque, si escuchamos a los niños y adolescentes, quieren un mayor poder de elección de las asignaturas que estudian, con más horas dedicadas al arte, la música y la cultura en general. Sobre ello, hemos querido hablar con dos expertas en educación e innovación como son Rhona Anne Dick, directora de Experiencia de Aprendizaje de Lingokids, y Vanessa Ruiz, educadora y coordinadora académica en el Centro Universitario U-tad.
Mantener las materias clásicas, pero añadir más asignaturas de cultura general
Si atendemos al resultado del estudio mencionado, los alumnos quieren “mantener las materias importantes (como pueden ser las matemáticas), pero añadiendo otras relacionadas con el arte, la cultura en general, la filosofía e, incluso, aprendizajes mucho más prácticos, como puede ser una asignatura de primeros auxilios ”. La filosofía, por ejemplo, “sería muy importante”, reflexiona el también profesor y conductor de la presentación de estos resultados, César Bona, “pues con ella se les enseña a pensar, razonar y discurrir; se consigue que los chicos y chicas no sean tan influenciables ni estén marcados por lo que queremos o buscamos los adultos”.
Por otro lado, los estudiantes también consideran necesarios para su formación otros aspectos prácticos que, actualmente, ni se consideran como algo que deba enseñarse en la escuela. Por ejemplo, cocinar, arreglar dispositivos electrónicos, manejar de una manera básica algunos conocimientos sobre leyes y economía o, un aspecto que les preocupa mucho, la sostenibilidad. Los alumnos quieren aprender a cuidar y gestionar con eficacia los recursos del planeta , saber cómo pueden reducir residuos, la contaminación de su ciudad y vivir en equilibrio con el mundo animal. Sorprendentemente, es una preocupación cada vez más creciente.
Como nos dice Vanessa Ruiz, “el objetivo de las escuelas debería ser el de desarrollar las capacidades de cada alumno y ayudarles a alcanzar los fines vocacionales y aficiones que se adecuen a su particular espectro de inteligencias , pero no solo teniendo en cuenta los matemáticos, lingüísticos o relacionados con los idiomas , que es lo que parece primar en la escuela actualmente”. Ahora mismo, nos cuenta, priman los razonamientos convergentes (exactos y acertados) sobre los divergentes (variados y originales). Un problema para ella, pues “se está perdiendo la capacidad creativa y de innovación, el pensamiento crítico”. Por ello, “hay que fomentar también las materias donde se potencie el arte, la creatividad, el desarrollo de proyectos prácticos y la resolución de problemas”. Si escuchamos a los alumnos y a nuestra experta, parece que ahí está la clave de la formación actual.
Una educación más cercana a la experiencia
Para conseguir lo expuesto en el punto anterior, los alumnos demandan propuestas basadas en la experiencia (menos teoría y más práctica), metodologías que les ayuden a explotar y potenciar sus habilidades, con más actividades fuera del aula y una mayor participación por su parte. Y es que, la educación actual, es un tanto aburrida. Un hecho que nos confirma Rhoda Anne Dick, que asegura que “los alumnos tienen un periodo de atención reducido por culpa, en parte, de algunos estímulos como Internet”. Por eso, la escuela debe ser entretenida y, para ello, los profesores (como en cualquier otra profesión) deben actualizar su estilo de enseñanza . “Hay que conseguir que los alumnos tengan ganas de aprender y participar, con esfuerzos más dirigidos a la diversión y la interactividad, porque si seguimos dando clases igual que hace un siglo, es obvio que cualquier chico o chica va a aburrirse”. De ahí que la experiencia y la participación comience a ganarle terreno a la pasividad de los alumnos en clase.
Ellos quieren elegir qué estudiar en el colegio e instituto
Otro de los aspectos que el estudio destaca es el deseo de los alumnos de “ser escuchados y poder elegir las asignaturas que cursan”. Bien es cierto que son conscientes de que no pueden elegir todas, pero sí incluir materias en las que se investigue más y se aprendan cosas útiles.
Sin embargo, con esto, nos dice Vanessa Ruiz, “hay que tener cuidado”. Los alumnos deben tener cierta capacidad de elección, dependiendo de sus capacidades y aficiones, “pero las escuelas deben proporcionar conocimientos básicos y dotar a sus alumnos de las competencias necesarias en las distintas áreas de conocimiento, ajeno a los gustos del alumnado”. ¿Por qué? Porque es importante también “buscar una sociedad que sepa adaptarse a los futuros cambios y situaciones que puedan surgir, con un mínimo de conocimientos”.
El importante papel de las nuevas tecnologías
Por último, los alumnos han destacado el importante papel que juegan las nuevas tecnologías en su día a día y en su aprendizaje: “nos sirven para conectar, jugar, interactuar con los amigos y tener acceso a muchas cosas”. En este sentido, les ayuda incluso a salir de clase y, si les ha interesado lo visto en ella, seguir investigando. Les sirve para profundizar y, por tanto, las perciben como un gran aliado en su educación.
Sin embargo, como advierte Rhona Anne Dick, “en España falta aún mucha tecnología en las aulas, no hay ni siquiera una pizarra interactiva, lo que dificulta mucho dar clases modernas e innovadoras”. Algo que corrobora Vanesa Ruiz, que nos dice que “para llegar a esa enseñanza interactiva y práctica de la que los alumnos hablan nos falta, precisamente, tecnología”. La evolución constante ha producido una presión importante en el sistema educativo, que necesita una importante inversión , y la necesidad de dar continuidad a la educación en todas las etapas y ámbitos educativos con ellas. Incluso, nos dice, “hay docentes que muchas veces no poseen los suficientes conocimientos de herramientas digitales como para adaptarse”.
La UNESCO ya abogaba en el año 2003 por explotar el potencial de las nuevas tecnologías en el sistema educativo, “mejorando la enseñanza y el aprendizaje, pues ayuda de manera significa a aumentar la motivación del alumnado y reducir el fracaso escolar ”. Por tanto, además de dotar a los centros educativos de estas herramientas, formar al profesorado adecuadamente, “es necesario un cambio de mentalidad en las metodologías utilizadas en las aulas para llegar a cumplir con el deseo de los alumnos”.