“No es algo poco frecuente sentir una cierta ansiedad e inseguridad ante la llegada de un segundo hijo; de hecho, se pueden disparar muchas emociones (a menudo contradictorias), incluso tratándose de un embarazo deseado, buscado y planificado”, apunta Jésica Rodríguez Czapliki, experta en psicología perinatal y titular del Centro GEA Atención Perinatal de Vilagarcía de Arousa (Pontevedra).
El segundo embarazo puede ser complicado, pues, a nivel emocional para los padres que se plantean cómo cambiará su día a día con el primer hijo. ¿Cómo alejar ese sentimiento de culpa y afrontar mejor la gestación? ¿Qué sucede realmente cuando llega el nuevo miembro de la familia?
¿Se puede querer a todos los hijos igual?
Aunque surjan dudas previamente, es posible querer a todos los hijos con el mismo amor y la misma intensidad. “Los padres tienen la capacidad de amar a todos y cada uno de sus hijos, establecer vínculos con ellos y promover un apego seguro, base de una buena salud mental”, señala la experta, que es miembro del Colegio Oficial de Psicología de Galicia.
A pesar de que el amor no es cuantificable de forma inequívoca, Jésica Rodríguez defiende que los padres pueden dar a cada uno de sus descendientes el mejor cuidado, soporte y cariño. “La frase de ‘el amor se multiplica’ es una buena metáfora para explicar cómo con cada hijo llega un amor hacia él, sin que se corten o cierren lazos con los hijos previos, sino que se van estableciendo con los que llegan”, detalla.
No obstante, hay que tener en cuenta que cada hijo pasa por situaciones vitales diferentes que pueden requerir una mayor atención o más cuidados, como una enfermedad o los primeros meses de vida. “Es algo circunstancial y, por tanto, puede variar en momentos”, destaca.
¿Qué emociones surgen en el segundo embarazo?
La vivencia del segundo embarazo suele ser muy distinta a la que se vivió en la primera gestación. En esa, todo era nuevo, y la embarazada tiene más tiempo libre para descansar. En el segundo, o en los siguientes embarazos, ya es una experiencia conocida y, además, la situación familiar ha cambiado pues, además de preocuparse por el bebé que viene en camino, los progenitores han de atender al pequeño o a los pequeños que tienen en casa.
Esta menor disponibilidad “no implica una ausencia de conexión, de vinculación o de ilusión”, apunta la directora de www.geaatencionperinatal.com. En todo caso, sí es importante buscar momentos para “conectar con el embarazo y el nuevo bebé, disfrutar de minutos hablándole, acariciándole...”, aconseja.
Alejar el sentimiento de culpa por la llegada de otro hijo
La culpa es un sentimiento frecuente entre los padres que esperan otro bebé. Puede surgir ante la duda de no querer al nuevo hijo de la misma forma que al primero, o bien por la sensación de que al hijo que ya se tiene se le va a robar atención, tiempo y cuidados.
Todo ello puede generar una sensación de ser un mal padre o una mala padre. “Pero la realidad es que, tal como decía Winnicott, la madre suficientemente buena es aquella que es capaz de poner las necesidades de su hijo por encima de las propias, proporcionando sostén, apoyo, cuidado, reconociéndole su identidad y siendo receptiva hacia él”, subraya la psicóloga.
Esto supone que no hay que intentar ser la madre o el padre perfecto sino lo suficientemente bueno. Los consejos de Jésica Rodríguez para alejar la culpa son:
- Tomar conciencia de que no repartirán amor, sino que establecerán vínculos con cada uno de sus hijos. “El vínculo bien establecido con un hijo permanece; si además se consigue estalecer un apego seguro, esta relación perdurará”.
- Ser realistas y saber que un bebé suele tener muchas necesidades y demandas que cubrir.
- Intentar dirigir la atención al hermano mayor siempre que sea posible.
- Continuar disponible para el otro hijo. “Si por circunstancias no es posible acudir con premura a los requerimientos del hijo mayor, explicarle que seguimos, que estamos, aunque tengamos que atender a otro hermano antes”.
- Ofrecer constantes muestras de cariño, afecto y cuidados a todos los hijos.
- Mantener el vínculo con todos los hijos, “haciéndoles partícipes de momentos, compartiendo instantes, manteniendo un diálogo continuo, bidirecccional, empático y centrado en sus necesidades”.
El síndrome del segundo hijo
Algunos autores hablan del ‘síndrome del segundo hijo’ y otros del ‘síndrome del hijo mediano’ para referirse a cómo perciben los distintos hijos su lugar en la familia y la atención que reciben de sus padres. “Hay ocasiones en que no es que haya esa diferencia, pero los niños sienten que sí”, aclara la psicóloga.
Las consecuencias son celos entre hermanos, rivalidad, cambios en sus patrones de relaciones (más introversión)... “En estos casos es importante transmitir imparcialidad, serenidad y hacerles ver que, aunque son diferentes, no son desiguales y serán tratados por igual”, recomienda Jésica Rodríguez.
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