Decía Albert Einstein que “ en los momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento ” porque, para él, la imaginación era esencial para el desarrollo humano y de la sociedad. Para Catherine L’Ecuyer, doctora en Educación y Psicología canadiense afincada en Barcelona y autora del best seller de los últimos años, Educar en el asombro (Plataforma Editorial), este papel tan importante de la imaginación a nivel educativo llega mucho antes . En concreto, con Aristóteles.
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Así nos lo explica en su último libro, Conversaciones con mi maestra. Dudas y certezas sobre la educación (Editorial Espasa), en el que nos recuerda esa frase acuñada por los discípulos del filósofo griego: “no hay nada en el intelecto que no haya existido primero en los sentidos”. Pero, ¿por qué acudimos ahora al pasado para hablar de educación? Por una razón muy sencilla: el desencanto actual respecto a la educación tradicional, con un abanico cada vez más amplio de ofertas innovadoras , muchas veces condicionadas por motivos políticos, económicos o de marketing, nos han hecho olvidar lo esencial.
“La ausencia de reflexión acerca de los fines de la educación ha dado vía libre a las ocurrencias de gurús educativos a los que se les permite jugar con una realidad tan trascendente como es la escuela”, nos dice. Por eso, es importante mirar hacia el pasado, para entender las principales corrientes educativas que pueden darse en los colegios -la educación emocional, la educación basada en la neurociencia , las inteligencias múltiples o el aprendizaje cooperativo- y darnos cuenta de que, más allá de estas corrientes, está la importancia de las herramientas de aprendizaje que tenemos a nuestro alcance y que, en ocasiones, olvidamos: una de ellas, muy poderosa, es la imaginación.
¿Qué es la imaginación y por qué es una herramienta de aprendizaje?
La imaginación es la capacidad que tiene la mente humana para representar en el pensamiento las imágenes de cosas, hechos reales o ideas. En los niños, para los que todo es desconocido, es un gran tesoro. Promover tanto su desarrollo como el de la creatividad es esencial para que desarrollen su pensamiento abstracto, se expresen por sí mismos, resuelvan los problemas que se les presentan o sepan relacionarse con los demás , no solo cuando son pequeños, sino a lo largo de toda su vida.
Sin embargo, es una herramienta que hay que trabajar, es decir, requiere entrenamiento y desarrollo, si no, se atrofia. Somos potencialmente creativos, pero también hay que fomentarlo. Si lo conseguimos, será la imaginación y la memoria la que nos ayude a captar los conceptos abstractos del mundo y aprender. Cuando son pequeños, buscamos potenciarla, pero conforme pasan los años, la imaginación va desapareciendo de las aulas y es desterrada para siempre. Este es el error.
La propia filosofía Montessori , nos dice Catherine L’Ecuyer, que es realista (es decir, sigue la misma corriente que Aristóteles), “asegura que no se puede crear desde nada, porque lo que llamamos creación es, en realidad, una composición o construcción que hacemos sobre un material primitivo de la mente, que hemos recolectado del entorno a través de los sentidos”. Así, primero percibimos a través de los sentidos, después utilizamos la imaginación y la memoria y, por último, creamos los conceptos. Por tanto, la imaginación es una herramienta que nos ayuda a pasar de la percepción al aprendizaje.
Cómo activar la imaginación de los niños
En educación, la imaginación debe convertirse en una herramienta que nos ayude a comprender mejor la realidad, no para evadirse y desconectar de ella, sino para romper las limitaciones de lo previsible y encontrar soluciones, ideas creativas y pensar por sí mismos. Esta debe ser la idea y, de nuevo, Catherine L’Ecuyer, nos pone un ejemplo con Montessori : no podemos darle a un niño un juego de bloques de madera y decirles que es para la construcción de torres o caballos, porque no son ni una torre ni unos caballos. Hay que potenciar que generen ideas personales sobre lo que es.
Basándonos en esta idea, existen muchas formas en las que tanto padres como educadores podemos potenciar la imaginación como herramienta educativa de una manera práctica:
- Cuando se propone una situación concreta, dejarles que se atrevan y se equivoquen.
- Promover la libertad de expresión, que propongan sus ideas, por muy disparatadas que sean.
- Fomentar el trabajo en equipo, que pongan en común sus ideas, sus opiniones. El enriquecimiento entre unos y otros es fundamental para potenciar la imaginación.
- Plantear problemas reales, pero buscar soluciones en los que sean ellos quienes propongan qué hacer. Ver que la creatividad y la imaginación tiene una vía práctica.
- Favorecer la experimentación de lo aprendido, pues nos supondrá un nuevo reto.
- En la lectura de un cuento, por ejemplo, pedirles que inventen otros finales. O ir un poco más allá, que inventen ellos el cuento.
- Dejar que creen sus propias manualidades con los materiales a su alcance , así como proponerles jugar con objetos de uso cotidiano, como una escoba.
- No preocuparte si se aburren, es una vía para la creatividad libre .
- Facilitar la improvisación, tanto en casa como en el colegio, no todo son los planteamientos cerrados y la organización o planificación estricta de asignaturas y tiempos.
- Dejarles colaborar en la decoración de su habitación .
- Fomentar la convivencia con otros niños de su entorno.
- Estar atentos a sus intereses y proporcionarles tanto los materiales como la libertad suficiente como para que explore e investigue.