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Transmitir a los niños una forma de vida sostenible no es complicado y, si lo hacemos desde que son pequeños, conseguiremos crear una generación futura mucho más cuidadosa con el medio ambiente. Un consumo consciente y responsable de los recursos, propiciar el ahorro en casa y algún que otro gesto pueden ser los primeros pasos a dar para conseguirlo. Si no sabes por dónde empezar, pero estás seguro que quieres enseñarles a tus hijos hábitos sostenibles y convertirlos en rutina , echa un vistazo a estos ecotips que vamos a proponerte. Al principio, puede que os cueste poneros en marcha o se os olvide en alguna ocasión, pero si lo hacemos bien, ya estarán los más pequeños para recordárnoslo.
No te lo pierdas
Leer mucho sobre sostenibilidad
Aunque no te lo creas, el primer consejo de sostenibilidad lo encontramos en los libros, porque son una maravillosa forma de inculcar buenos hábitos en los más pequeños. De esta forma, entienden el por qué, ven su utilidad y les hace querer imitar lo que ven en sus páginas. Es una forma de educarles desde que son bien pequeños y la educación, ya lo sabemos, es un arma muy poderosa. No solo sentirán curiosidad por el mundo, lo que ocurre si no le cuidamos, sino que pueden experimentar, investigar y hacerse muchas preguntas que les hará seguir queriendo saber más.
Llevar la merienda al colegio en recipientes reutilizables
Hay un dato muy importante a tener en cuenta: cerca del 90% del plástico que tiramos a la basura nunca llega a reciclarse, gran cantidad acaba en el mar o entornos naturales, causando graves daños medioambientales. Y entre esos productos suelen estar el papel film o de aluminio con el que envolvemos la merienda que nuestros hijos llevan al colegio. Actualmente, muchos colegios insisten e, incluso, tienen normas al respecto, de que sus alumnos lleven su merienda de media mañana en recipientes reutilizables, pero, si no es así, no esperes a que os lo pidan. Guarda cada día con tus hijos su snack en este tipo de productos y explícales la importancia de hacerlo. Podéis utilizar una fiambrera o un portabocadillos. Incluso, ese táper de plástico que no utilizáis mucho. Ya que lo tenéis, dadle una segunda vida. Y lo mismo ocurre con la botella de agua: olvídate del plástico y hazte con una de acero inoxidable; o con las servilletas, siempre una de tela.
Aunque nos guste mucho, decir ‘no’ a las pajitas
No solo a los niños, también a los adultos nos encanta beber con pajita, pero son innecesarias y, además, muy contaminantes. Son la cuarta basura más común en las playas, con un daño severo en ellas y en los mares (la fauna marina sufre mucho con ellas) y, en realidad, su vida útil es de apenas 20 minutos. ¿Lo peor de todo? No, no se reciclan por mucho que las tiremos en el contenedor amarillo. Por tanto, es importante que sean conscientes de este daño y aprendan a prescindir de ellas o, en su caso, si por alguna razón necesitan hacerlo, que lleven siempre consigo una pajita reutilizable de acero inoxidable, de bambú o de silicona.
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No tirar comida y aprovechar bien el agua
Si volvemos a hablar de cifras, en torno al 8% de la emisión de gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global es por culpa del desperdicio de alimentos que hacemos. En Occidente tiramos mucha comida, casi ⅓ de la comida que se produce. Por ello, tenemos concienciar a los niños, tanto en casa como en cualquier lugar al que vayamos, que deben pedir o servirse la cantidad de comida que más o menos calculan que van a consumir. Si sobra comida, se puede plantear un día de la semana para comer todos los platos sobrantes. Lo importante es no tirarlo.
De la misma forma, la sostenibilidad comienza en la cocina por llevar una alimentación sana y sostenible, priorizando los alimentos frescos de temporada y, si es posible, de producción local. Si favorecemos el comercio local, nos explica Michael Stausholm, fundador y director ejecutivo de Sprout World, “contribuimos a crear más resiliencia en nuestras comunidades, llegando a distribuir la riqueza tres veces más”, un beneficio secundario también importante.
Además de la comida, no se nos puede olvidar el agua, un recurso limitado pero imprescindible en nuestra vida. Por eso, su aprovechamiento debe ser máximo. Enséñale a cerrar el grifo mientras se lava los dientes o se enjabona en la ducha (estas, por cierto, no deben ser eternas, ¿por qué no incorporáis un temporizador y jugáis a ver quién realiza la ducha más corta?) y poner un recipiente para recoger agua de lluvia y regar con ella las plantas. Son pequeñas acciones que ellos adquirirán como una responsabilidad y son sencillas de mantener en el tiempo.
Educar en el reciclaje
Tenemos que entender que antes de reciclar está la tarea de educar, porque el reciclaje no es una solución en sí, sino algo que debemos hacer para afrontar el problema actual de las basuras, especialmente en el caso del plástico. Hace tiempo, no era tan necesario, pero actualmente ha de convertirse en una obligación. Los niños que ya lo aprenden desde pequeños, cuando sean mayores, lo tendrán incluido en sus hábitos diarios. Se puede enseñar a un niño de 3 años que la basura no pertenece a la naturaleza, cómo debe recogerse y desecharse de manera correcta. No solo en casa, sino en cualquier parte.
Hay multitud de páginas por Internet que nos muestran la forma correcta de hacerlo e innumerables iniciativas y programas que lo fomentan en la etapa infantil. Una de las últimas fue la desarrollada por Ecovidrio, llenando la ciudad de Madrid de miniglús de Disney y replicándolos en pequeño formato para que, en familia, se potencie el reciclaje del vidrio. Ya no vale decir que no sabemos hacerlo. Debemos ser ejemplo para que los niños imiten nuestro comportamiento. Además, clasificar la basura puede ser un auténtico juego.
Plantar semillas y cuidar de tu planta
No necesitarás más que una maceta, un poco de tierra y unas cuántas semillas. De esta forma, los niños no solo se acercan a la naturaleza, sino que adquieren la responsabilidad de los cuidados que supone tener una planta en casa: su riego, sus horas de luz, etc. Ver cómo crece les hará ver la importancia de la sostenibilidad y se sentirán conectados con el mundo que la flora que les rodea. En este artículo te contábamos todos los beneficios que tiene dejar que tus hijos tengan su propio huerto, qué sustratos y plantas son los más recomendables para ellos y qué básicos necesitas para empezar.
Realizar actividades al aire libre
Y si hablamos de conectar con la naturaleza, quizás nos quedemos cortos plantando una flor en casa. Lo mejor es salir a encontrarte con ella.
Caminar, montar en bicicleta u organizar un pícnic el fin de semana vale para acercarse al parque o la montaña y disfrutar de ella
. Cuando lo hagáis, un ecotip que podemos darte es el de llevar unos guantes y una bolsa, para que podáis incluir la recogida de basuras como un juego más a realizar. De esta forma, les educamos en la importancia de no ensuciar (aunque lo hagan los demás) y de mantener nuestro entorno limpio. Se realiza en apenas unos minutos y con esta pequeña acción podemos crear un hábito.
Priorizar la experiencia frente al juguete
Por último, dos consejos en uno: intentar minimizar el consumo de juguetes, priorizando el juego al juguete, y elegir aquellos que les ayuden a tomar consciencia del medio ambiente. Puedes buscar aquellos que vienen reconocidos con la etiqueta de “responsables”, sin impacto ambiental o social o cuya compra colabore con el desarrollo integral de los niños y niñas. Cada vez son más los padres interesados en este aspecto. Y si en vez de tres puedes comprar dos juguetes, mucho mejor. Para su fabricación necesitan mucha materia prima y mucha energía. En la gran mayoría de las ocasiones, no se rentabilizan. Por eso, además de juguetes, regala experiencias enriquecedoras a través de juegos, talleres en casa o creando un teatro en casa. Enséñales a dividir su tiempo entre unos y otros.