En sus primeros 12 meses de vida, el niño va a pasar por cambios muy importantes y por etapas decisivas en su desarrollo. En las revisiones médicas rutinarias se valora que no haya ningún aspecto que presente alteraciones tanto en el plano físico como en el emocional o cognitivo.
Además, son una buena oportunidad para que los padres pregunten todas las dudas que tengan y empiecen a establecer buenos hábitos de sueño, alimentación, rutinas... La Dra. Myriam Nombela, pediatra de Atención Primaria en Madrid que realiza atención pediátrica a domicilio, nos da todas las claves.
¿Cuántas revisiones hay en el primer año?
En cada comunidad autonómica hay distintos programas de revisiones para el niño sano, ya que los pequeños que han nacido con problemas de salud tienen otros controles.
No obstante, en general, hay unas seis visitas en el primer año del bebé. Las primeras transcurren en los primeros días de vida, “idealmente a las 48 horas del alta y la siguiente a los 7-10 días de vida”, explica la Dra. Nombela. Estas primeras citas son fundamentales, “no solo para detectar problemas en el bebé, sino para crear un vínculo con la familia, para reforzar el tema de la lactancia materna si se está dando y para generar una relación médico-paciente lo más cercana posible desde el primer momento”, destaca.
Así, además de la visita o las visitas del primer mes, suele haber otra a los dos meses, a los cuatro, a los seis, a los nueve o a los once meses y al cumplir el año. En todo caso, la organización de las mismas puede variar dependiendo del lugar de residencia.
¿Qué se explora en las revisiones?
Las revisiones del primer año son muy exhaustivas, “no hay tema que no tratemos; y cuanto más en profundidad, mejor”, indica la pediatra (@dramyriamnombela, en Instagram).
Así, la exploración física comprende, según detalla: cráneo, suturas, fontanelas, ojos, oídos, boca, lengua, movilidad de la lengua, faringe, paladar, auscultación cardiaca, auscultación pulmonar, palpación abdominal, genitales, caderas, pulsos, movilidad de las extremidades, exploración neurológica con los reflejos primitivos del bebé, tono, fuerza, evolución del desarrollo psicomotor, exploración del área del lenguaje...
Es decir, se trata de una revisión muy profunda de todas las áreas del bebé que se pueden explorar físicamente, “y las que que no se puede, hay que preguntar a los padres”, señala.
¿Hay alguna revisión más importante que otra?
Las revisiones del primer mes de vida son particularmente importantes, pero el resto son igual de trascedentes. “El bebé cambia mucho, atraviesa muchas etapas y es importante acompañar todas ellas y vigilar que no aparezca ninguna patología o dificultad en cada fase”, destaca la pediatra.
Los controles de salud del primer año se suelen hacer coincidir con las vacunas. Además, se pesa, se talla y se mide la circunferencia craneal del bebé para determinar si su curva de crecimiento es la adecuada.
¿Cuándo hay que pedir una revisión extra?
Es cierto que las revisiones durante el primer año de vida del bebé son muy continuadas, pero puede suceder que a los padres les alerte alguna cuestión que puede llevarlos a solicitar una valoración con el pediatra. En este sentido, la Dra. Myriam Nombela anima a los progenitores a seguir su instinto: “Nadie conoce a sus hijos mejor que ellos. Hay que consultar siempre que los padres no sepan por qué, pero presientan que algo no va bien”.
Cuando surja una preocupación sobre el bebé, aunque haya dudas de si es importante o no, lo mejor es trasladarla a un profesional.
En todo caso, hay unos signos de alarma ante los que los padres deben estar particularmente atentos:
- Disminución clara del apetito que se mantiene durante un tiempo.
- Pérdida de peso.
- Problemas de sueño.
- Febrícula prolongada o intermitente.
- Aparición de algún ganglio o bulto.
- Aparición repentina de exantemas o manchas en la piel.
- Cambios en el estado de ánimo del bebé.
- Retrocesos de hitos adquiridos.
¿Qué problemas se suelen detectar en las revisiones?
En las revisiones, el pediatra tendrá en cuenta la curva de crecimiento del bebé. Hay que asegurarse de que gana peso adecuadamente y si no es así, “hacer un seguimiento de qué está pasando o de si hay algún problema subyacente o no”, advierte la especialista. Esta, de hecho, es una de las cuestiones que más se ven en las revisiones rutinarias del primer año.
Además, es muy frecuente que se detecten alteraciones en la piel como la dermatitis atópica. “Con mucha menos frecuencia podemos detectar problemas del neurodesarrollo, retrasos madurativos o problemas del lenguaje. Son temas a los que debemos prestar especial atención, ya que una intervención temprana es fundamental para su pronóstico”, puntualiza la Dra. Nombela.
Cómo conseguir que los bebés estén tranquilos en las revisiones
Muchos bebés muestran miedo a las batas blancas y protestan cuando están con desconocidos, como puede ser un pediatra. Lo ideal es que la exploración se lleve a cabo en un ambiente calmado.
“Cuando el bebé está en un sitio ajeno, lo separan de sus padres, lo ponen en una camilla y lo rodean de gente con bata blanca, lógicamente no es una situación agradable para él”, advierte la Dra. Nombela. Por eso hay que tratar de que no se sienta invadido y tenga elementos familiares que le aporten seguridad.
Según destaca la pediatra, a veces es suficiente con que el médico se quite la bata y explore al niño en brazos de sus padres (siempre que sea posible). También influye “hablar en un tono de voz dulce y bajito y tener un ambiente acogedor en la consulta, aunque en otras ocasiones eso no basta”.
Las dudas de los padres
Es muy recomendable que, en la medida de lo posible, ambos progenitores estén presentes en las revisiones. “Los dos miembros de la pareja se deben hacer responsables de la situación. Las dudas no son las mismas, cada uno aporta lo suyo, y la consulta se enriquece”, explica la pediatra.
En estas revisiones del primer año hay ‘temas estrella’ que se suelen repetir: “El sueño, que trae de cabeza a un porcentaje muy alto de los padres, y la alimentación y el miedo a que los bebés no estén comiendo suficiente y ganando suficiente peso”. Como apunta la Dra. Myriam Nombela los “mi niño no me come” y “mi niño no me duerme” son un clásico.
Cada bebé es único
Los padres, especialmente si son primerizos, tienden mucho a comparar a su bebé con otros. “Pedrito ya habla y el mío no”. “Teresa gatea y Alba aún no”... Sin embargo, hay que tener en cuenta que el neurodesarrollo y el desarrollo psicomotor no es lineal en todos lo niños.
“Por supuesto que hay que estar pendientes de los signos de alarma, pero debemos comprender que cada bebé es único, y no todos hacen lo mismo al mismo tiempo”, tranquiliza la Dra. Myriam Nombela. La labor del pediatra en las revisiones es, precisamente, ofrecer información a los padres para que puedan resolver todas sus dudas y descartar que pueda haber algún problema. De ahí lo fundamental de que padres y pediatra estén en buena sintonía y tengan una buena comunicación.