Los efectos de la pandemia sobre la salud mental de niños y adolescentes son muy notables. Así, distintas instituciones, como la Asociación Española de Pediatría y el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, han puesto el foco en el aumento de las alteraciones psico-sociales que el COVID-19 está teniendo sobre los menores.
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Ansiedad, depresión, autolesiones, intentos de suicidio y trastornos de la conducta alimentaria son algunas de las manifestaciones que se están detectando. ¿Qué pueden hacer los padres ante ello?
Así, la Asociación Española de Pediatría ha lanzado la voz de alarma ante la saturación de las urgencias y las consultas en los hospitales pediátricos por el impacto psico-social de la pandemia, pues en estos meses se han duplicado las urgencias psiquiátricas infantiles.
También el Colegio de Psicólogos de Madrid ha alertado del gran incremento de ideación suicida y de tentativas de suicidio entre los más jóvenes, que creció un 250% en el año 2020.
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Una vida alterada que ha pasado factura
La pandemia ha puesto el mundo patas arriba y, aunque parecía que los niños y los adolescentes cumplían las normas sin más, esas restricciones y cambios han tenido un efecto negativo en su salud mental.
Solo hay que pensar en cómo se han alterado las rutinas, de qué forma se ha limitado la vida social, la pérdida de contacto con actividades de ocio o deportivas, con su mundo escolar, el aislamiento... “Todas estas limitaciones han tenido y tienen mucho más peso en la adolescencia, al ser una etapa del desarrollo en la que las relaciones sociales fuera de la familia adquieren mayor importancia”, destaca la Dra. Sara Antón Cruz, especialista en Psiquiatría de la Clínica Universidad de Navarra (Madrid).
Además, el clima generalizado de incertidumbre y las noticias de contagios y fallecimientos han impactado en ellos, que han experimentado cómo se perdía “la seguridad cotidiana en la que vivían previa a la pandemia”, expone.
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Así viven ellos las experiencias estresantes
Al comienzo de la pandemia, muchos menores se alegraron de no ir a clase, como si fuesen unas vacaciones. Pero esto cambió enseguida con el aumento de la incertidumbre y el miedo, verse aislados de forma progresiva y “ser testigos de la angustia y el efecto de la situación en sus figuras de referencia”, indica la Dra. Antón.
Se trata de una experiencia extrema que no todos los adultos han podido procesar bien, y mucho menos los niños y adolescentes, y que ha tenido repercusiones negativas en su bienestar emocional.
También afecta el hecho de que la intensidad de la convivencia familiar haya aumentado notablemente. “Clases online, teletrabajo de los padres... han favorecido que proliferen los conflictos intrafamiliares y paterno-filiales, estos últimos más frecuentes, ya de por sí en la etapa de la adolescencia”, subraya la psiquiatra de la Clínica Universidad de Navarra (CUN).
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Ansiedad, depresión y otros trastornos
El catálogo de alteraciones en la salud mental de los menores a consecuencia de la pandemia no es pequeño. Estos son los que detalla la Dra. Sara Antón Cruz:
Trastornos adaptativos o reactivos con síntomas ansioso-depresivos (dependiendo de las distintas vivencias de cada uno).
Trastornos fóbicos (miedo irracional y patológico) en relación a la incertidumbre y al miedo al contagio “con conductas ritualizadas de higiene más allá de las recomendaciones generales de prevención de la salud y que resultan muy limitantes”.
Dificultades en la relación social y tendencia al aislamiento (principalmente en adolescentes).
Muchos niños y adolescentes lo están pasando mal, por lo que puede que esta experiencia vital les deje una huella en su salud emocional. “A medio plazo ya estamos viendo un aumento muy importante de la demanda de consultas en salud mental en esta franja de edad y también un incremento de casos de mayor gravedad, con un crecimiento en el número de ingresos hospitalarios”, recalca la especialista de la CUN.
Dada la situación, desde la Asociación Española de Pediatría se recomienda “realizar todos los esfuerzos posibles con el fin de reducir este estrés y evitar que las dificultades psicológicas se cronifiquen en el tiempo dando lugar a psicopatologías más graves”.
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Las señales de alarma de su malestar emocional
En la adolescencia todo cambia, por lo que hay que estar atentos para saber diferenciar si la actitud del joven es una secuela de la pandemia o forma parte de su normal desarrollo.
Para detectar a tiempo si el menor está pasando una mala racha a nivel emocional a consecuencia de la situación, la Dra. Sara Antón recomienda poner el foco en cambios importantes en el carácter o en el comportamiento, que vayan más allá de una irritabilidad puntual.
Son señales de alarma: “Una tendencia prolongada al aislamiento o la inactividad en un adolescente previamente extrovertido o vivaz o una irritabilidad marcada que se mantiene en el tiempo, así como alteraciones del ritmo del sueño, de la alimentación, del rendimiento académico o de la actividad física”, detalla.
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Reducir el impacto psicológico de la pandemia
Para minimizar la consecuencias psicológicas de la pandemia en los niños y adolescentes, la Asociación Española de Pediatría ha hecho una serie de recomendaciones, entre las que están:
Garantizar la incorporación completa al colegio para todas las edades, evitando en la medida de lo posible la escolarización semipresencial o intermitente.
Fomentar las actividades de ocio y, especialmente, las deportivas.
Además de lo que puede ayudar convivir en un entorno cada vez más normalizado, empezando por el colegio, para mejorar la salud mental de niños y adolescentes en este momento, la Dra. Sara Antón apunta estas recomendaciones:
Mantener una comunicación con los niños y adolescentes, mostrando interés por sus preocupaciones y por su día a día.