Hay niños que se acostumbran enseguida a las gafas, pero a otros les resulta más complicado, especialmente si practican algún deporte, o si son muy movidos. Por eso, algunas familias se plantean la opción de las lentes de contacto. ¿Es viable en todos los casos?
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Nos responde a esta y otras dudas el Dr. Carlos Laria Ochaita, director nacional de la Unidad de Oftalmología Pediátrica y Estrabismos de Clínica Baviera y vicepresidente de la Sociedad Española de Estrabología y Oftalmología Pediátrica.
¿Hay una edad mínima para llevar lentillas?
Las lentes de contacto, lo que popularmente conocemos como lentillas, no solo tienen un cometido estético; es decir, sustituir a las gafas. Así, hay algunos casos en que los niños, incluso desde bebés, necesitan las lentillas para favorecer el desarrollo de la visión. Se da en las siguientes situaciones:
- Cataratas congénitas.“Hay niños intervenidos de cataratas congénitas que pueden precisar el empleo de lentillas si no se ha colocado una lente intraocular”, explica el Dr. Laria.
- Diferencia acusada de graduación. Igualmente, “cuando la diferencia de graduación entre ambos ojos es muy distinta y su diagnóstico ha sido tardío y no puede tolerar dicha diferencia en la gafa”, detalla. Acostumbrarse a una graduación muy dispar entre ambos cristales puede ser muy costoso o incluso imposible para el niño.
¿Son más beneficiosas las lentillas o las gafas?
A excepción de situaciones particulares en la vista, el uso de lentillas o de gafas no varía la evolución de la visión del niño. Eso sí, tal como advierte el experto de Clínica Baviera (www.clinicabaviera.com), hay que personalizar la indicación en cada caso.
“Especialmente con el uso de las lentillas, si es solo un tema cosmético, hay que hacer especial hincapié en las medidas de higiene y en no abusar de ellas para intentar un uso duradero y sin riesgos”, expone.
¿Qué riesgos puede tener el uso de lentillas en la infancia?
A la hora de valorar los riesgos del uso de lentillas en población pediátrica hay que tener en cuenta dos principalmente, según apunta el Dr. Carlos Laria Ochaita.
Falta de higiene
Por un lado está la posibilidad de infección por falta de higiene y un insuficiente cuidado de las lentillas. Así, es muy importante que haya algún adulto responsable que supervise todo el proceso y garantice que tanto la colocación como la conservación de las lentes de contacto se hace siguiendo todas las pautas marcadas para evitar problemas.
No hay que olvidar que las lentillas están en contacto directo con el ojo y un inadecuado mantenimiento puede provocar problemas de salud en este. Por eso hay que ser muy meticulosos en la higiene y, cuando esté indicado, es recomendable el uso de lentes de contacto desechables, “pues así evitamos parte de esos riesgos de contaminación por un uso indebido”, aclara el especialista.
Intolerancia en edades futuras
Algunos usuarios de lentes de contacto dejan de tolerarlas tras un tiempo prolongado de uso. Si el niño las lleva desde edades muy tempranas, podría suceder que no las tolere con el paso del los años. Una época que coincidiría con la adolescencia, donde habitualmente los jóvenes prefieren el uso de lentes de contacto en perjuicio de las gafas.
Hay que tener en cuenta que hasta los 19-20 años, y teniendo seguridad de que la graduación está estable, no se consideran otras opciones quirúrgicas para eliminar gafas o lentillas como las operaciones con láser para corregir la miopía.
¿Cómo sabemos si el niño está preparado para las lentillas?
El punto principal para que un niño lleve lentillas es que su oftalmólogo considere que debe usarlas. La graduación correcta solo puede hacerse bajo dilatación de la pupila, y eso es posible únicamente en la consulta del médico.
“Luego deben considerarse las circunstancias particulares de cada niño y su entorno para tener un uso seguro y evitar complicaciones que pueden ser muy serias por un uso descuidado sin las adecuadas medidas higiénicas”, apunta el Dr. Laria.
Así, si el niño va perdiendo o rompiendo las gafas una vez tras otra, habría que valorar si tiene la madurez y la responsabilidad necesarias para cuidar de sus lentillas y aplicárselas del modo adecuado. Cuando la indicación de las lentes de contacto es médica, y se trata de un niño pequeño o de un bebé, es el adulto el que debe responsabilizarse totalmente para que no haya incidencias.
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