Con el comienzo de las clases, además de preparar todos los libros y el material escolar , también llega el momento, más a nosotros que a nuestros hijos, de pensar y planificar qué actividades extraescolares queremos que realicen . La oferta es cada vez mayor y más diversa, puede ser un deporte, el aprendizaje de un nuevo idioma o alguna clase relacionada con las artes . Sea cual sea vuestra preferencia, aparece el debate de todos los años: ¿cuántas actividades son las recomendables? Si tengo que elegir, ¿cuál es la mejor de todas? ¿Refuerzo lo aprendido en el colegio fuera del horario escolar o busco alguna otra totalmente distinta? Las preguntas que se agolpan en nuestra cabeza son siempre las mismas, para las que hay una respuesta no escrita. En este caso, cantidad no es sinónimo de calidad y los gustos o preferencias cuentan.
Si eres de los padres que tienen este dilema en la cabeza, la psicóloga Laura Valenzuela, de MundoPiscologos.com, intenta guiarte respondiendo a esas tantas preguntas que seguramente ya te has hecho.
¿Cuántas actividades extraescolares son recomendables?
En muchas ocasiones, la elección del número de actividades extraescolares que hace cada niño o niña está condicionada por la jornada laboral de los padres. Los padres necesitan tener a sus hijos “ocupados” después del colegio hasta que acaban de trabajar . Siempre que sean actividades educativas en las que el niño socialice y que le ayuden en su desarrollo, nos pueden aportar beneficios, independientes de que este sea uno de los motivos.
Sin embargo, decir un número exacto de actividades extraescolares recomendables no es posible, porque se tiene que analizar la situación personal de cada niño y niña. Eso sí, este tipo de actividades no deben convertirse en una obligación más, sino que nuestro hijo debe verlas como un momento de desahogo y diversión. De lo contrario, puede desarrollar estrés, niveles altos de autoexigencia y frustración .
Por ello, siempre es recomendable, para ir decidiendo el número y el tipo de actividades:
- Preguntarle al niño o niña cómo se siente realizando estas actividades.
- Observar con atención si estas actividades producen un cansancio adicional al niño o la niña.
- Si están afectando negativamente a su rendimiento académico y a su bienestar familiar y social.
¿Todas las actividades nos aportan beneficios?
Diferentes expertos, como Edin Radal de la Universidad de Loyola en Chicago, constatan que la participación en actividades extraescolares son beneficiosas , ya que se asocian a un mayor rendimiento académico, menos problemas de conducta y tasas mayores de éxito en la edad adulta.
Por otro lado, sea cual sea la actividad que se realice, las actividades extraescolares aportan herramientas psicosociales importantes en el desarrollo del niño:
- Aprenden a trabajar en equipo y a organizarse.
- Ayudan a la sociabilización .
- Refuerzan conocimientos.
- Mejoran la salud física, mental y emocional.
Es por ello, que podemos decir de forma general que las actividades extraescolares sí aportan beneficios. El “peligro” está, como decíamos anteriormente, en si estas actividades se convierten en una obligación para el niño o la niña y afectan negativamente a su desarrollo vital.
¿Qué actividades son las más adecuadas? ¿Las elegimos nosotros o los niños?
Esta respuesta solo te la puede dar el niño o niña en cuestión, porque, como hemos visto, deben aportar beneficios y, para ello, se deben escoger y disfrutar. No pueden suponerle un esfuerzo adicional ni convertirse en una obligación ni, por supuesto, repercutir negativamente en su bienestar emocional, social y académico. Además, los niños y niñas deben experimentar, conocer nuevos ámbitos y tener la capacidad de escoger qué les gusta y qué no, y las actividades extraescolares son un buen método para hacerlo.
En ocasiones, los padres escogen por sus hijos estas actividades proyectando esperanzas o ilusiones en el niño . Esta proyección es demasiado habitual y afecta directamente al desarrollo del niño, a su capacidad de tomar decisiones y de nuevo, afecta directamente a sus niveles de estrés y frustración. Hay que dejar de lado las expectativa, conocer los intereses de tu hijo y hacer un ejercicio de escucha activa de sus necesidades. Así se tomará la mejor decisión.
De todas formas, la indecisión también forma parte de esta etapa, por lo tanto, los padres deben de ayudar y acompañar a sus hijos en esta elección, sin ejercer presiones y valorando qué actividad es la más adecuada según la edad, los gustos y las habilidades. Animarlos a probar diferentes actividades hará que los niños estén más motivados y se diviertan en esta elección y en la realización de la actividad finalmente escogida.
¿A qué edad están ya preparados para una actividad extraescolar?
Las necesidades de los niños y niñas pueden ser diferentes según el caso, pero hasta los seis años, la necesidad principal de los más pequeños es el juego libre . Por lo tanto, antes de esta edad, las actividades demasiado estructuradas no son recomendables. Sí lo es, por ejemplo, acudir al parque con otros niños.
A partir de los seis años aproximadamente, los niños y niñas ya son más conscientes de qué les gusta y qué no les gusta, son capaces de comunicarse de forma efectiva e informar de sus necesidades.
Y si sucede el caso contrario, mi hijo no quiere hacer nada, ¿le obligo a ello?
Si nuestro hijo no quiere realizar ninguna actividad extraescolar, primero debemos escuchar sus razones . ¿Puede ser que no le estemos dando todas las posibilidades? ¿Puede ser que anteriormente se haya sentido obligado a asistir? ¿Puede ser que no haya encontrado su “actividad ideal”? Forzar a nuestros hijos e hijas a realizar algo que no quieren hacer nunca es recomendable. Algunas acciones para ayudarles en la tarea podrían ser:
- Invitarles a que vayan a clases de prueba.
- Planificar pequeñas actividades a nivel familiar para que se sientan acompañados en la decisión y puedan experimentar.
- Explicarles los beneficios de realizar ciertas actividades (con un vocabulario acorde a su edad).
Al margen de estos consejos, lo más importante a tener en cuenta, es que debemos respetar los tiempos y las decisiones de nuestros hijos, acompañándolos e intentando entender sus motivos, con ello tendremos la información y herramientas suficientes como para buscar alternativas que favorezcan a su desarrollo físico, mental y emocional.