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Educación

Qué tener en cuenta para cambiar de colegio a tu hijo

Todo lo que debes y no debes hacer para que la transición sea fácil


Actualizado 1 de septiembre de 2021 - 14:38 CEST

Los niños pasan una gran parte del día en el colegio, que se convierte en su universo particular de amistades, normas, aprendizaje y socialización. Muchos cursan toda la escolaridad en el mismo centro, pero un número elevado de menores tienen que cambiar de institución por distintos motivos. Se trata de un paso importante para el que deben estar preparados.

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¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de decidirse por un cambio de centro? María Campo, profesora del Máster en Orientación Familiar de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), nos ofrece todas las recomendaciones para que así sea.

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Los motivos del cambio de colegio

Hay muy diferentes razones por las cuales se cambia a un hijo de colegio. Algunas son obligatorias, como un traslado de ciudad o de domicilio, y en otras intervienen otros factores coyunturales que pueden llevar a los padres a tomar esta decisión. Una determinación que ha de estar justificada, pues demasiados cambios tampoco son positivos.

“Puede ser cuando el proyecto educativo del centro no va acorde con el proyecto educativo familiar, pues tienen distintos valores; porque el niño tenga necesidades educativas especiales; cuando las relaciones sociales no sean positivas en el centro...”, detalla María Campo.

Es muy importante que en la elección de centro, ya sea por primera vez o cuando hay un cambio, se primen cuestiones de fondo, y no solo la cercanía, ya que familia y colegio han de estar en consonancia. Así, hay que valorar también el estilo educativo y el ideario, entre otros puntos.

Si el niño sufre acoso escolar, la recomendación de la experta es “dar la oportunidad al centro para que solucione el problema, pero si no es así, cambiar al niño de colegio para que no siga sufriendo”.

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Una decisión conjunta de los padres

Si el cambio de colegio no es por un motivo forzoso, a veces ambos progenitores no están de acuerdo en la decisión. Uno quiere cambiar y el otro prefiere no hacerlo.

No obstante, es una decisión tan trascendental que, antes de tomarla, hay que poder consensuarla para que haya unanimidad. “Las diferencias generan mucha inestabilidad en los niños. Debe haber unidad de criterio para que no se echen la culpa uno al otro si las cosas no salen bien”, aconseja la profesora de la UNIR (www.unir.net).

Si esas diferencias no se liman antes del cambio, el niño puede acusarlas en un momento de especial vulnerabilidad para él.

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¿Debe participar el niño en la decisión?

“Cambiar de colegio es una decisión muy importante y al niño le puede faltar madurez e información para tomarla”, destaca María Campo.

Eso no implica que no haya que escucharlo: es bueno dejarle que se exprese, pero teniendo en cuenta que posiblemente él solo valore el ámbito de las relaciones sociales, cuando hay muchos otros a tener en cuenta, porque a determinadas edades no son consciente de que los amigos pueden ir cambiando.

Una vez que los padres han tomado la decisión, “sí hay que hacerles partícipe de ella y de la información”, apunta la experta.

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¿Cuál es el mejor momento para el cambio?

A la hora de cambiar al niño de colegio hay que tener en cuenta tanto su edad como el ciclo escolar en el que se encuentra.

Lo más recomendable es que las etapas estén completas a la hora del cambio para no romper el nivel académico. Así, además de tener en cuenta el paso a Infantil, Primaria o a la ESO, habría que procurar que los ciclos dentro de estos también hubiesen finalizado.

Con respecto a la edad, “cuanto más pequeños son, menos notan los cambios, gracias a su flexibilidad y plasticidad cerebral, que ayudan a adaptarse mejor”, indica la profesora.

Cuanto más mayores son, más apegos tienen. “En Infantil, están iniciando las relaciones sociales, mientras que a finales de Primaria o en la adolescencia ya las tienen más consolidadas y el cambio es más difícil”, expone.

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Transmitir información sobre el cambio

Para que el cambio no resulte agresivo para el niño, hay que comunicárselo en cuanto se haya tomado la decisión. “Lo peor, incluso cuando son pequeños, es la incertidumbre”, explica la experta.

Por eso su consejo es tener una conversación sincera con el pequeño donde se le exponga que va a cambiar de centro escolar y por qué motivos, adaptando el lenguaje a su edad y dejando que pregunte si tiene dudas.

En esa charla hay que transmitirle información sobre el nuevo colegio, viéndolo juntos en Internet o visitarlo si se puede.

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Destacar lo más positivo

Además de dar información del nuevo centro, el niño necesita motivación porque, a pesar de todas las ventajas que vean los padres, lo más probable, es que a él no le compense porque prefiera quedarse con sus amigos.

Hay que destacar lo diferente, lo positivo, con lo que el niño puede conectar”, destaca María Campo. Puede ser un patio muy grande, unas excursiones especiales, una forma distinta de impartir las asignaturas... cualquier cosa que puede servir de apoyo para que el niño pueda ver aspectos buenos en el cambio.

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Buscar un referente como apoyo

Cuando el niño va a cambiar de colegio puede sentirse muy solo, por eso, en la medida de lo posible, hay que intentar previamente que conozca a los profesores o a otros compañeros. “Se trata de acercarles lo más posible su nuevo entorno”, subraya la experta.

Comenzar conociendo a alguien les da seguridad, aunque luego, más adelante puedan establecer otras relaciones sociales y otras amistades por sí mismos, pero es un buen punto de partida para ellos.

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Estar disponibles para ellos

Los primeros días en un nuevo colegio no suelen ser fáciles, por lo que la actitud que tomen los padres es muy importante. El niño estará nervioso, irritable, puede llorar, y cada uno lo demostrará a su manera.

Lo más probable es que cuando salga del colegio no le apetezca hablar nada, a pesar de que los padres estén deseosos de saber cómo ha ido todo. Hay que respetar sus tiempos, “sin forzarlos y estando disponibles para ellos para que se sientan protegidos y acompañados”, explica la profesora de la UNIR.

Así, hay que tener mucha tolerancia afectiva con ellos para que, antes o después, sientan a los padres cercanos y puedan expresar de verdad cómo se sienten.

“Lo natural no es que se adapten desde el primer momento, sino que necesiten un tiempo; hay que darles espacio y confianza para hablar de ello”, recomienda María Campo.