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c mo introducir frutos secos en beb s © AdobeStock

Alimentación Infantil

Claves para introducir los frutos secos en la dieta de tu bebé

Es un alimento que se les puede ofrecer a partir de los 6 meses, pero, a pesar de sus grandes beneficios nutricionales, hay que tener cuidado


Actualizado 27 de agosto de 2021 - 13:40 CEST

A partir de los 6 meses de edad,  un bebé ya está preparado para comenzar con lo que se conoce como alimentación complementaria  y, por tanto, podemos  introducir alimentos nuevos en su dieta . Uno de ellos son los  frutos secos  que, aún a pesar de sus múltiples beneficios a nivel nutricional, necesitan de toda nuestra atención y cuidado al inicio, por dos motivos:

  1. Son alimentos que pueden producir muy fácilmente un atragantamiento , por lo que no se recomienda darlos enteros hasta los cuatro años.
  2. Son la segunda causa de alergia alimentaria de origen vegetal . En España, la nuez es la gran protagonista de las alergias, seguida de la avellana, la almendra y el cacahuete. Tan solo un 10% de los niños con este tipo de alergias consigue superarla de forma espontánea, pues a todos los demás les acompaña hasta que son mayores.

Sin embargo, es importante que los incluyamos de forma habitual en su dieta, por lo que con cuidado y poco a poco, no tienen por qué convertirse en un problema. Además, las últimas evidencias científicas no demuestran que introducirlos más tarde consiga reducir la posibilidad de que aparezca una alergia . Por tanto, para facilitar su introducción, te vamos a dar varios consejos y tres ideas con las que tu bebé comerá frutos secos, pero no enteros.

Cómo introducir los frutos secos en la dieta de tu bebé

A pesar de que los frutos secos son alimentos muy completos y nutritivos, debemos seguir ciertas precauciones desde el primer momento en el que decidimos incorporarlos a la dieta de nuestros hijos, porque son alimentos duros y pequeños con una gran peligrosidad para los niños. Según la propia Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), “son la principal causa de atragantamiento en niños de entre uno y cuatro años”. La razón es que  los niños pequeños aún no tienen los molares en su dentadura , con lo que no pueden realizar una buena masticación, además de que la coordinación entre la deglución y el cierre de la glotis no es todavía completa. De ahí que la Asociación Española de Pediatría (AEP) recomienda esperar, al menos, hasta los 4 o 5 años para su introducción de manera completa.

Al no poder ofrecerles los frutos secos enteros, se nos plantea una importante duda, sobre todo  a aquellas madres que han decidido practicar BLW (Baby-Led Weaning) , pues no podemos dejar que sean ellos quienes elijan y se sirvan este tipo de alimentos. Conchi García, dietista-nutricionista y autora del libro De la leche al bocadillo (Martínez Roca), nos ofrece algunas pautas para su introducción.

  • La primera de ellas, es sin duda, qué tipo de frutos secos ofrecemos: es conveniente elegir frutos secos crudos o tostados, sin adición de sal, azúcar o potenciadores de sabor.
  • La segunda es reinventarse y ofrecerlos de manera diferente, pero siempre buscando que las elaboraciones sean totalmente caseras o, al menos, elaboradas al 100% con el fruto seco elegido.

Así, las tres ideas que te proponemos para ofrecerle a tu bebé frutos secos a partir de los seis meses son:

  1. En formato de harina, por ejemplo, de almendras o nueces, con la que puedes realizar bollería casera, como galletas o magdalenas blanditas, o utilizarla para algún tipo de rebozado.
  2. En crema como, por ejemplo, una  crema de cacahuetes . Puedes untarla sobre una tostada o agregarla a su papilla o yogur, además de poner un poco sobre la fruta. Tanto esta opción como la anterior son las más seguras para la introducción de los frutos secos. Eso sí, evita dársela a cucharadas, por si la textura no ha quedado demasiado fina.
  3. Y molidos que, en realidad, nos sirven para cualquier plato, espolvoreando un poquito sobre los alimentos o, al igual que en el caso anterior, en sus papillas o yogures.

Por último, las semillas más pequeñas, como las de lino, sésamo, amapola o chía pueden consumirse en estos formatos e, incluso, enteras, porque su tamaño no es peligroso.