mentiras infantiles© AdobeStock

Crianza

‘Mi hijo miente mucho, ¿qué puedo hacer?’

La mentira forma parte de las estrategias para salvar determinadas situaciones, y los niños también la utilizan. Pero cuando se vuelve constante puede ocasionar problemas en distintos ámbitos como el familiar, el social o el escolar.


Actualizado 18 de agosto de 2021 - 16:16 CEST

Niños, adolescentes y adultos mienten en algún momento de su vida.  La mentira está presente en todas las edades,  pero hay que controlarla para que no se convierta en un hábito constante y el menor se desarrolle recurriendo a ella cada vez que tiene una dificultad.

Para ti que te gusta

Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!

Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.

Este contenido es solo para suscriptores.

Suscríbete ahora para seguir leyendo.

TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE CADA MES POR ESTAR REGISTRADO.

Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.

¿Cuándo la mentira se convierte en un problema que precisa ayuda especializada? ¿Qué se puede hacer desde la familia para ayudar a los hijos a no mentir?

¿Desde qué edad hay capacidad para mentir?

Los niños comienzan a mentir entre los dos y los cuatro años, aunque en ese momento, en la mayoría de las ocasiones, no tienen intención de engañar con esas mentiras.

“Puede ocurrir que el niño se equivoque o no quiere reconocer que desconoce la respuesta a una pregunta. No hay una intención clara de engañar”, explica Iratxe López, psicóloga especializada en terapia infantil, de adolescentes, adultos y parejas (www.iratxelopezpsicologia.com).

Aunque estas primeras mentiras pueden inquietar a los padres, “de forma general podemos decir que no hay de qué preocuparse, pues  raramente las mentiras se convierten en un problema”,  tranquiliza.

Los diferentes grados de la mentira

La mentira está presente en todas las etapas del desarrollo infantil, pero va cambiando en el grado de complejidad y perfeccionamiento. “A menor edad, menos elaboración y sofisticación y menor consciencia e intención de mentir”, indica la experta. Además, no hay que olvidar que los niños tienen dificultades, en ocasiones, para distinguir entre la realidad y la fantasía.

Con respecto a la motivación para mentir, suele ser casi igual a cualquier edad: infancia, adolescencia o adultos. Así, entre otras, son:

  • Intentar evitar un problema.
  • Obtener algún beneficio personal.
  • Impresionar a alguien.
  •  Proteger a un amigo. 
  • No ofender a una persona.
La mentira en niños© AdobeStock

¿Cómo actuar cuando el niño miente con frecuencia?

Las mentiras ocasionales no tienen por qué ser un problema, pero  hay niños que hacen del engaño una forma habitual de comportarse.  Los padres pueden ayudar a que este recurso no se convierta en su modo de salir de cualquier atolladero. Estas son las pautas que recomienda la especialista de Iratxe López Psicología, en Bilbao:

Ser un modelo para los hijos

Los niños observan a cada momento lo que hacen sus padres. Si estos mienten habitualmente, aunque sea como excusa, ellos aprenderán que la mentira es una solución. “No es muy coherente que luego les riñamos por mentir”.

Entender el motivo de sus mentiras

Las mentiras no siempre se hacen con el ánimo de engañar o con mala intención. “Imaginemos que nuestro hijo llega a casa con un golpe en la cara y dice que se ha caído. Luego nos enteramos de que el golpe se lo ha hecho otro niño, pero quería protegerlo”, indica la psicóloga. Por eso, conviene indagar en el motivo real del engaño.

Poner consecuencias naturales

Es importante que el niño sepa que sus mentiras tienen consecuencias. “Estas pueden ser consecuencias naturales: si no has hecho los deberes, la profesora puede reñirte”. O puede tratarse también de un castigo impuesto por los padres, “aunque  en niños pequeños es mejor explicarles por qué mentir no está bien y son más valiosas las consecuencias naturales”,  destaca.

Reforzar cuando diga la verdad

Tiene un gran efecto positivo acentuar las alabanzas cuando el niño dice la verdad (”gracias por decirme la verdad”, “me gusta mucho que seas honesto”). Es un refuerzo positivo ante la acción adecuada que puede llevar a que, por sí mismo, elija la verdad antes que la mentira.

No etiquetarlo como mentiroso

Es contraproducente etiquetar al niño en cualquier circunstancia negativa; también como “mentiroso”. “Aunque sea el primer impulso que haya, llamarle mentiroso no soluciona la situación. Solo hará que él se sienta peor, y no es lo que queremos, sino que no vuelva a mentir”, advierte la psicóloga.

¿Cuándo la mentira necesita ayuda profesional?

Mentir, por sí mismo, no supone ningún diagnóstico de salud mental, aunque las mentiras sí pueden estar relacionadas con algún otro trastorno o bien poner de manifiesto ciertas dificultades. “Las mentiras pueden esconder problemas de tipo emocional, de aprendizaje o de abusos.  Un caso muy claro es el de un niño que está sufriendo algún tipo de abuso y miente por miedo o por vergüenza”,  subraya la terapeuta.

Habría que pedir ayuda profesional cuando se detecte que las mentiras impactan en el normal desenvolvimiento del niño en los ámbitos escolar, familiar o social. Por ejemplo,  se ha quedado sin amigos, porque estos no aguantan sus constantes mentiras.  O en el colegio tiene malas notas porque asegura haber hecho los deberes y no es así. En estos casos, cuando las mentiras complican la vida diaria, hay que acudir a un especialista para que ayude al menor.

No te lo pierdas: ¿Por qué es peligroso etiquetar a los niños? 


© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.