El cráneo de los menores de dos años no es una estructura única, sino que está dividido en varias partes. Su apariencia es como la de un puzle, aunque en este caso las ‘piezas’ no están unidas entre sí. Encajan, pero aún necesitarán un tiempo para osificarse y quedar definitivamente soldadas.
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Las fontanelas son los espacios de tipo membranoso que hay entre esos huesos del cráneo. Hay seis fontanelas, pero las dos más grandes son la fontanela anterior, también denominada fontanela mayor o frontal, y la fontanela posterior o menor, que es la que está situada en la parte occipital, la de la coronilla del bebé.
¿Cuándo se cierran las fontanelas?
Si hablamos de las dos fontanelas principales, la anterior y la posterior, tienen ritmos distintos de cierre. Así, tal como explica el Dr. Francisco Gónzález de la Rosa, neuropediatra del Hospital HM Nens de Barcelona, la fontanela posterior se cierra entre el primer y el tercer mes de vida. Por su parte, la fontanela más grande que es la que está en la parte de arriba de la cabecita, se cierra más tarde, entre los nueve y los 18 meses de vida del bebé.
El hecho de que se cierren después de nacer tiene que ver con varios aspectos:
- Permiten que durante el nacimiento la cabeza del niño se vaya amoldando a la pelvis de la madre y pueda salir por el canal del parto.
- Son un sistema de protección. “Al igual que las suturas o separación entre los huesos, las fontanelas actúan como un sistema fisiológico de protección del niño ante posibles golpes, permitiendo, sobre todo durante el primer año de vida, un mecanismo de ‘amortiguación”, indica el neuropediatra. Si hay un golpe o una caída protegen al cerebro ante el posible aumento de presión que pudiera haber.
- El cerebro sigue creciendo. El cerebro del recién nacido sigue aumentando de tamaño una vez fuera del útero materno. El hecho de que diversas estructuras craneales, como las fontanelas, no sean fijas, permite ese crecimiento.
¿Cuál es el aspecto habitual de la fontanela?
Al observar el cráneo del bebé se ve cómo hay una zona ligeramente por debajo del nivel del hueso: es la fontanela. Es normal que aparezca así, aunque hay que consultar si está muy hundida, pues puede ser síntoma de deshidratación.
Por el contrario, “el abultamiento de la misma suele verse en determinadas posiciones o ante el llanto del niño, aunque en ocasiones puede ser resultado de un aumento de la presión intracraneal (infecciones, meningitis...)”, advierte el especialista del Hospital HM Nens de Barcelona.
Cuando la fontanela está muy hundida o muy abultada, hay que consultar con el pediatra para que valore al pequeño.
Es normal que la fontanela tenga una especie de latido; es el reflejo de los vasos sanguíneos que irrigan la zona. No hay que alarmarse, pues es completamente normal.
¿Qué sucede si se cierran antes de tiempo?
Hay un amplio margen de tiempo para que las fontanelas se cierren, pero en algunos bebés este periodo se rebasa o se adelanta. Si las fontanelas se cierran más tardíamente de lo establecido, hay que vigilar el estado nutricional del niño.
Cuando se cierran antes de tiempo, en la mayoría de los casos será normal, sin que haya ningún problema, aunque “hay que valorar el resto de suturas y el perímetro cefálico del niño, asegurando su permeabilidad y correcto desarrollo”, alerta el neuropediatra.
En un pequeño porcentaje de casos, ese cierre temprano de las fontanelas es indicativo de alguna anomalía que hay que tratar desde el punto de vista médico o quirúrgico. Esos niños tendrán que ser evaluados por su pediatra y derivados a un especialista si es necesario.
¿Necesita la fontanela cuidados especiales?
Aunque en apariencia se trata de zonas muy delicadas, las fontanelas son membranas resistentes. No hay que olvidar que están ahí para proteger.
Esto no significa que se puedan tocar sin cuidado, aunque no son tan frágiles como pudiera parecer. “Peinar, lavar o frotar dicha zona no constituye en sí mismo un factor de riesgo para el bebé”, indica el Dr. González de la Rosa.
Así, hay que actuar con la misma delicadeza que exige el recién nacido, pero sin miedo, porque no es una estructura tan débil, ya que es fibrosa.
Eso sí, “la cabeza del niño es una zona especialmente vulnerable durante el primer y segundo año de vida, por lo que debe cuidarse de cualquier golpe en general”, advierte el neuropediatra.
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