lactancia materna en verano© AdobeStock

¿Necesitan los bebés lactantes beber agua en verano?

En los seis primeros meses de vida, las recomendaciones son que el bebé tome solo leche. Pero, ¿es así también en verano cuando las temperaturas son elevadas? ¿Está bien hidratado?


30 de julio de 2021 - 12:41 CEST

El calor hace que consumamos más líquidos para sentirnos bien. Pero, en el caso de los niños más pequeños, ¿hay que darles agua para que no pasen sed? ¿Cómo se puede saber si su nivel de hidratación es adecuado o insuficiente?

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Para que nos lo aclare hemos consultado con la Dra. Concha Surribas, miembro del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la AEP (Asociación Española de Pediatría) y pediatra en Calamonte (Badajoz) y en Quirón Salud Extremadura.

¿Deben beber agua los bebés menores de seis meses?

La Asociación Española de Pediatría y la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan la lactancia exclusiva hasta los seis meses de edad. Esto significa que el niño debe tomar solo pecho hasta que cumpla su sexto mes de vida. No hay que darle, por tanto, ni agua, ni infusiones, ni zumo... Ni siquiera aunque sea verano. 

Hay que tener en cuenta, además, como indica la experta, que la leche materna está formada por agua en un 87% de su composición, por lo que  los bebés amamantados a demanda están perfectamente hidratados.  “Solo hay que incrementar la frecuencia de las tomas si hace mucho calor; pero no hace falta un aporte extra de agua”, indica la Dra. Surribas.

La leche materna siempre hay que darla a demanda, pero en este caso, aún más. Habría que ofrecerle el pecho al bebé en cuanto mostrara interés y más veces al día por si tuviera más sed de la habitual.

En relación a la lactancia artificial, la consigna es la misma. Si el bebé no puede tomar leche materna, ha de tomar solamente leche de fórmula hasta los seis meses, sin ofrecer un aporte extra de agua y respetando la proporción entre agua y leche de cada fabricante. Si hace mucho calor, bastaría con reducir el tiempo entre toma y toma.

“Hay que seguir la misma norma que con la lactancia materna: la leche artificial se da a demanda, no cada tres horas, sino cuando el niño quiera y las veces que quiera”, insiste la especialista de la AEP.

¿Y los mayores de seis meses?

Cuando cumple medio año de edad, el niño ya puede iniciar una dieta más diversificada con la alimentación complementaria. En ella habrá fruta y verdura que llevan agua, pero para que no haya una sobrecarga del riñón, sí hay que ofrecer al pequeño más líquidos.

 Lo mejor para calmar su sed es el agua, que habrá que aumentar en periodos de calor y cuando el pequeño sude más,  aunque puede que se sacie con la leche. “No se recomiendan zumos, ni siquiera naturales, por debajo de los tres años, ya que es mejor que tomen la fruta con su pulpa para evitar los azúcares libres. Tampoco se aconseja que tomen infusiones, pues desplazan a otros líquidos mejores para ellos, como el agua y la leche”, advierte la pediatra de la AEP.

Hidratación en bebés pequeños© AdobeStock

¿Qué tipo de agua es la más recomendable?

No siempre el bebé necesita agua mineral para beber o para preparar sus biberones, si los toma. Elegir agua del grifo o agua embotellada dependerá de las características de la zona en la que se viva o del lugar que se visite. “Algunas aguas tienen más dureza, más minerales, más químicos potabilizadores... si no se conoce la calidad del agua, para el bebé es mejor el agua mineral de mineralización débil”, indica la Dra. Surribas.

Por ejemplo, en zonas costeras es mejor optar por agua mineral, pero si se reside en una localidad donde el suministro hídrico es de buena calidad, con la del grifo sería suficiente.

Lo mejor es ofrecer el agua en vaso, taza o en un recipiente que pueda lavarse a menudo. “Las botellas reutilizables, las boquillas o el biberón se pueden contaminar si no se lavan después de cada uso”, aclara la pediatra.

Las señales de alarma de la deshidratación

Cuando el adulto tiene sed porque hay un ambiente muy caluroso, lo más probable es que su bebé también tenga.  Los más pequeños manifiestan su necesidad de hidratarse del mismo modo que su necesidad de comer: llorando.  

Pero si los adultos no están atentos a sus señales y hace mucho calor, puede deshidratarse. Estos son los signos de la deshidratación en bebés, según comenta la especialista:

- Piel pálida (si se aprieta, sigue pálida y no sonrosada).

- Ojos hundidos.

- Llanto sin lágrimas.

- Lengua seca.

- Decaimiento (es uno de los síntomas principales).

- Moja muchos menos pañales que habitualmente.

- Poco interés por comer.

 En algunas circunstancias concretas, el bebé necesitará tomar más agua, como con la fiebre  o si pasa por algún proceso infeccioso como una gastroenteritis.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.