El último informe de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) es contundente. Los índices de depresión de los pacientes con problemas reproductivos son equiparables a aquellos pacientes con diagnóstico de cáncer, dolor crónico y enfermedades cardiovasculares . Sobre todo, en aquellas parejas que han comenzado un tratamiento de reproducción asistida y albergan esperanza. Por ello, en el estudio se han analizado a aquellas parejas que buscan, sin éxito, tener un hijo y el proceso mental por el que atraviesan. Son varios los estados que engloba:
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- El primero, la ansiedad que desarrollan ante la incertidumbre de si habrá o no un embarazo , además de por los resultados negativos que arroja, de manera sucesiva, cada test de embarazo.
- El segundo, es directamente la depresión, ya que, a esa incertidumbre, se une también el miedo a no encontrar una solución que les saque de esta situación, para que su proyecto de vida y de formar una familia se cumpla.
- El tercero, el enfado y la rabia, con esa omnipresente pregunta: ¿por qué a mí? Buscan encontrar un motivo.
- Por último, la tristeza y la esperanza cuando han comenzado un tratamiento de fertilidad, dos sentimientos que se mantienen durante todo el proceso.
Un proceso generalizado al que se suma, por supuesto, “la manera en que cada miembro de la pareja tiene de afrontar un diagnóstico de fertilidad”, nos comenta la Dra. Isabel Vielsa, ginecóloga en las Clínicas EVA de reproducción asistida. Y es que, como nos explica la experta, “se puede llegar a crear una atmósfera negativa en la relación si lo afrontan de distinto modo”. Sin embargo, aunque en principio afecta de igual manera a hombres y mujeres, sí que es verdad que esta última, en cuanto portadora de buenas o malas noticias, suele sufrir más esa pérdida anticipada por el no embarazo.
La depresión afecta tanto a hombres como a mujeres
La afectación en el estado de ánimo asociada a los problemas de fertilidad, nos cuenta la ginecóloga, “puede afectar tanto a hombres como a mujeres, dependiendo de la situación basal de cada uno, de la causa de la infertilidad y del tiempo de evolución”. Ahora, es cierto, nos dice, “que se observa con más frecuencia o se pone de manifiesto más en la mujer ”. ¿La razón? Posiblemente, porque el deseo de gestación que subyace es más fuerte en ella y porque ella es la encargada de dar las malas noticias, además de ser la primera receptora con la llegada de la menstruación.
Por otro lado, además de la posible mayor afectación a la mujer, nos recalca la ginecóloga, “puede ser también mayor en aquellas personas que de base tengan predisposición a ciertos cambios o trastornos de ánimo, personas con cierta distimia o que sean mucho más nerviosas ”. La razón no es otra que, a su situación, se les suman los problemas de fertilidad y, en ocasiones, los intentos fallidos de los tratamientos.
La ansiedad y la angustia nos impiden pedir ayuda
Esta situación que hemos descrito lleva a los pacientes que la sufren, según confirma un estudio de la revista Psicología y Salud publicado el año pasado, a que “la angustia psicológica en sí misma se convierta en un obstáculo para buscar soluciones y pedir ayuda médica”. Por tanto, puede suponer el inicio de un círculo vicioso difícil de romper. Una situación que, además, puede inclinar la balanza en cuanto a un resultado negativo o positivo de los tratamientos, ya sea una Fecundación In Vitro (FIV) o una Inseminación Artificial (IA). La razón no es otra que el estrés o la ansiedad hacen que la ovulación y la fecundación de los óvulos disminuyan.
Es más, nos explica la Dra. Fulvia Mancini, también ginecólogo y compañera de la anterior, “algunas parejas o mujeres que desean ser madres llegan con una carga de ansiedad acumulada -porque han pasado ya un tiempo largo buscando el embarazo de manera natural sin lograrlo-, que se ponen en manos de los especialistas sintiendo que es su última oportunidad”. Es aquí donde la depresión ya puede empezar a consolidarse , sobre todo, tras un par de tratamientos y un resultado negativo en ambos.
Cómo evitar esta situación y cómo podría afectar al feto
Para la Dra. Isabel Vielsa, “ es fundamental tranquilizar a los pacientes y darles toda la información necesaria desde el principio , sobre todo, para que afronten los tratamientos que tienen por delante sin ansiedad, sintiéndose cómodos y confiando plenamente en los profesionales que buscan ayudarles”. En los casos en los que sea necesario, además, se les debería ofrecer apoyo psicológico desde el primer momento. Es una herramienta básica para afrontar todo el proceso, pues el tratamiento no deja de ser largo y duro. En la actualidad, la tendencia “es ofrecer cada vez más este tipo de apoyo, antes incluso de que puedan manifestar síntomas de ansiedad o de depresión, con el objetivo de hacer un abordaje multidisciplinar del paciente”, nos dice la ginecóloga.
Y es que, como ella misma nos confirma, las alteraciones de ánimo leves o transitorias no tienen porqué afectar al curso del embarazo o al feto, “ pero cuando existe una depresión o un trastorno severo, sobre todo, si éste no se trata durante el embarazo, sí puede haber consecuencias importantes ”. Estos trastornos se asocian con abortos o partos prematuros, además de existir estudios que los asocian con alteraciones en el desarrollo cognitivo y físico del recien nacido, tales como bajo peso, retras del crecimiento en las primeras etapas o del propio lenguaje.