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¡Hola! Niños

No me oye, cómo darse cuenta a tiempo

El diagnóstico precoz y el tratamiento temprano de la hipoacusia tiene tanta importancia para el normal desarrollo de una buena calidad de vida


Actualizado 13 de julio de 2021 - 19:24 CEST

El sentido del oído es, tras el sentido de la vista, el más importante para relacionarse con el exterior y el medio en que nos desenvolvemos. Imprescindible para el aprendizaje y las relaciones interpersonales, también nos ayuda como elemento de protección, pues nos pone en guardia ante peligros exteriores y, además, interviene de forma decisiva y eficaz como órgano del equilibrio en el desarrollo de nuestra motilidad. Es por esto que el diagnóstico precoz y el tratamiento temprano de la hipoacusia  tiene tanta importancia para el normal desarrollo de una buena calidad de vida y de un alto grado de salud y bienestar.

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Qué es la hipoacusia

Se define como la disminución en la capacidad de percepción del sonido a través del órgano del oído.

Puede ser unilateral o bilateral, de transmisión o de percepción, central o periférica y parcial (hipoacusia) o total (sordera o cofosis).

  • Por su momento de aparición, se pueden diferenciar las prelocutivas, cuando aparecen al nacimiento, y postlocutivas, cuando el niño ha adquirido el lenguaje y se presentan a lo largo de la infancia.
  • Por su localización, se clasifican en hipoacusias de transmisión o periféricas, hipoacusias neurosensoriales o centrales, y mixtas.
  • Por el grado de intensidad, las hay leves, con pérdidas de entre 20-40 decibelios; medias, con pérdidas entre 40-70 dB; severas, con pérdidas entre 70-90 dB y profundas, con pérdidas de más de 90 dB.

Por qué sucede

El origen de la hipoacusia infantil suele tener relación con problemas durante el embarazo, durante el parto o después del nacimiento.

  • En el embarazo. Herencia (factor importante de riesgo). Medicamentos ototóxicos. Infecciones intraútero, producidas generalmente por virus, rubéola, toxoplasmosis y otros.
  • En el parto. Sufrimiento fetal agudo, incompatibilidad Rh, parto distócico, prematuridad. UVI neonatal.
  • Después del parto. Infecciones víricas, otitis de repetición, meningitis, medicamentos ototóxicos.

Qué hacer si sospechamos hipoacusia

No dejaremos de insistir en que el diagnóstico y el tratamiento lo más precoz posible de la hipoacusia y la sordera infantil hacen que el pronóstico sea mucho mejor, pues la enseñanza diferenciada y especial en estos niños es más eficaz cuanto más temprana.

Ante la sospecha, debéis siempre acudir a una consulta con vuestropediatra y este os pondrá en contacto con otorrinolaringólogos especializados para diagnosticar o descartar dicha patología. Si se llegase a un diagnóstico claro, es importante comenzar lo más temprano posible con el tratamiento y la educación de estos niños, pues necesitarán de atenciones específicas relacionadas con su enfermedad.

La importancia del diagnóstico

La detección precoz de las hipoacusias y sorderas infantiles es fundamental por la trascendencia que tienen en el futuro personal, familiar, social y laboral del niño que las padece.

El uso actual de pruebas objetivas tempranas, como son las otoemisiones acústicas, que pueden ser utilizadas como screening auditivo, ha mejorado las expectativas en este campo de la medicina y en el futuro de estos niños.

La prueba de las otoemisiones acústicas puede ser realizada a partir del segundo día de vida y hasta los tres meses de edad, obteniéndose los mejores resultados entre el segundo y el décimo día. Si la primera exploración no fue normal, se deben repetir pasada una semana, y si el resultado sigue siendo dudoso o es negativo, al niño se le deben realizar “potenciales evocados del tronco cerebral”, a partir del tercer mes de vida y siempre durante el sueño.

Cómo sospechar cuando un niño no oye bien

Los síntomas de la hipoacusia durante los primeros meses de vida derivan del aislamiento que esta deficiencia produce durante su desarrollo, y más adelante, a lo largo de la infancia, están más ligados a los trastornos del lenguaje.

  • 0-6 meses. Tranquilidad extrema. No se calma con la voz materna ni sonríe. No emite sonidos ni gira la cabeza ante los ruidos de alrededor.
  • 6-12 meses. No se orienta hacia el ruido, no vocaliza, ignora los juguetes sonoros.
  • 12-18 meses. No emite bisílabos. No se orienta ni reconoce objetos por el sonido. -18-24 meses. No identifica su nombre ni atiende a cuentos ni canciones. No hace frases de dos palabras.
  • 3 años. No llega a hacer entender su vocabulario, no repite lo que se le dice o lo hace de una forma ininteligible. No contesta.