La bolsa amniótica, también conocida como saco amniótico o bolsa de las aguas en términos populares, es la estructura que envuelve tanto al feto como al líquido amniótico. Está compuesta de membranas, que tienen como cometido proteger al bebé en formación en todo momento.
El saco amniótico es hermético y comienza a formarse en las primeras etapas de la gestación. Poco a poco se va llenando de agua, el líquido amniótico, que amortigua todos los movimientos del bebé, lo mantiene a una temperatura estable y permite que el feto se mueva con libertad dentro del vientre materno. Es, pues, un órgano muy importante.
¿Qué problemas pueden surgir con la bolsa amniótica?
Además de servir como protector, el líquido amniótico contribuye a la maduración de algunos órganos del bebé como los riñones y el aparato gastrointestinal. De hecho, el líquido amniótico está producido tanto por los pulmones como por los riñones del bebé en formación, y durante el embarazo él traga ese líquido y lo elimina a través de la orina; es como un entrenamiento para cuando sus órganos tengan que funcionar por sí mismos sin la ayuda de su madre.
Sin embargo, durante el embarazo pueden surgir algunos problemas que tienen que ver tanto con el líquido amniótico en sí como con la bolsa propiamente dicha, como el oligoamnios, el polihidramnios o la corioamnionitis.
El hecho de que haya habido un problema con la bolsa amniótica en un embarazo no indica que en las siguientes gestaciones vuelva a suceder. Dependerá, en todo caso, de la causa que lo haya producido.
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Oligoamnios: cuando hay poco líquido amniótico
Una de las alteraciones que se pueden producir en la bolsa de las aguas es que el líquido amniótico no sea suficiente en cantidad. Por lo general, hay entre 500 y 1.000 ml (una cantidad que va variando a lo largo de los nueve meses), pero por algunos problemas puede haber menos; es lo que se denomina oligoamnios.
“Las causas de oligoamnios pueden ser defectos en las vías urinarias fetales, retraso del crecimiento intrauterino, alteraciones cromosómicas fetales…”, indica el Dr. Jorge Robledo Blanco, jefe del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital HLA Jerez Puerta del Sur.
El oligoamnios es más frecuente, y menos grave, en el tercer trimestre de la gestación. Si se produce en el primer trimestre, el embarazo podría no ser viable, mientras que en el segundo trimestre puede afectar gravemente al desarrollo de algunos órganos fetales. En el tercer trimestre, si la situación no se puede revertir, puede obligar a adelantar el parto, que, además, podría ser una cesárea por el riesgo de complicaciones al no haber suficiente líquido.
Polihidramnios: cuando la cantidad de líquido es excesiva
En un porcentaje bajo de embarazos, alrededor de un 1-2%, el problema es el contrario: hay demasiado líquido amniótico, lo que se conoce como polihidramnios.
“Puede producirse por problemas en la salud de la madre como diabetes o incompatibilidad Rh”, indica el Dr. Robledo. También por otras alteraciones que tienen que ver con el bebé, como anemia fetal.
La cantidad de líquido amniótico se valora mediante ecografía y, afortunadamente, en el caso del polihidramnios en la mayoría de las ocasiones es leve e incluso puede desaparecer por sí mismo. Si se trata de un polihidramnios grave puede provocar síntomas como dificultad respiratoria en la madre, inflamación del abdomen y molestias en el útero.
Cuanto mayor sea la cantidad de líquido amniótico, más complicaciones puede producir y más gravedad tiene el cuadro, pudiendo provocar el adelanto del parto y otros riesgos como el desprendimiento prematuro de placenta o el prolapso del cordón umbilical.
Corioamnionitis: cuando hay una infección
En la corioamniotis hay una infección de las membranas que afecta al líquido amniótico. “La causa más frecuente de corioamnionitis es la colonización de las membranas amnióticas por gérmenes de la vagina y hay algunas situaciones que predisponen a ello como la rotura de bolsa de mucho tiempo, antecedentes de enfermedades de transmisión sexual y malnutrición materna”, detalla el ginecólogo.
La corioamnionitis puede manifestarse con fiebre en la madre, una frecuencia cardiaca alterada, tanto en la embarazada como en el feto, y contracciones o molestias uterinas. En un problema que requiere de atención médica inmediata para atajar la infección y que puede adelantar el parto.
¿Cómo saber si se pierde líquido amniótico?
Aunque en los controles médicos a lo largo del embarazo se va a valorar tanto la bolsa como la cantidad de líquido amniótico, conviene conocer cuándo puede haber una pérdida del mismo, lo que podría producirse por una fisura en la bolsa amniótica.
“La rotura de bolsa se puede identificar al notar la paciente la salida de líquido claro y transparente, sin olor, que moja su ropa. Si la bolsa está realmente rota, el líquido seguirá saliendo”, indica el Dr. Jorge Robledo. “En casos dudosos hay que realizar varias pruebas médicas que lo confirmen para actuar en consecuencia”, señala.
Así, ante cualquier duda, es mejor consultar para hacer las valoraciones necesarias porque una fisura en la bolsa precisa de tratamiento médico para evitar otras complicaciones mayores.