La conjuntivitis es una inflamación de la conjuntiva, una membrana que cubre lo que popularmente se denomina parte blanca del ojo y también la zona interior de los párpados.
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Es muy fácil de reconocer, pues el ojo se enrojece y salta a la vista enseguida que hay algún problema. Al margen de esta manifestación, puede haber secreciones y picor. ¿Cómo hay que actuar ante las conjuntivitis infantiles?
¿Qué tipos de conjuntivitis hay?
Hay distintos tipos de conjuntivitis, según el origen de la misma. Así, se pueden distinguir:
Conjuntivitis infecciosa
Pueden ser de origen vírico o de origen bacteriano, e incluso evolucionar de vírica a bacteriana. Son las producidas por virus o bacterias. En muchos casos se trata de los mismos patógenos que provocan infecciones respiratorias. Son muy contagiosas y, como su nombre indica, pueden infectar también a otras personas. Las más frecuentes entre la población infantil son “las conjuntivitis de origen vírico, debido a su alta capacidad de contagio por el contacto con las manos entre los niños sin las adecuadas medidas de higiene”, señala el Dr. Carlos Laria Ochaita, director de la Unidad de Oftalmología Pediátrica y Estrabismos de Clínica Baviera y vicepresidente de la Sociedad Española de Estrabología y Oftalmología Pediátrica.
Conjuntivitis alérgica
Las conjuntitivis alérgicas se desencadenan igual que otro tipo de alergias: por la exposición a un alérgeno no tolerado. Así, “tienen una elevada frecuencia, sobre todo en las épocas de primavera y verano, por el elevado nivel de pólenes”, indica el experto. No se transmite a otras personas.
Conjuntivitis irritativa
Este tipo de conjuntivitis se produce ante elementos externos que pueden irritar el ojo, como el cloro de las piscinas o la polución atmosférica. Cede cuando el factor desencadenante desaparece y tampoco se contagia a otros. Es muy habitual en verano, cuando los niños abren los ojos bajo el agua en la piscina y se pasan el día bañándose.
Conjuntivitis del recién nacido
Al pasar por el canal del parto, y si la madre tiene alguna infección, esta se puede transmitir al bebé, causando una conjuntivitis. Por este motivo, a todos los recién nacidos se les aplica o bien pomada o bien gotas antibióticas, con el objetivo de evitar este riesgo.
¿Cómo se puede evitar la conjuntivitis?
Las conjuntivitis infecciosas, que son las más frecuentes en la infancia, son muy contagiosas. De hecho, es muy habitual que cuando un niño la tiene acabe transmitiéndola a sus compañeros de clase, sobre todo en la etapa de la escuela infantil. Por eso, se pide a los padres que no lleven al niño al centro en cuanto detecten la conjuntivitis.
Pero en casa, la conjuntivitis es igualmente muy contagiosa. En cualquier entorno, la clave para evitar la transmisión es seguir unas medidas estrictas de higiene.“Las medidas de higiene son fundamentales pues, por contacto directo, las conjuntivitis tanto víricas como bacterianas, tienen un alto nivel de contagiosidad”, advierte el Dr. Laria Ochaita.
Una de las pautas más efectivas es retirar todas las toallas que hayan estado en contacto con los niños con conjuntivitis. Así, hay que proporcionarle toallas y otras medidas higiénicas individuales para cada niño, “e incluso para cada ojo, para intentar evitar el auto contagio de un ojo a otro”, resalta el oftalmólogo, una situación que también sucede con asiduidad.
¿Cuándo se puede complicar la conjuntivitis?
Las manifestaciones comunes de la conjuntivitis son tener el ojo rojo acompañado de secreciones (legañas). En las que son alérgicas también se producirá un picor. Sin embargo, más allá de estos síntomas comunes, y aunque parezca una afección banal, la conjuntivitis puede complicarse.
Hay que estar especialmente atentos si el niño refiere estos síntomas: “Cualquier déficit de visión de uno o ambos ojos representa un signo de mayor gravedad, así como el dolor o alteraciones en la forma o tamaño de las pupilas”, subraya el especialista de Clínica Baviera.
Las conjuntivitis se pueden complicar “afectando seriamente a la visión, e incluso el propio desarrollo de las conjuntivitis pueden dejar secuelas que deben ser vigiladas y tratadas por el oftalmólogo para evitar déficit visuales”, alerta.
Por este motivo, el Dr. Laria Ochaita aconseja acudir siempre al pediatra o al oftalmólogo ante cualquier manifestación de ojo rojo en el niño. “Nunca debemos automedicarnos por el riesgo que ello puede conllevar para la salud de nuestros ojos”, insiste. El niño debe ser valorado por un médico con mayor urgencia si manifiesta un déficit visual, dolor en los ojos o alteraciones de algún tipo en la pupila.