Desde el primer momento en el que confirmas que estás embarazada, tu cuerpo cambia . Y el pecho es una de las primeras partes que lo hace, por dos razones principales: desde el principio, comienza a almacenar grasas, con el objetivo de tener unos depósitos de energía más completos , y porque las glándulas del interior del seno se desarrollan y preparan para la llegada de un nuevo bebé. Un cambio muy visible que, además, te acompañará durante toda la gestación y la lactancia. Es decir, seguramente más de un año, un tiempo en el que también se producen algunos ‘efectos secundarios’ que no nos gustan en absoluto y que nos generan cierto temor, sobre todo, cuando se produzca el destete .
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Entre estas consecuencias, destacan:
- Las dolorosas grietas , una de las principales causas por las que las mujeres abandonan la lactancia materna.
- Las antiestéticas estrías provocadas por los continuos cambios de tamaño del pecho.
- La posibilidad de que aparezca una mastitis .
- Y, por supuesto, la consecuente flacidez , que hace que el aspecto de nuestros senos cambien por completo y no vuelvan a ser lo que eran.
Para evitarlas o, al menos, minimizarlas, debes tener en cuenta que la higiene es un aspecto básico (y será también el primero no de nuestros consejos), pero también otros aspectos que te contamos a continuación.
1. Una higiene correcta y en su justa medida
Aunque no te lo creas, el pecho no necesita un cuidado mucho más exhaustivo del que va más allá de la higiene personal habitual. Hacer un uso excesivo de jabón o de otras lociones pueden provocar el efecto contrario, irritando y resecando la areola, favoreciendo la aparición de las grietas. Por ello, los expertos de Medela recomiendan:
- Lavarse los pechos únicamente con agua cuando te bañes o te duches. ¿Por qué? Porque las pequeñas protuberancias que aparecen en la areola (llamadas glándulas de Montgomery) producen un aceite que hidrata y protege los pezones. Los jabones y geles podrían eliminar este aceite natural y provocar sequedad e irritación.
- Dejar que los pezones se sequen al aire o frotarlos muy suavemente con una toalla.
Además, en el momento de dar el pecho a nuestro bebé , los mismos expertos aseguran que “no es necesario limpiar los pechos o pezones con anterioridad”, porque las bacterias presentes en la superficie ayudan a desarrollar la microbiota intestinal del pequeño. Eso sí, es fundamental, como advierte la Asociación Española de Pediatría (AEP), “ lavarse las manos previamente siempre ”.
2. Cambio frecuente de los discos absorbentes
Además de utilizar sujetadores especiales (de algodón, tirantes anchos y una talla adecuada que se adapte a su tamaño sin comprimir), para evitar dolores de espalda o minimizar la sensación de pesadez , debes tener mucho cuidado con los discos absorbentes. La recomendación es cambiarlos con frecuencia si se humedecen, para reducir el riesgo de infecciones por hongos o bacterias, como la candidiasis . Y es que, la propia AEP, asegura que “los pezones deben mantenerse secos, sin humedad”.
3. Haz ejercicio de manera habitual
En este caso, lo que buscamos prevenir es ese aspecto flácido del pecho una vez finalizada la lactancia, puesto que el pecho vuelve a su tamaño normal y, durante este proceso de transición, es bastante normal que aparezcan estrías y se genere cierta flacidez en la zona. ¿Qué puedes hacer? Actividades como la natación, el yoga o el pilates están muy recomendadas y te permitirán mantener tonificada esta zona .
4. Aprovechar las últimas gotas de leche
Desde la AEP nos cuentan que la leche materna fresca puede ayudar a sanar los pezones dañados, “pudiendo prevenir las grietas e, incluso, cerrarlas si ya han aparecido”. Para ello, se recomienda exprimir unas cuantas gotas de leche después de cada toma y extenderlas sobre el pezón y la areola mamaria. Puedes realizar un pequeño masaje.
5. Asegúrate del vaciado completo del pecho
Por último, es muy importante que compruebes que, durante las tomas, el bebé se agarra bien al pecho y puede vaciar completamente el pecho, permitiendo la relajación del tejido. Por ello, es también fundamental que te acuerdes de alternar los pechos en cada toma, para evitar que colapsen , y antes de retirar al bebé del pecho, interrumpir la succión, para evitar que el pequeño tire y haga daño a tu pezón.