Los trastornos mentales son una de las principales causas de discapacidad en el mundo, por lo que evitarlos tiene beneficios en todos los órdenes. Un nuevo estudio publicado en la revista Molecular Psychiatry ha revelado cómo la edad de inicio es bastante anterior a la que se pensaba.
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Para llegar a esta conclusión, los autores analizaron 192 estudios epidemiológicos que incluían a más de 700.000 pacientes de todos los continentes. De esta forma se se ha podido saber que el debut de estos problemas de salud es muy temprano.
La edad de inicio de la mayoría de los trastornos
Gracias a la ingente cantidad de datos revisada en el citado estudio se ha determinado que la edad en la que comienzan más trastornos mentales son los 14 años. Así, la mitad de ellos comenzaría antes de los 18 años y la otra mitad, después. La investigación ha puesto de manifiesto cómo de forma ininterrumpida los trastornos van apareciendo durante los primeros 25 años de vida, edad hasta la que el cerebro sigue madurando.
“Saber a qué edad comienzan nos puede ayudar a detectar a tiempo los cambios que se producen, con el objeto de poder intervenir sobre algunos de ellos para que el cerebro madure de forma sana”, explica uno de los investigadores, el Dr. Joaquim Raduà, de IDIBAPS, acerca de la importancia de este dato.
Así, la mayoría de los trastornos aparece durante la adolescencia, justo cuando el cerebro está experimentando muchos cambios debido a su maduración. “Si intervenimos bien, y a tiempo, podemos reducir mucho la incidencia de los trastornos mentales, con todo lo que ello conlleva”, indica el Dr. Raduà.
En el estudio se establece que la edad mediana (la edad en que el 50% de los casos aparecen antes y el 50% de los casos aparece después) son los ocho años para la fobia social o ansiedad por separación, los nueve años para los trastornos del espectro del autismo (TEA), los 12 años para el TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), los 13 para la ansiedad social, los 17 para la anorexia nerviosa y los 18 para la bulimia, entre otros.
¿Se pueden prevenir entonces los trastornos mentales?
Los trastornos mentales son multifactoriales. Esto significa que hay varias causas que intervienen en su aparición. Por un lado está la genética, sobre la que no se puede actuar, por otra hay una parte biológica, que tendría que ver con eventos que suceden, por ejemplo, en el embarazo y el parto, y finalmente hay factores ambientales o psicosociales sobre los que sí se puede actuar.
Es en esta última categoría donde el estudio cobra su importancia. “Al saber mejor el rango de edad con más riesgo de desarrollo se pueden hacer programas de cribado a esas edades concretas”, resalta el investigador. “Si la detección precoz se hace en edades de bajo riesgo, no es tan eficaz, pero si se hace ante el primer síntoma y a edades clave será mucho más efectiva para detectar a las personas en riesgo. A su vez, al detectarlas, podrían ser dirigidas a unidades especializadas”.
Así, podrían ponerse en marcha medidas como la psicoterapia e intervenir en las necesidades básicas de la personas, tanto médicas como psicosociales para intentar frenar el trastorno o reducir su gravedad.
¿Qué se puede hacer desde la familia?
Tal como indica el experto, se sabe que un 30% de los trastornos mentales aparecen por haber pasado adversidades graves en la infancia, como traumas, malos tratos, enfermedades muy importantes o problemas económicos notables.
Así, una forma de prevenir desde la familia este tipo de enfermedades es tratar de disminuir los eventos adversos intensos que puede pasar el niño. No obstante, hay que tener en cuenta que hay persona que con muchas circunstancias adversas no desarrollarán nunca un trastorno mental y otras que con menos sí lo harán por tener genes más susceptibles. En todo caso, intervenir sobre los factores psicosociales que pueden darse en la aparición de estos trastornos es clave.
Por otra parte, hay que estar muy atentos a las señales de debut de estos trastornos. “Si hay cambios repentinos como que el adolescente se quede en casa, se encierre, deje de querer hacer lo que antes hacía... hay que consultar. Puede que no indique nada, pero hay que estar alerta ante conductas y señales que no sean propias de la etapa adolescente” , advierte el investigador de IDIBAPS.
Un cambio en el modelo de atención médica
Actualmente, al cumplir 18 años los adolescentes pasan de ser tratados en psiquiatría infanto-juvenil a ser tratados en psiquiatría de adultos. A la luz de los resultados del estudio, el Dr. Raduà plantea la necesidad de modificar este modelo de atención.
“Es bueno que haya especialización, pero lo que no debería haber sería esta fragmentación. Muchos trastornos aparecen justo cuando hay que hacer ese cambio y se corre el riesgo de que la comunicación no sea lo suficientemente fluida”, detalla. “El cambio no debe ser abrupto. Debe haber un equipo de transición que acompañe a la persona en ese momento”, recalca.
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