Uno de los requisitos fundamentales para aprender a compartir las tareas domésticas entre todos los miembros de la familia (y conseguir que todos lo hagan de una manera voluntaria) es “el tiempo de aprendizaje que esto requiere”. Por eso, “ hay que empezar a enseñarles desde pequeños ”. Esta es la propuesta que nos hace Michaeleen Doucleff, autora del libro El arte perdido de educar (Grijalbo), donde nos ofrece una forma nueva de enfocar la crianza de los niños , de una manera muy intuitiva y en el que dedica varios capítulos a este aspecto.
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Cuando le pedimos a un niño que nos ayude con alguna tarea en casa , pocos minutos después les decimos que la abandonen sin haber terminado y, la siguiente vez, directamente desistimos. ¿Por qué? Porque pensamos que ralentizan nuestro trabajo y nos genera tal caos que preferimos enviarles a jugar a su habitación o, mucho peor, les ponemos delante de una pantalla . Y es que los padres queremos quitarnos las tareas cuanto antes y los niños nos lo impiden. Sin embargo, nos explica Michaeleen Doucleff, “lo único que conseguiremos así es dinamitar sus ganas de ayudar, acabarán por perder el interés y, aunque se lo pidamos, no lo harán”.
Enseñar a un hijo a que nos ayude en casa y a ser servicial, nos explica, “ es como enseñarle a leer o explicarle cómo se resuelve un ejercicio de matemáticas , es decir, no podemos esperar que dándole algunas instrucciones verbales rápidas o colgando una tabla en la nevera nuestro hijo sepa, por arte de magia, lo que tiene que hacer”. Y es que un niño, “no solo tiene que aprender cómo hacer las tareas, sino también cuándo se deben hacer y por qué hacerlas es importante y beneficioso para la familia”. Por tanto, para la autora, un programa de tareas sin más no es recomendable.
Al principio, elimina el programa de tareas de la nevera
Si lo pensamos bien, nos dice Michaeleen Doucleff, “un programa de tareas sin más puede impedir que el niño aprenda a ser una persona servicial, porque el objetivo de que ayuden en casa es que los niños presten atención a lo que les rodea y que aprenda a identificar cuándo hay que hacer algo específico ”. Aquí está la ayuda real y voluntaria que hará que nuestros hijos crezcan sabiendo que las tareas domésticas son un trabajo de equipo . Muchos acaban ayudando ya cuando son mayores, pero siempre teledirigidos, teniendo que ser nosotros lo que deben hacer. Y ese no es el objetivo, es que ayuden voluntariamente.
Por eso, la autora descarta un programa de tareas por días, porque el niño llegará a la conclusión de que solo hay que hacer una tarea en concreto y en un momento en concreto. Así, “no llegará a prestar atención a cómo está la casa en los demás momentos y supondrá que no tiene que hacer nada más, porque no está en el programa”, nos dice la autora. Para potenciar que tus hijos ayuden en casa “porque quieren hacerlo”, el proceso educativo empieza desde que son bebés, evitando esos programas y dejándoles colaborar.
Consejos para bebés hasta 1 año
A los más pequeños de la casa, “tenemos que dejarles observar”. Esa es la palabra mágica para estos niños según nos cuenta Michaeleen Doucleff. Es importante que, desde bien pequeños, “sientes a tu bebé junto a tí y te vean hacer tareas en casa, cuáles son y cómo trabajas”. Tú, mientras, puedes ir explicándole qué haces. Los niños se entretienen y, además, se enriquecen.
Niños pequeños de 1 a 6 años
Contra toda lógica, nos dice Michaeleen Doucleff, “tenemos que encargar tareas a los miembros menos competentes de la familia”. Es decir, no pedírselo solo a los hermanos mayores, sino dejar que los pequeños colaboren. “Es el momento en el que debemos iniciar este tipo de tareas para que sean personas serviciales”, nos cuenta la autora. Y es que, nos dice, “los más pequeños siempre quieren ayudar, pero se lo prohibimos, porque lo hacen mal”. Esa no es la cuestión, sino que quieren ayudar y debemos dejar que lo hagan. “ Son ayudantes natos y les gusta, por ejemplo, recoger los juguetes con mamá, se sienten conectados a los demás miembros de la familia ”. Además, cuando lo hace, se sienten orgullosos porque lo han hecho solos o han participado en la tarea.
Para potenciar ese sentimiento innato de ayuda y no disminuirlo, con los niños de hasta 6 años, la autora nos sugiere:
- Cuando el niño comience a caminar, pedirle ayuda con tareas sencillas como ordenar los zapatos o explicarles cómo se prepara el desayuno. Nuestro objetivo, nos dice la autora, a esta edad, “es incentivar el entusiasmo del niño por ayudar, no reprimirlo”.
- Mostrarle cómo se hacen las tareas del hogar, diciéndoles que pueden participar y explicárselo todo de forma sencilla y amable.
- Animar al niño a que ayude y, si él mismo nos lo pide, ponernos a su lado y dejar que pruebe. No empieces dando órdenes, que además serán muy confusas al principio; sino que es mejor observar lo que hace e intentar dar utilidad a sus esfuerzos.
- Pídeles ayuda. Tan sencillo como coger una taza vacía y llevársela a papá para su café o con frases como “sujeta esto”, “ve a buscar esto” o “lleva esto a su sitio”.
- Las tareas que les pidamos deben ser reales y que ayuden a la familia. No tienen por qué ser una gran contribución, pero tampoco hay que inventarla o, por ejemplo, pedirle que barra el salón después de haberlo barrido tú. Mejor, dile que empiece y que tú vas a ayudarle al final para acabar juntos. Y nada de pedirle cosas falsas.
- Busca tareas que impliquen dar amor, es decir, que traiga los pañales de su hermano pequeño, que le ayude a recoger los juguetes, que distraiga a su hermano pequeño mientras mamá va un momento a la cocina.
- Las tareas deben ser factibles o casi, lo importante es encargar lo que se ajuste a la capacidad de cada uno y teniendo en cuenta que es mejor equivocarse por ponérselo fácil a difícil.
- Y, por último, muy importante: no hay que obligar. Forzar a un niño a que haga algo que no quiere, terminará con su motivación. Nos recuerda la autora que “parte de la colaboración consiste en aceptar la preferencia de un niño, incluso, cuando decide no ayudar”.
Niños de entre 6 y 12 años
Llegados a esta edad, nos explica Michaeleen Doucleff, “hay que animar, activar y dejar que sean ellos los que tomen la iniciativa”. Así, a medida que crecen, debemos aplicar los mismos conceptos que hemos visto en la etapa anterior, pero alentando aún más su interés por colaborar y pidiéndoles ya que realicen tareas menores por sí solo . De esta forma, el niño irá aprendiendo y podrás encargarle cosas más complejas, para que vaya aumentando sus habilidades.
- Siempre que muestre iniciativa, déjale probar.
- Acepta sus contribuciones. Aconséjale para mejorar, pero no le digas que no.
- Sigue centrándote en trabajar juntos. Llámale para que te ayude con algunas tareas y los fines de semana, por ejemplo, puedes convocar unas pequeñas ‘fiestas de limpieza’.
- Delega las tareas menores. A medida que los niños crecen, se vuelven más competentes y se les puede encargar algo más complejo.
- Y, por último, no lo dudes: echa mano de la activación. Es decir, en lugar de pedirle explícitamente que haga algo, activa su ayuda diciéndole que vas a empezar tú con alguna tarea, que observe si hay algo más que hacer.