Los espasmos del llanto se presentan habitualmente en niños sanos que reaccionan ante algún susto, alguna contrariedad, un dolor... Su origen puede ser muy variado, y provocado tanto por estímulos físicos como emocionales. Por lo general, suelen ser recurrentes en el pequeño, así que conviene saber cómo reaccionar.
Con la ayuda de la Dra. María Sánchez, e-Health Medical Manager de Cigna España, desentrañamos los secretos de los espasmos del llanto (también conocidos como espasmos del sollozo).
¿Cuándo aparecen?
Los espasmos del llanto pueden aparecer a partir de los seis meses, aunque en algunos niños es mucho más tarde, sobre los 15-18 meses, y no suelen prolongarse más allá de los 6-7 años, aunque lo más probable es que desaparezcan antes.
Como están provocados por situaciones tanto físicas como emocionales, su aparición y desaparición tiene mucho que ver con la etapa de desarrollo neurofisiológico en la que se encuentre el pequeño. Pueden surgir ante la angustia por la separación, ante una frustración por no conseguir lo que se desea, ante un miedo...
“La frecuencia y la intensidad con la que aparecen dependen de cada niño. Se podría decir que los espasmos del llanto suceden cuando algo sobrepasa al bebé y su cuerpo reacciona en consecuencia para superar ese estado. Por eso los niños vuelven a recuperar la consciencia poco después”, indica la experta de Cigna Salud.
Tipos de espasmos del llanto
Hay dos tipos de espasmos del llanto, aunque “en ambos casos, desaparecen espontáneamente, son benignos y su pronóstico es excelente”, tranquiliza la experta.
Así, estos son los dos tipos que se pueden presentar:
- Espasmos cianóticos: aparecen por miedo, dolor o frustración. Se originan cuando el niño llora de forma enérgica y, justo después, detiene su respiración tras una espiración prolongada. En este caso, puede ponerse amoratado, perder la conciencia (que recuperará poco después) y perder el tono muscular e incluso tener convulsiones.
- Espasmos pálidos: están provocados por estímulos dolorosos leves, puede haber un llanto mínimo o no, que provoque la pérdida de conciencia y un tono pálido muy intenso en la piel.
¿Son peligrosos?
Los espasmos del llanto se presentan en niños sanos, “no se trata de una enfermedad ni tampoco de un síntoma de ninguna patología subyacente”, explica la experta.
No obstante, para los padres resulta muy angustioso, pues el niño con el llanto puede dejar de respirar incluso hasta por un minuto, siendo esa falta de oxígeno la que provoca el espasmo e incluso puede llevar a que pierda el conocimiento por un periodo breve de tiempo.
Aunque resulte muy alarmante, “no hay peligro de secuelas”. Así: “Para tranquilidad de los padres, los espasmos no están provocados por ninguna enfermedad física ni psíquica. Normalmente no hace falta llamar al médico de urgencias, y no hay secuelas pulmonares, cardiacas o neuronales”, añade.
No obstante, hay algunas circunstancias que sí aconsejan consultar con un médico y son :
- El niño se queda inconsciente por más de dos minutos.
- Los episodios tienen una frecuencia muy alta.
- El niño se muestra somnoliento varias horas después del episodio.
- Hay algún problema de salud anterior.
¿Cómo actuar cuando se producen?
Para el niño que tiene espasmos del llanto puede ser más peligrosa la reacción de quien está presente que el propio espasmo. Así, es particularmente importante, no zarandearlo. “No hay que dejarse llevar por el pánico cuando el niño deje de respirar ni moverlo con brusquedad. Tampoco ceder ante sus deseos”, explica la Dra. María Sánchez.
Lo mejor es esperar con tranquilidad a que se le pase, especialmente si el llanto ha venido provocado por una situación de frustración cuando el niño no consigue lo que desea. Es así porque si el niño después de este episodio consigue lo que quería, asociará que con esta forma de actuar es capaz de lograr lo que ansíe en cada momento y tomará esta expresión como norma.
¿Se pueden prevenir los espasmos del llanto?
Los espasmos del llanto no se pueden prevenir, en general, aunque hay algunas estrategias que pueden servir. Por ejemplo, “si se detectan signos de susto, miedo o inseguridad como los que suelen preceder a un episodio de espasmos, hay que procurar desviar la atención del niño y ofrecerle cariño y tranquilidad”, recomienda la experta.
En niños más sensibles al dolor, puede seguir apareciendo hasta que alcancen una mayor madurez, y hay que tener en cuenta que en algunas familias es hereditario, por lo que si alguno de los padres lo manifestó, sus hijos tienen más probabilidades de presentar también espasmos del llanto. En todo caso, lo más tranquilizador, es que, tal como como aparecieron, desparecerán en algún momento.