La alergia a la proteína de leche de vaca (por sus siglas, se la conoce como APLV) se define como una reacción adversa que aparece tras el consumo de leche de vaca, en cantidades habitualmente toleradas por individuos sanos. Una reacción que se caracteriza por una respuesta exagerada del sistema inmunitario a las proteínas que contiene la leche , principalmente a dos: la betalactoglobulina (que no se encuentra en la leche materna) y la caseína. Es la alergia más común en el primer año de vida con una incidencia de hasta un 7,5% de los lactantes y, en algunos casos, los pacientes no responden al tratamiento habitual y hay que buscar otros.
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Es importante, nos cuentan los expertos, como la Dra. Carmen Ribes Koninckx, jefa de la sección de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica del Hospital Universitario La Fe de Valencia, que detectemos pronto esta alergia “y la sintomatología inicial de la que parte el paciente, pues hay bebés en los que la recuperación con el tratamiento adecuado sea de entre 24-48h, pero en otros, la afectación nutricional es importante y una recuperación completa puede demorarse hasta 6 semanas”. Un tratamiento que no puede ser, además, acertado a la primera. Te contamos cuáles existen y, sobre todo, la sintomatología de esta alergia, pues puede confundirse con una intolerancia a la lactosa .
¿Cuándo y por qué ocurre la APLV?
La reacción alérgica a las dos proteínas de la leche que hemos citado (betalactoglobulina y caseína) aparece cuando son reconocidas como extrañas por el organismo y se inicia la producción de anticuerpos para ‘luchar’ contra ellas. Estas defensas son, sobre todo, inmunoglobulina E y algunas sustancias químicas como la histamina, que serán las principales responsables de los síntomas que aparecen.
Su causa es genéticay suele aparecer ya desde el momento en el que nace el bebé:
- Bien porque las proteínas de la leche de vaca ingeridas por la madre llegan al recién nacido a través de la lactancia materna.
- O bien al sustituir la lactancia materna por una fórmula artificial que las contiene.
En la gran mayoría de los casos, en torno a un 85% de los niños, la alergia desaparece durante los tres primeros años de vida, por lo que mantenerla en la edad adulta es algo bastante raro.
Alergia a las proteínas de la leche e intolerancia a la lactosa
Muchas veces, nos dicen desde la Fundación Española del Aparato Digestivo, la alergia a las proteínas de la leche y la intolerancia a la lactosa se confunden, pero son dos trastornos completamente diferentes. Mientras la primera, como hemos visto, es una respuesta exagerada del sistema inmunitario; la segunda aparece cuando no se puede digerir adecuadamente la lactosa por déficit de lactasa. Además, esta última sí que suele aparecer más en adultos que en niños. Y, por tanto, tanto la sintomatología como el tratamiento difieren.
Síntomas de una alergia a las proteínas de la leche
Para reconocer una alergia a las proteínas de la leche, existen algunos síntomas y signos gastrointestinales de diferente gravedad que nos pueden poner en alerta . No podemos olvidarnos, nos cuenta el Dr. Juan José Díaz, de la sección de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica del Hospital Universitario Central de Asturias y profesor asociado en Pediatría, “ que en la manifestación de una alergia alimentaria (como es este caso), el intestino tiene que jugar algún papel . No solo es el encargado de digerir y absorber los alimentos, sino que también es el órgano principal del sistema inmunitario de nuestro cuerpo”. Por tanto, la respuesta nace aquí y se caracteriza por numerosos síntomas digestivos, pero también respiratorios y cutáneos:
- Picor en la lengua, el paladar y la garganta.
- Diarreas, cólicos abdominales y sangrado en las heces .
- Posible rechazo hacia el alimento.
- Síntomas respiratorios como la rinoconjuntivitis, el asma o sibilancias .
- Síntomas cutáneos como la aparición de urticaria, eritema en los labios y párpados, además de lo que se conoce como rash, una erupción cutánea con lesiones de tipo básico.
Tratamientos de la APLV
Para determinar el tratamiento que podemos darle a un bebé que ha manifestado una alergia a las proteínas de la leche, debemos distinguir entre aquellos en los que la lactancia materna sea exclusiva y en aquellos en los que no:
- Lactancia materna: en este caso, la madre no debe ingerir lácteos ni sus derivados, además de mantenerse exenta de productos que puedan contener proteína de leche de vaca.
- Bebés alimentados con leche de fórmula: se debe sustituir la leche por una de fórmula extensamente hidrolizada sin lactosa que combine una buena tolerancia y una composición apropiada para garantizar el adecuado desarrollo nutricional que es fundamental en estas edades tempranas o, también, fórmulas a base de soja.
Sin embargo, existen algunos casos, entre un 5 y un 10% de los niños con APLV que no responde tampoco a este último tratamiento, como bien han apuntado los expertos que han participado en el último simposio sobre las Novedades en la práctica clínica de la APLV, organizado por Nutricia en el II Congreso Digital de la Asociación Española de Pediatría (AEP). Para este pequeño grupo de niños, se están planteando lo que se llaman las fórmulas elementales que, nos explica la Dra. Carmen Ribes Koninckx, “están compuestas únicamente de aminoácidos sintéticos libres como fuentes de proteínas, es decir, no se basan en ninguna fuente de proteína completamente nativa, pero son nutricionalmente completas para lactantes (con grasas, hidratos de carbono, polímeros de glucosa, micronutrientes y ácidos grasos esenciales)”. Este sería el tratamiento para aquellos bebés que no responden correctamente a los dos primeros o, en ocasiones, nos dice la doctora, “para aquellos pacientes con alergias alimentarias múltiples”.