Skip to main contentSkip to footer
el sue o del beb © AdobeStock

¿Cuántas horas debe dormir, como mínimo, un niño?

Dependiendo de la edad, el tiempo de sueño se amplía más o menos. Las necesidades de descanso son distintas a cada edad, y conviene reconocer cuáles son desde que el niño nace hasta que llega a la adolescencia.


10 de junio de 2021 - 12:06 CEST

Hay bebés que desde que nacen son grandes dormilones, pero hay otros a los que les cuesta mucho más conciliar el sueño. En general, hay unas pautas para todos, que habrá que ir valorando según las particularidades de cada niño.

Son guías de referencia y no todos los pequeños las cumplen, pero conviene tenerlas presentes por si el niño se sale mucho de la media y conviene investigar si hay algún problema que esté afectando al periodo de descanso.

Horas mínimas de sueño por edades

La  necesidad de horas de sueño va disminuyendo según se van cumpliendo años,  tal como indica Sonia Esquinas Jurado, psicóloga especialista en sueño infantil del Instituto del Sueño (www.iis.es).

Así, la OMS (Organización Mundial de la Salud) establece que el bebé hasta los tres meses duerme entre 14 y 17 horas de buena calidad (incluyendo las siestas). Este tiempo de descanso va decreciendo hasta las 10 horas cuando tienen cuatro años (hablamos de tiempos mínimos, porque hay niños que duermen más).

 Al llegar a la preadolescencia y la adolescencia, las horas se asimilan a la edad adulta,  y deben dormir entre siete y nueve horas diarias.

Qué causa un sueño de mala calidad en el niño

Hablamos de higiene del sueño para referirnos a las pautas que consiguen que ese tiempo de descanso sea realmente reparador. Este factor,  una higiene del sueño inadecuada, es el que más influye, en general, en que el niño tenga una mala calidad del sueño. 

En la higiene del sueño intervienen, según la experta:

  • Horarios regulares para irse a la cama y para levantarse.
  • Condicionantes del sueño. Son aquellos que “actúan como asociaciones de determinados actos para ‘atraer’ el sueño, pero que, de la misma manera, se convierten en un arma de doble filo cuando no están, como puede ser en los bebés una gasa, un peluche, la mano de mamá...”.
  • Rutinas. Cuando hay rutinas poco claras y cada noche el niño hace cosas distintas antes de dormir (un día ve la tele, otro juega a la tablet...) se dificulta la buena higiene del sueño.
  • Exposición a la luz pulsada de noche. Los aparatos tecnológicos funcionan con luz pulsada “que entra en el cerebro a través de la retina y lo ‘confunde’, ya que lo interpreta como luz solar”. Esto provoca que se segregue menos melatonina (hormona del sueño) de la necesaria, retrasándose así la hora de dormir.
  •  Retraso en la fase de sueño durante la adolescencia.  Durante la adolescencia se produce un retraso en la fase de sueño, lo que implica un mayor tiempo en conciliar el sueño. El problema no sería tal si pudiesen despertarse más tarde, pero en la mayoría de los casos, las clases escolares comienzan a primera hora de la mañana y el adolescente va arrastrando un gran cansancio por la falta de sueño. “No es de extrañar que se queden dormidos o que tengan problemas de atención o de concentración”, explica la experta. Además, en esta franja de edad se ve cada vez más cómo los menores se quedan hasta tarde haciendo otras actividades como escribir mensajes a sus amigos o jugar online, lo que está repercutiendo muy negativamente en las horas que pasan despiertos.
Niño pequeño dormido© AdobeStock

 Cómo mejorar la higiene del sueño en niños

“Es fundamental crear conciencia de la importancia del sueño en nuestra calidad de vida”, advierte la especialista del Instituto del Sueño. “En la infancia es muy importante dar a nuestros hijos la oportunidad de dormir su patrón completo de una manera ordenada y si nos perdemos en esto, acudir a un profesional adecuado, que suele ser un psicólogo, que  analizará las conductas que están influyendo en el mal dormir”,  añade.

El niño debe tener una rutina de sueño desde pequeño, pues si esta es inexistente o incorrecta puede haber una repercusión directa en los estudios, el humor y el estado de ánimo. Y esto puede afectar no solo al pequeño sino también crear conflictos familiares.

Para lograr esa rutina habría que seguir los siguientes pasos, según aconseja Sonia Esquinas:

  • Irse a la cama y levantarse a la misma hora.
  • Dormir el número de horas aproximado que corresponde a su horquilla de edad.
  • No tomar excitantes antes de irse a dormir.
  • Cenar de forma ligera, pero suficiente en cantidad.
  • No usar pantallas antes de dormir.
  • No dejar que los teléfonos móviles permanezcan en la misma habitación en la que duerme el adolescente.

Si, aun así, el niño no consigue una buena higiene del sueño habría que investigar más profundamente cuál es el problema.