El miedo a las agujas se llama tripanofobia y es mucho más frecuente de lo que imaginamos. Además de ser un temor muy habitual en todos los niños , afecta a un 25% de los adultos, es decir, una cuarta parte de la población y, casi en la mitad de los casos, es tan intenso que podemos hablar de una verdadera fobia. Un miedo que, nos cuenta la psicóloga Ana Asensio, fundadora de la Clínica Vidas en Positivo en Madrid, “ en los niños es totalmente normal , al igual que cuando entran en un hospital repleto de médicos con batas blancas; es un miedo a lo desconocido”. Sin embargo, en el caso concreto de las agujas, “ también puede ser un miedo que se va forjando por las experiencias traumáticas previas y que pueden condicionar nuestro comportamiento en el futuro ”.
No son experiencias agradables, pero sí necesarias. Por eso, no podemos eliminarlas de su vida. Lo que sí podemos es ayudarles a que ni sientan ese miedo inicial ni lo mantengan demasiado tiempo en el caso de que exista. Para ello, necesitamos dedicarles un poco de tiempo antes del pinchazo , unas técnicas que la experta nos contará a continuación y unos cuantos recursos muy sencillos de encontrar.
¿Por qué nos dan miedo las agujas?
Para entender por qué a los adultos les dan miedo las agujas, los expertos suelen recurrir a las experiencias traumáticas en la edad infantil relacionadas con ellas. Por tanto, es un miedo que suele aparecer, por primera vez, cuando somos pequeños. Y el motivo, como nos cuenta Ana Asensio, “uno de los mayores temores de los pacientes en edad infantil que deben aplicarse una vacuna es, sin duda, el dolor . El miedo a sentirlo durante el pinchazo sigue estando presente una vez tras otra”. Tenemos que tener en cuenta que las agujas son objetos punzantes que alguien desconocido te mete bajo la piel y el niño no tiene ni idea de lo que hace en su cuerpo.
Este miedo nos genera un gran nivel de estrés , nos explica, “lo que hace que los centros de recepción del dolor estén mucho más activados y lo que se debería sentir como una leve molestia, se siente como un auténtico dolor”. Esto genera que, a su vez, “los niños se reafirmen en su miedo al dolor y al pinchazo”.
Por eso, el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP) asegura que “son necesarias unas guías con recomendaciones para reducir el estrés en el momento de la vacunación (y, por ende, extensible a las demás inyecciones), conseguir así una mayor adherencia a los calendarios de vacunas y reducir las posibles secuelas psicológicas de experiencias negativas previas”. Es más, la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja incluir técnicas para mitigar el dolor durante la vacunación.
Consejos para que los niños afronten bien los pinchazos
Para mitigar el dolor a una inyección y, por tanto, el miedo al pinchazo, debemos dividir a la población infantil en dos franjas diferentes:
Los lactantes, para los que se aconseja el amamantamiento antes y durante la inyección, la toma de líquidos dulces durante la administración y el contacto con la piel de la madre.
Y para los niños pequeños, para los que Ana Asensio nos recomienda:
- Poner en marcha en casa y de manera previa técnicas de sensibilización. Esto es, coger aparatos médicos de juguete o agujas y practicar con los muñecos o peluches de los más pequeños. En todo momento, se les debe explicar qué estamos haciendo, que se familiaricen con el uso instrumental y el contexto de una consulta médica y decirles, por ejemplo, que este pinchazo duele menos que el golpe que se dio el otro día en el parque.
- Podemos pedirle a la persona encargada del pinchazo que le explique el proceso desde la cercanía y el cariño. Los niños entienden mucho mejor las cosas y tienen una mejor predisposición si el tono es el adecuado. Le puede explicar lo que va a suceder e, importante, lo que no va a suceder y no debe preocuparle.
- Pedirle ayuda en el momento del pinchazo y convertirlo en un reto. Los retos para los niños son algo muy importante. Cuando los cumplen, se sienten reconocidos, tanto por ellos mismos como por el entorno y los demás. Les hace sentirse muy orgullosos y olvidan el dolor, el miedo.
- Sumar a la experiencia distractores como cantar una canción, contarles un cuento o pedirles que sean ellos quienes nos enseñen a nosotros un libro . Incluso, que nos acompañe a consulta su juguete favorito.
- Por último, son recomendables las cremas anestésicas. Su aplicación antes del pinchazo y explicarles por qué eso les protegerá del dolor puede ayudar igualmente.