Quizás, es un objetivo que vemos lejano, pero quién ha de verlo cumplido (si queremos acabar con la pobreza y los daños medioambientales), no somos nosotros, sino la siguiente generación. Pero, para eso, ¿no deberíamos prepararles?¿Somos realmente conscientes del impacto que tienen nuestras acciones en ese futuro 2030 y en la educación que están recibiendo quienes deban cumplir con el objetivo ? ¿Qué podemos hacer las familias para tratar de concienciar mejor a esa nueva generación? La respuesta son pequeños gestos.
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Un trabajo diario que enseñe a los que ahora son pequeños la importancia de cuidar el medio ambiente, en la medida de nuestras posibilidades, por qué tenemos que respetar la naturaleza y convertirnos, como familia, en el primer agente de cambio. Porque los niños son seres sociales que aprenden por imitación. Lo que vean en casa será lo que se lleven a su entorno, lo que marque su conducta y su pensamiento. Podemos trabajar en ello con estas modestas acciones que, en realidad, pueden convertirse en grandes.
Tan fácil como cerrar el grifo
Enséñale a que, siempre que se cepilla los dientes, se enjabona las manos o el cuerpo en la ducha, cierre el grifo. El ahorro de agua es primordial si queremos proteger el planeta. Y predica con el ejemplo haciéndolo tú, además de explicarle que cada vez que lo hace puede ahorrar 6 litros de agua por minuto. También es importante que sepan cerrar completamente el grifo, para que no haya pérdidas. Pídeles, sobre todo, al principio, que lo comprueben bien.
En el caso de que mantenga el grifo abierto, puede ser una buena idea colocar un reloj junto al grifo, con cronómetro o de arena, que vean que tienen un tiempo fijo para dejar que el agua fluya. Ellos lo verán como un juego. Prioriza las duchas antes que los baños y enséñale a usar bien la cadena, nada de utilizar el inodoro como una papelera (ni bastoncillos ni toallitas húmedas) y tirar constantemente de ella.
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Dejar que cuide de su propia planta
Una buena idea para generar interés por el medio ambiente en los más pequeños es regalarle una planta y que sea él quien se encargue de su cuidado. Hay que educarlos en el amor por la naturaleza, hacerles ver que tanto las plantas como los árboles y las flores son seres vivos, que entiendan la importancia de cada gesto y cuidado hacia ellas.
Las plantas más fáciles de cuidar para los pequeños son: las palmeras de interior, las conocidas lenguas de tigre, las begonias, las petunias y, sin duda, los geranios.
Reciclar ¡puede ser muy divertido!
Esto, aunque es algo que se enseña (o debería enseñarse) en el propio colegio, no está de más que lo reforcemos en casa de una manera divertida. Además, el sistema de reciclaje en nuestro país nos lo pone bastante fácil: amarillo para el plástico, verde para el vidrio, azul para el papel y marrón para todo lo orgánico. ¿El naranja? Para todos los demás desperdicios del hogar. Un sistema en clave de color estupendo para que los más pequeños lo asocien sin dificultad.
Caminar para ir al colegio, al ambulatorio o cualquier otra ruta que te permita hacerlo. Enseñarles los beneficios que tiene pasear en aquellos trayectos en los que no merece la pena coger el coche para recorrer 5 minutos. Además, el sedentarismo es una de las principales causas de la obesidad infantil. Así conseguirás que se muevan más.
Y, al igual que caminar, montar en bici puede ser una opción interesante si, por ejemplo, tenéis que ir a ver a los abuelos a su casa el fin de semana. O, simplemente, pasar una mañana recorriendo el parque sobre dos ruedas. También es muy importante inculcar hábitos saludables que puedan tener repercusión en la rutina diaria de nuestros hijos en el futuro.
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Luces apagadas si no se necesitan
Hay que hacer un uso responsable de la energía eléctrica. Y esto implica saber cuándo una luz es necesaria y cuándo no. No se trata de pedirle a tus hijos que estudien a oscuras, porque estaríamos poniendo en riesgo, por ejemplo, su salud visual; pero sí que entiendan que pueden subir las persianas para ver mejor, que la televisión debe apagarse cuando dejen de verla o que la luz del baño no debe quedarse eternamente encendida, mientras ellos van de un lado para otro. De nuevo, son hábitos que se aprenden y en los que se debe incidir desde pequeños.
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No se tira basura a la calle
Además de una cuestión medioambiental, estamos ante una cuestión de civismo. Los papeles, por muy pequeños que sean, se tiran a la papelera. En casa y en la calle, porque para eso existen. Por desgracia, vemos muy a menudo las calles llenas, no solo de papeles, sino de latas, de restos de comida y ahora, con la pandemia, de mascarillas tiradas en las aceras. Un producto que, además, podría estar contaminado.
Ocurre en la ciudad, pero también en las playas o en el campo, donde en apenas unos días empezaremos a escaparnos. Es importante educar a los niños en el respeto de su propia ciudad, para que luego repliquen estos buenos hábitos a los demás lugares a los que vayan, comprendiendo que es clave mantener un entorno limpio. Y, si no hay papeleras, una pequeña bolsa o los propios bolsillos siempre antes que el suelo. Para ellos, recoger la basura cuando os vais de excursión, puede ser hasta un juego.
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La merienda siempre sostenible
En este caso, es bastante más complicado mantenerse 100% sostenible, pero sí que podemos aportar nuestro granito de arena y el de nuestros hijos. No se trata de comprar alimentos etiquetados como ecológicos, sino de enseñarles a comer de una manera saludable con alimentos frescos; esto también es sostenibilidad. Para eso, es positivo que nos acompañen a la compra, donde tendremos la oportunidad de explicarles por qué elegimos unos productos y otros no. Que comprendan la estacionalidad y temporalidad de cada fruta y verdura.
Por otro lado, es muy frecuente que los padres envolvamos la merienda de nuestros hijos, por ejemplo, en papel de aluminio. Se calcula que, a nivel mundial, entran en nuestros mares en torno a 12 millones de toneladas de este tipo de desperdicios. Podemos reducirlo cambiando esos envoltorios desechables por otros, como el de la fotografía, fabricado en tela y reutilizable, con bolsas de merienda sostenibles (que existen cada vez más), bolsas de papel, con un portabocadillos o con un simple táper.
Pero también podemos apoyarnos en ellos para enseñarles, por ejemplo, cómo funciona la cadena de reciclaje o enseñarles cómo hacer objetos diferentes con materiales que, de otra forma, acabaría en la basura. Los libros para manualidades con productos reciclados son muy variados y para muchas edades.
Algunos juguetes, que sean sostenibles
La industria de los juguetes está, cada vez, ofreciendo más productos clasificados como sostenibles y respetuosos con el medio ambiente. La icónica muñeca Barbie, por ejemplo, anunciaba el mes pasado que se sumaba a esa economía circular con la que pretende reciclar antiguas muñecas y convertirlas en otras nuevas. Así, se recuperarán materiales de antiguos juguetes y presentar en el mercado modelos más sostenibles.
Pero, antes que Mattel, existen otras muchas empresas que ya han empezado a hacerlo. Y algunas enfocadas a los más pequeños de la casa. La firma belga Lilliputiens, por ejemplo, que ha presentado una nueva gama de dudús para bebés rellenados con materiales 100 % reciclados, con lo que cuidan, no solo del bienestar de nuestros hijos, sino también del medio ambiente. Otras como la empresa Mondo, comienzan a sustituir el 50% del plástico de algunos de sus juguetes, por otros materiales fabricados a base de plantas, como en el caso de su pelota BioBall. Y así, comienza a crecer el número de fabricantes de juguetes que buscan una segunda línea de fabricación. Y existe una normativa europea que lo regula.
Realizar actividades en la naturaleza
Además de hablar sobre el cuidado del medio ambiente en casa, también es importante acercarles a la naturaleza fuera de ella. Existen multitud de actividades que nos llevan a visitar entornos naturales, a realizar un deporte en el exterior o, por ejemplo, ir a una granja escuela. Aquí, además, podremos fomentar también el cuidado y respeto por los animales. Se trata, simplemente, de pasar momentos divertidos con la naturaleza de fondo y aprender a valorarla.