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placenta previa© AdobeStock

Así afecta la placenta previa al embarazo y el parto

La placenta previa puede condicionar la gestación y el modo de dar a luz, por eso es muy importante detectarla en los controles rutinarios. De ese modo, los riesgos se controlan y el embarazo puede avanzar sin complicaciones.


1 de junio de 2021 - 13:11 CEST

La placenta es un órgano vital para el bebé en formación, ya que le proporciona oxígeno y alimento y se encarga de eliminar los desechos del feto. Habitualmente, la placenta está localizada en la zona alta o lateral del útero; pero en ocasiones se inserta en otros lugares. Hablamos entonces de placenta previa o de placenta de inserción baja.

¿Qué implicaciones tiene para el curso del  embarazo ? ¿Es peligroso para el bebé? ¿Cómo determina el tipo de parto?

Placenta previa y placenta baja: las diferencias

La placenta previa puede ser oclusiva total, oclusiva parcial o marginal. La primera es la que tapa completamente el canal del parto, el cuello el útero, “por lo que,  si se mantiene así, el niño no puede nacer por vía vaginal”,  explica la Dra. Yoana Chiverto, ginecóloga adjunta del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja, de Madrid y miembro de la Unidad de Alto Riesgo Obstétrico del citado centro.

En cuanto a la placenta previa oclusiva parcial, es aquella que no ocupa todo el canal del parto, aunque también  implica una cesárea por el alto riesgo de sangrado.  Hablamos de placenta previa marginal cuando se sitúa en el lateral del cuello del útero, pero sin llegar a cubrirlo.

Por otra parte, hay que diferenciar entre placenta previa y placenta baja (o de inserción baja). La placenta baja puede situarse a una distancia variable del cuello del útero (dos centímetros, un centímetro...), pero “lo habitual es que al ir creciendo el útero, la placenta se vaya desplazando a su lugar”, indica la especialista. Así, el parto no estaría condicionado finalmente por la situación de la placenta.

¿Cómo se diagnostica la placenta previa?

En la mayoría de los casos, la placenta previa es asintomática, por lo que la embarazada no reconoce el problema. La forma de saber la inserción de la placenta es mediante ecografía. Así,  en la eco de las 20 semanas, una prueba que arroja muchos datos trascendentales, se determina dónde está insertada la placenta.

Posteriormente, en el tercer trimestre del embarazo, entre la semana 32 y la semana 34, se vuelve a hacer otra ecografía donde se confirmará el lugar en el que está situada y si finalmente hay contraindicaciones para el parto vaginal.

Embarazada con placenta previa© AdobeStock

¿Qué cuidados exige la placenta previa?

“Cuando la placenta previa se diagnostica en la semana 20, hay que hacer un control más exhaustivo a la mujer para ver si se desplaza a normal o se queda en placenta previa”, explica la Dra. Chiverto.

Además, la embarazada debe seguir estas pautas:

  • Evitar las  relaciones sexuales. 
  • Mantener reposo relativo (no practicar deportes de impacto, no coger peso y, dependiendo del trabajo, solicitar baja laboral).
  • Estar alerta por si se producen sangrados (en ese caso, debe dirigirse cuanto antes a un hospital).

Factores de riesgo de la placenta previa

No se saben los motivos por los cuales la placenta, en lugar de insertarse en el lugar que le corresponde, se adhiere a otro lugar. No obstante, hay algunos factores que predisponen a la placenta previa. Son los siguientes, según detalla la especialista del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja:

  • Haber tenido placenta previa en un embarazo anterior.
  • Las  cesáreas anteriores .
  • Ser de raza negra o asiática.
  • El  tabaquismo .
  • Las cirugías de útero con apertura de la cavidad cervical.

Dar a luz con placenta previa

Aunque se diagnostique una placenta previa en la semana 20 de embarazo, afortunadamente, la gran mayoría de las placentas acaban insertándose bien, según avanza la gestación, de modo que, tal como apunta la Dra. Yoana Chiverto, “al final del embarazo tan solo hay un 0,25-0,5% de placentas previas reales”.

Si el diagnóstico se ha mantenido hasta el final de los nueve meses, habrá que hacer una cesárea obligatoriamente. Pero si la placenta ya se ha colocado en su lugar correcto, el parto puede ser por cesárea o vaginal, dependiendo de las circunstancias concretas.

La placenta previa no supone ningún peligro para el feto durante el embarazo, ya que cumple sus funciones a la perfección. Pero en gestaciones no controladas en las que se llega al final sin diagnóstico de placenta previa, las contracciones pueden desencadenar sangrados importantes con riesgo vital para la madre y el bebé. Si hay un control y un diagnóstico previos, no habrá problema, pues se programará una cesárea para no correr riesgos innecesarios.