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Sin embargo, esta técnica genera una percepción errónea (o no del todo acertado) sobre cómo se realiza este tratamiento, sobre los efectos secundarios y los cambios a nivel fisiológico que producen, que ha generado toda una leyenda en torno a ello. Para despejar las dudas, la Dra. Marisa Lacarcel, ginecóloga de las Clínicas EVA, especializadas en fertilidad, nos dice qué creencias son verdaderas y cuáles falsas.
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La estimulación ovárica produce cambios de humor y enfados
Falso. La imagen popular que asocia a la mujer que se somete a un proceso de estimulación ovárica con enfados continuos, siendo “presa de cambios de humor, de temor o incertidumbre no es generalizado”. Así, nos cuenta la doctora, “es cierto que pueden existir oscilaciones en el estado de ánimo de cada mujer y que ésta tendrá dudas sobre el éxito final del tratamiento, pero la gran mayoría de las pacientes tolera bien la medicación y no sufren esos cambios dramáticos y vaivenes emocionales que se nos han contado, por ejemplo, en las películas”.
El tratamiento y las inyecciones son muy complicadas
Falso. Según la experiencia de la doctora, “no es habitual que las pacientes precisen de nuestra ayuda para realizar las inyecciones correspondientes”. Es más, ellas mismas son muy capaces y, “aunque pueden llamar para consultar o solicitar un poco de ayuda, son muy pocos casos y ocurre de manera muy ocasional”.
La edad es determinante para el éxito del tratamiento
Falso. La doctora, en este caso, es clara: “el éxito dependerá de cada mujer y de su propio estado de salud”. Es decir, ese gran mito que asocia la edad de la paciente con la cantidad de medicación hormonal a administrar y de su éxito no es del todo cierto. “Aunque la edad es relevante”, nos explica la doctora, “lo que más importa es, en realidad, el estado de la reserva ovárica que tiene y el peso de la mujer”. Así, esa reserva podría estar disminuida a edades tempranas por problemas de fertilidad asociados a la genética, a ciertas enfermedades o a un estilo de vida que la disminuye. Como ocurre también, por ejemplo, con una mujer joven con sobrepeso.
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El procedimiento de reproducción asistida determina la cantidad de medicación
Falso. O, al menos, no del todo cierto. Las pautas de medicación, en todo caso, son muy similares. Como nos explica la doctora, “el número de días pautados para inyectarse subcutáneamente las hormonas oscila, en todos los casos, desde 10 a 14 días. En las inseminaciones se hace una sola vez al día, con una menor dosis de hormonas y en las fecundaciones in vitro, sin embargo, al principio es una, dos en la fase avanzada de la estimulación y con una mayor carga hormonal”.
Es más, la dosis de estimulación y el tipo de tratamiento se decide de forma individualizada, de nuevo y como nos contaba la doctora en el punto anterior, dependiendo de la reserva ovárica, del peso y de la edad de la paciente. A lo largo del tratamiento se puede, incluso, modificar en función de la respuesta.
Es un tratamiento que produce un fuerte dolor
Falso. Las inyecciones con las que se administra la medicación son subcutáneas y, por lo general, no producen dolor. Aunque, bien es cierto que cada persona tiene una tolerancia completamente distinta al dolor. Lo que sí puede producir es una reacción local y muy focalizada, con hinchazón, picor o enrojecimiento. Es una reacción que se pasa al cabo de pocos minutos.
La estimulación ovárica tiene bastantes efectos secundarios
Verdadero. Tras la administración de la medicación, pueden aparecer efectos secundarios. No en todos los casos y no en la misma escala, pero sí que es verdad. Esto es porque, como nos explica la doctora, “la medicación está integrada fundamentalmente por gonadotropinas (hCG) y progesterona”, dos hormonas encargadas de hacer madurar los óvulos.
Por ello, nos cuenta la doctora, “es muy importante que todas las pacientes conozcan estos efectos secundarios de manera previa, que, aunque no son muy relevantes, pueden afectar a su autoestima”. Pero, ¿de cuáles hablamos? Los más frecuentes son un aumento de peso, hinchazón abdominal, retención de líquidos y sequedad vaginal. Y, si aparecen, nos dice, “no hay nada que pueda evitarlos”. Lo que sí nos ofrece son algunos consejos para evitar que nos afecten lo menos posible, como son: