En España, más de la mitad de matrimonios (un 60%) acaba en divorcio. Son unas cifras muy similares al resto de Europa y ponen encima de la mesa la realidad de las nuevas familias donde es muy común que los padres vuelvan a tener nuevas parejas con las que sus hijos deberán convivir o, al menos, relacionarse.
¿Qué pasos hay que dar para que admitan estas nuevas relaciones? ¿Qué edad es la más complicada para que los niños asuman la realidad?
Las emociones ante las nuevas parejas
Cuando el niño se enfrenta al divorcio de sus padres puede vivir un duelo por lo que ha perdido. Para muchos, la aparición de una nueva pareja de alguno de los progenitores puede ahondar en la herida. “Con la separación de los padres se ha roto un lazo de afecto y de seguridad para el niño, por lo que posiblemente este no va a querer que aparezca uno nuevo que sustituya al anterior”, expone Natalia Moreno, psicóloga clínica y coordinadora de la Unidad de Atención Psicológica Personalizada de HM Hospitales de Madrid.
El menor puede vivir un duelo no solo por la separación de sus padres, sino por cómo afecta esto a su vida: cambios de horario, de residencia, de contextos sociales, cambios emocionales, “y en muchos casos la aparición de una nueva pareja hace que se produzcan otros nuevos cambios y una reducción de la atención que hasta ahora se prestaba al niño”, indica la experta.
Además, hay otros factores que pueden influir en que el menor no acepte bien a la nueva pareja y son los siguientes, según detalla Natalia Moreno:
- Edad del niño.
- Madurez del menor.
- Motivos de la separación.
- Relación actual entre los progenitores.
- Contexto social.
- Relación del menor con los padres.
- Nuevos roles que se pueden establecer.
- Pérdida de intimidad.
- Sentimientos de lealtad con el progenitor con el que no conviven.
- Pérdida de exclusividad con el padre con el que conviven.
¿Hay que ‘pedir permiso’ a los hijos para tener nueva pareja?
En una decisión tan importante, el niño ha de ser tenido en cuenta, pero, la especialista señala que no hay que pedirle permiso, pues la decisión es de los padres. Eso no significa que sus emociones no se tengan en cuenta: “Ante una separación o divorcio, como ante la aparición de una nueva pareja, los niños no se pueden convertir en invisibles”, indica la coordinadora de la Unidad de Atención Psicológica Personalizada de HM Hospitales de Madrid.
“No se tiene que pretender, y más al principio, que acepte y comparta la nueva situación; simplemente tiene que asumirla desde el respeto”, resalta. Pero, ¿qué hacer si ese respeto no aparece? “Si tu hijo tiene faltas de respeto contigo o con tu pareja, hay que actuar y responder de la misma manera que si lo hiciera con otra persona, poniendo límites y marcando consecuencias”, recomienda.
¿A qué edad aceptan peor a la nueva pareja?
Aunque la edad del niño puede ser importante a la hora de admitir o no la presencia de una nueva pareja de los padres, no es un factor que siempre resulte determinante. En todo caso, “por el desarrollo cognitivo, la madurez del menor, las experiencias previas a nivel familiar... puede que resulte más costosa esta aceptación en la preadolescencia y en la adolescencia, especialmente en lo concerniente a la disciplina y al esclarecimiento de los diferentes roles que se van a establecer”, apunta Natalia Moreno. Así, pueden darse conductas de desobediencia, desafío a la autoridad y contestaciones o faltas de respeto al progenitor y a la nueva pareja.
Por su parte, en niños hasta los cinco años, esta situación puede conllevar un retroceso en algunas conductas o hábitos adquiridos, como el control del pipí nocturno; incluso pueden comportarse como un bebé, pidiendo de nuevo el chupete o que lo cojan en brazos. “También pueden empezar o incrementarse algunas rabietas, conductas de celos, llamadas de atención o desarrollo de un apego excesivo al progenitor”, destaca.
¿Cómo integrar a la nueva pareja en la vida de los hijos?
Hay una serie de pautas que pueden ayudar a integrar a la nueva pareja de los padres en la realidad familiar. Estas son las recomendadas por la especialista de HM Hospitales:
- Informar al niño de la nueva situación y de cómo se va a producir. “La presentación e integración de la nueva pareja debe ser progresiva. Para ello, es bueno que el progenitor vaya hablando de esta nueva persona, con el fin de que el niño se pueda ir familiarizando y lo pueda ir normalizando”.
- Presentación consensuada. “Es bueno que la presentación sea progresiva, neutral y si puede ser consensuada con el menor, mucho mejor. Por ejemplo: quedar a desayunar fuera de casa, otro día ir a ver una película...”.
- Contexto distendido. “Será un refuerzo positivo para la situación si el niño percibe los momentos de estar con la nueva pareja de su padre o de su madre como algo positivo, más que como un castigo, lo que podría suceder si, por ejemplo, cada vez que llega a casa la nueva pareja el niño se tiene que ir a su habitación”.
- Expresión de emociones por parte de los padres. Los padres deben expresar sus emociones, sus miedos, sus preocupaciones para animar al menor a expresar las suyas. En todo caso, “las emociones del niño deben ser normalizadas y validadas, por lo que nunca se pueden ridiculizar ni minimizar, con expresiones como ‘no digas tonterías’”.
- Explicar que no hay sustitución. El niño debe saber que la nueva persona no tiene intención de sustituir a su madre o a su padre y que, además, “tanto su madre como su padre siguen estando para que pueda hablar con ellos cuando lo necesite”.
- Ser pacientes con el proceso. “La actitud del adulto debe ser comprensiva, pero firme, sin ceder a chantajes, rabietas o malos comportamientos del menor, ya que esto provocará un incremento del descontrol, tanto para los padres como para los hijos”.
Hay que ser conscientes de que se trata de un ajuste importante en la vida del niño, que puede llevar su tiempo, por lo que hay que ser tolerantes y flexibles con él.