El organismo tiene como fuente de energía principal a la glucosa que circula por la sangre. Es la que abastece al sistema nervioso y a la médula, entre otros órganos. Para que todos ellos funcionen ese aporte de glucosa ha de ser continuo. Esto es así desde que el niño nace y durante toda su vida. Se trata de mantener un equilibrio perfecto para que su supervivencia no corra peligro.
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La glucosa que circula por la sangre procede de los hidratos de carbono que se ingieren con la dieta, de la glucosa que el propio cuerpo fabrica y de un almacén de glucosa denominado glucógeno. Si alguno de estos mecanismos falla, se producen cuerpos cetónicos, que es lo que conocemos habitualmente como acetona. ¿Qué supone su aparición en el niño?
¿Qué es la acetona?
Así, pues, una vez más, el organismo humano demuestra ser un máquina perfecta. Cuando no tiene la glucosa suficiente, hay una serie de cuerpos cetónicos que hacen una función imprescindible. “La producción de cuerpos cetónicos durante el ayuno se considera un mecanismo adaptativo que permite minimizar el consumo de glucosa, evitando así un excesivo consumo de masa muscular y grasa”, explica la Dra. Libia Quero Acosta, especialista en Pediatría.
En los niños más pequeños, la presencia de cuerpos cetónicos aparece con solo 12-18 horas de ayuno, “mientras que en niños mayores puede no aparecer hasta pasadas 18-24 horas”, indica. Estos cuerpos cetónicos están formados, entre otros, por acetona.
La acetona no puede ser utilizada como fuente de energía, por lo que se excreta a través de la orina y de la respiración. “La exhalación de acetona produce un olor afrutado (como a manzana), característico en el aliento”, detalla al experta.
¿Qué puede indicar la cetosis en niños?
Ya sabemos que la acetona es uno de los cuerpos cetónicos que se produce cuando no se consigue mantener la glucemia (niveles de glucosa) en los límites establecidos, que suelen oscilar entre 70 y 130 mg/dL.
¿De qué nos alerta la cetosis en niños? “Puede indicar falta de ingesta de carbohidratos, ya sea por inapetencia, por enfermedad o porque no tolere la vía oral (vómitos repetidos)”, enumera la Dra. Quero Acosta.
Pero hay que tener en cuenta otras variable más. Si la cetosis se acompaña de disminución de la glucemia, se habla de hipoglucemia cetósica benigna de la infancia. Es la causa más frecuente de hipoglucemia en niños de entre 18 meses y cinco años de edad.
El cuadro más preocupante se produce cuando la cetosis va aparejada con cifras elevadas de glucosa. Entonces puede suceder que el niño manifieste los primeros síntomas de la diabetes tipo 1. O si ya ha sido diagnosticado de diabetes, puede tratarse de una descompensación de la misma, lo que se conoce en términos médicos como una cetoacidosis diabética.
¿Qué pruebas se hacen si hay acetona y cuál es el tratamiento?
Para detectar la cetosis se utiliza una tira reactiva que consigue determinar la presencia de cuerpos cetónicos (entre los que está la acetona) en la sangre o en la orina. Lo más habitual es hacerlo en la orina. Además, siempre que haya sospecha de cetosis en niños hay que comprobar su glucemia.
Si el nivel de glucosa en sangre es normal, hay que intentar que el niño tome más hidratos de carbono. “Si el niño está inapetente, el pediatra podrá sugerir la administración de pequeñas cantidad de comida de forma frecuente”, aclara la especialista de la Clínica HLA Santa Isabel de Sevilla. Cuando el niño vomita y no tolera los alimentos, habrá que administrarle los nutrientes esenciales por otra vía.
En el caso de que el niño tenga hipoglucemia, hay que restaurar esos valores. Y si la glucemia está alta, en el caso de la diabetes, actuar para normalizar la situación.
¿Se puede prevenir la cetosis en niños?
La cetosis no es un proceso normal en un niño sano, pero puede ir de la mano de enfermedades poco importantes que ocasionen periodos de ayuno.
“Habitualmente, la cetosis acompaña a enfermedades que ocasionan fiebre, vómitos o inapetencia en el niño, tales como procesos catarrales de origen viral, amigdalitis, otitis, gastroenteritis...”, aclara la Dra. Libia Quero. En estos casos, hay que cuidar la alimentación del niño ofreciéndole alimentos como leche materna, yogur, leche... Si no tolera la alimentación por boca, “siempre se debe consultar con el pediatra a la mayor brevedad posible”, advierte.
Si no hay enfermedades, para evitar la cetosis hay que procurar que la alimentación del niño responda a las recomendaciones oficiales. En este sentido, tal como explica la especialista, la mitad de las calorías que ingieren los niños deberían proceder de los hidratos de carbono; entre el 12 y el 15%, de las proteínas, y entre un 25-35%, de las grasas. “Hay que dar preferencia a los carbohidratos complejos ante azúcares simples, y a productos naturales y no envasados”, destaca la pediatra.